"Cómo convertí la discapacidad en oportunidad"

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Personas con discapacidad luchan por inclusión social

En 1980, siendo piloto de la Fuerza Aérea Ecuatoriana, sufrí un gravísimo accidente mientras realizábamos vuelos para comunidades en lugares remotos de la Amazonía. Quedé al borde de la muerte, con una lesión en la médula.

Los médicos que me atendieron en Quito dijeron a mis familiares que, en vista de la gravedad de la lesión, mis esperanzas de vida eran muy pocas. El accidente causó una parálisis de miembros superiores e inferiores –cuadriplejia, en términos médicos. Desafortunadamente, hace 30 años mi país no contaba con las facilidades médicas para atender estos casos.

 

Recibí cuidados intensivos en un hospital de Estados Unidos. Mi proceso de rehabilitación integral, como yo lo denomino, duró alrededor de 5 meses.

A pesar de no necesitarse ningún equipo sofisticado o costoso, fue totalmente efectivo y me permitió retomar mi vida con pequeñas adaptaciones necesarias para mejorar la independencia, que creo es esencial para una persona con discapacidad.

Menciono esto con el sólo propósito de destacar que la rehabilitación es clave en caso de accidentes –como lo fue el mío- o en el caso de personas con discapacidad congénita.

El apoyo e involucramiento de la familia es un factor primordial para su desarrollo ulterior. También es importante elegir bien dónde desarrollarse profesionalmente.

En mi caso, realicé estudios en el área de informática, una profesión apropiada a mi condición. Trabajé cerca de 5 años en la Comandancia de la Fuerza Aérea Ecuatoriana como analista de sistemas y asesor informático.

Dejé el servicio militar para ingresar al sector privado y trabajé un corto tiempo como gerente de sistemas en una empresa florícola. Posteriormente ingrese a la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) en donde laboro hasta el momento.

Comparto esta información para mostrar la gran diferencia que hace tener la oportunidad de desarrollarse en un medio en donde las barreras son menores. Pero la lección que quiero compartir con todo el mundo es que el acceso a la salud y educación marcan la diferencia en la vida de una persona con discapacidad.

De acuerdo a la Encuesta Mundial de Salud (i) somos 110 millones de personas en el mundo con dificultades “muy significativas de funcionamiento”, cuyas vidas podrían ser más llevaderas si tienen acceso a estos servicios esenciales. Y según la Organización Mundial de la Salud, solo un poco más de la mitad de los países de la región, cuentan con normas y leyes propias que tratan el tema de la discapacidad.

Durante los largos años que he vivido como una persona con discapacidad en Ecuador he sido testigo de muchas transformaciones pero también de los retos que aún debemos superar.

En los últimos años se han alcanzado importantes conquistas en el campo de los derechos de los ecuatorianos con discapacidad y el gobierno ha invertido grandes recursos en ayudas que han mejorado nuestra calidad de vida. Por ejemplo, la ley ecuatoriana exige que el 4 por ciento de los empleados públicos y privados sean personas con discapacidad, y que los menores con discapacidad asistan a escuelas del sistema regular, que permite su mejor integración.

El apoyo técnico y financiero –como la subvención de vivienda- del Estado a la población con discapacidad, es también un incentivo importante para el avance de esta comunidad. Sin embargo, aún nos falta mucho para alcanzar una comunidad equitativa. A pesar de un favorable marco legal todavía encontramos grandes barreras que menoscaban una inclusión plena.

Se trata a veces de cosas simples como contar con aceras con rampas apropiadas en las calles de todas nuestras ciudades, sin obstáculos que puedan provocar accidentes a personas con discapacidad visual; o contar con señalización adecuada para personas sordas y transporte público apropiado.

Con pequeñas adaptaciones, y siguiendo los principios de diseño universal en construcciones nuevas de lugares públicos y privados, podemos brindar una mejor oportunidad de acceso a la salud, educación, trabajo, cultura, deporte y recreación.

También es esencial crear conciencia, principalmente capacitando a todos los futuros profesionales en el tema de discapacidad, que de forma directa o indirecta nos compete a todos.

Otra necesidad urgente es el acceso apropiado a todas las formas de comunicación.

En los últimos años, los movimientos asociativos en el ámbito de las discapacidades han tenido un importante desarrollo, especialmente al nivel de federaciones.

Considero necesario que desde este sector generemos un espacio de vigilancia y exigibilidad de los derechos de los ecuatorianos con discapacidad, para hacer del Ecuador un país más inclusivo y solidario.


Autores

Julio Mantilla

Coordinador de Desarrollo Inclusivo de USAID

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