Las mujeres continúan viviendo en sociedades que les brindan oportunidades desiguales para progresar. En muchas partes, las mujeres son menos valoradas que los hombres y, a veces, sus derechos son violados, dejándolas con recursos limitados. Por el lado positivo, vemos progreso en muchas dimensiones importantes, como una mayor participación de las mujeres en la economía y en posiciones de liderazgo en todo el mundo.
Tales avances nos dan la esperanza de que las sociedades de hoy son menos tolerantes a la desigualdad y a la injusticia que las generaciones pasadas. Desafortunadamente, el progreso en países y regiones es desigual, y en algunos lugares, las condiciones para las mujeres están empeorando, especialmente cuando se trata de violencia en su contra.
En El Salvador, un país centroamericano muy consciente de la importancia de las mujeres en su plan de desarrollo, todavía es un reto lograr avances significativos para abordar las normas sociales que perpetúan las desventajas, los prejuicios y la exclusión de las mujeres. A pesar del progreso en la participación educativa de las niñas y la representación política de las mujeres, la violencia intrafamiliar, social, sexual e institucional contra las mujeres en El Salvador se encuentra entre las más altas del mundo (y la cifra de homicidios es la más alta en la región de América Latina y el Caribe) . Muy pocas salvadoreñas participan en la economía (entre los porcentajes más bajos de la región) o ven oportunidades para sí mismas en el país (obligándolas a emigrar), y las normas sociales limitan cuánto las niñas pueden alcanzar su máximo potencial y cuánto las mujeres pueden participar en la sociedad.
Actualmente, El Salvador es uno de los 14 países en el mundo que tienen al menos un 50% de ministras. Esta es una estrategia establecida por el gobierno para nivelar el campo de juego para que las mujeres tengan voz en políticas públicas y en la toma de decisiones en el país. Y a pesar de que otras partes del gobierno todavía tienen una representación mínima de las mujeres (27 alcaldesas de 262 municipalidades), hay un mayor reconocimiento en el gobierno y la sociedad de que contar con mujeres en roles de liderazgo es bueno para el desarrollo. Desafortunadamente, normas patriarcales sociales, como priorizar a hombres sobre mujeres para trabajos y cargos de liderazgo, pueden limitar el progreso real.
También ha habido avances significativos en lograr paridad de alfabetización entre personas menores de 30 años y en mejorar la asistencia escolar para ambos sexos. Pero sacar a las niñas de la escuela en los primeros años sigue siendo una práctica común, especialmente entre los hogares más pobres, lo que perpetúa la baja escolarización y el acceso limitado al trabajo productivo más adelante en la vida. Otra área de mejora observada es la reducción de embarazos en adolescentes entre 15 y 19 años.
Años de campañas efectivas centradas en salud reproductiva y sexual ayudaron a reducir el embarazo adolescente en el país, que ahora está a la par del promedio regional. Desafortunadamente, el embarazo entre las jóvenes de 15 años o menos sigue siendo alto; y muchos de esos embarazos son resultado de violencia sexual. El Observatorio de Género de El Salvador, según cifras de 2019, muestra que el 75% de las víctimas de abusos sexuales contra mujeres fueron niñas menores de 17 años. Esto incluye 848 casos contra niñas muy jóvenes (menores de 11 años). La alta incidencia de violencia contra niñas tiene consecuencias sociales, psicológicas y económicas, a corto y largo plazo, que obstaculizan su desarrollo personal.
La violencia contra niñas y mujeres toma muchas formas y en El Salvador afecta a 7 de cada 10 mujeres a lo largo de sus vidas . Un 53% de quienes lo reportan han sido víctimas de violencia psicológica mientras que el resto informa haber sufrido violencia física o sexual. El país tiene la segunda tasa más alta de asesinatos de mujeres en todo el mundo y la más alta en América Latina y el Caribe. La gran mayoría de las muertes de mujeres en el país son perpetradas por actuales o anteriores parejas íntimas o cónyuges.
Promover el empoderamiento de las mujeres
Una de las principales estrategias para llevar a las mujeres a la senda del desarrollo de El Salvador es promover su empoderamiento económico. A la fecha, solo la mitad de las salvadoreñas participan en la fuerza laboral, en contraste con el 80% de los hombres y el 57% de las mujeres en el resto de la región.
Y cuando las mujeres sí participan en el mercado laboral, enfrentan discriminación cuando se les contrata o paga, y a menudo son confinadas a empleos y sectores menos productivos. Una de cada cuatro mujeres sufrió discriminación en el trabajo en algún momento de sus vidas, y una de cada diez en el último año, de las cuales alrededor del 45% reporta desigualdad de pago en comparación con compañeros que hacen el mismo trabajo; y el 10% fueron amenazadas con despido por solicitar permiso para cuidar a niños o familiares enfermos. Más impresionante todavía, el 38% de las mujeres que denunciaron algún tipo de acoso o violencia en su contra en el lugar de trabajo fueron despedidas.
La ausencia de mujeres en actividades económicas es más pronunciada en los hogares más pobres (8 de cada 10 mujeres que viven en la pobreza extrema no son económicamente activas) y las jóvenes entre 18 y 29 años (el 41% no tiene un empleo ni está en capacitación, en comparación con el 8% de hombres) . Muchas mujeres que viven en pobreza participan activamente en actividades no remuneradas en su hogar y no tienen acceso a oportunidades laborales debido al bajo capital humano, tareas domésticas, ubicación geográfica, normas sociales, entre otros factores, que las hace más vulnerables a la desigualdad y la violencia.
Si bien los argumentos a favor de la igualdad de género son muy claros desde un punto de vista moral y ético, los argumentos económicos para la inclusión e igualdad también son inequívocos. La evidencia muestra que la participación desigual de las mujeres en la sociedad y la economía no solo las afecta a ellas sino también a sus familias y a la sociedad en general. Su exclusión trunca el crecimiento y hace imposible que los países en desarrollo logren un progreso significativo.
Aunque se han alcanzado muchos avances, El Salvador todavía enfrenta numerosos y complejos desafíos para lograr la igualdad de género , que requerirán un compromiso sostenido y transversal a favor de los derechos humanos y la autonomía de las mujeres. El desarrollo no es posible sin la igualdad de género; por lo que los planes de desarrollo de un país deberían siempre incluir abordar la desigualdad de género. Hacerlo puede brindar una oportunidad para un cambio real y fortalecer los esfuerzos del país hacia un progreso sostenido. Marzo, mes de la mujer, nos recuerda la importancia de celebrar los logros de las mujeres y el progreso hacia la igualdad de género. Pero también es un período para reflexionar sobre cuánto más se debe hacer para ayudar a las niñas y las mujeres a alcanzar su máximo potencial.
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