Cuando alguien sale a la calle en la Ciudad de México no sabe cuándo ni de qué forma llegará a su destino.
Como no hay información, mapas o herramientas para planificar viajes, no tiene la opción de pagar más cuando trae prisa o de caminar menos cuando llueve.
Sin esa información es prácticamente imposible decidir qué combinación de las 12 líneas de metro, 94 líneas de autobuses, 4 líneas de metrobus, 8 líneas de trolebús, 260 estaciones de Ecoboci (bicicletas públicas) y casi 1400 rutas de colectivos llevará a esa persona a donde quiere ir.
Después de todo, ese es apenas uno de los 32 millones de desplazamientos, casi 20 millones de ellos en transporte público, que ocurren a diario en esta ciudad.
Para poner orden en esto, se necesita información adecuada.
Pero en muchas ciudades las bases de datos que permitirían informar al usuario y tomar decisiones se pierden, o las tienen firmas consultoras que las venden, o no son exhaustivas, o están desactualizadas.
De Portland al DF
Para resolver este problema, en Portland, Estados Unidos, crearon en 2005 un estándar -fácil de mantener y replicar- que permite recoger, almacenar, publicar y actualizar de manera abierta las rutas, frecuencias, paradas y otros datos de todos los modos de transporte.
El estándar permite incorporar esos datos a la herramienta de planificación de viajes de Google y el desarrollo de otras aplicaciones informáticas similares. Hoy lo usan más de 260 agencias de transporte en el mundo.
El gobierno del Distrito Federal -con apoyo del Banco Mundial- ya forma parte este grupo de ciudades. Los datos recogidos y los sistemas creados para actualizarlos son un hito en la historia de la ciudad.
Con esta nueva plataforma de colaboración, el gobierno podrá planificar a largo plazo y los desarrolladores mexicanos de aplicaciones informáticas tendrán el ingrediente clave para la innovación: datos abiertos y confiables.
Y nosotros, los usuarios, vamos a tener un viaje de mejor calidad.
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