Un monstruo azotó el Caribe: es hora de reconstruir pensando en el próximo que vendrá

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“El huracán Irma fue tan grande que el ojo de la tormenta cubrió toda   Barbuda”.
 
Así empieza la estremecedora historia de un voluntario de la Cruz Roja que capeó la tormenta categoría 5 en su hogar en esta isla de 160 kilómetros cuadrados, que ha quedado prácticamente destrozada. Irma fue el primer huracán desde que se tiene registro en mantener un estatus de categoría 5 durante más de tres días.
 

“A medida que el ojo se movía sobre la isla —agrega— el viento cesó y todo estaba en calma. Abrí la puerta del frente y vi a un grupo de personas correr hacia mi casa. Las suyas habían colapsado”, recuerda el voluntario, agregando que su hogar fue uno de los pocos que se mantuvieron en pie gracias a que había utilizado correas para huracanes durante la construcción del techo.
 
“Había demasiadas personas para albergar en mi casa, así que las reuní a todas y corrimos a buscar otro lugar donde refugiarnos”.
 
Lo hicieron en una diminuta clínica de un ambiente dentro del complejo hospitalario, donde se quedaron las siguientes horas a medida que el huracán reanudó su curso de destrucción.
 
“Esa ventana de 15-20 minutos cuando el ojo de la tormenta estaba encima nuestro nos permitió reagruparnos y probablemente haya salvado nuestras vidas”, dice Charles mientras describe como “milagroso” el hecho de que Irma apenas se haya cobrado una vida: un niño pequeño que falleció mientras su familia intentaba escapar de la tormenta. 
 
Hablé con Charles y con muchos otros afectados como parte de una evaluación preliminar para el diseño de un proyecto de recuperación de emergencias que está llevando a cabo nuestro equipo de la unidad de Gestión de Riesgos ante Desastres de América Latina y el Caribe del Banco Mundial, con el apoyo del Global Facility for Disaster Reduction and Recovery Charles tiene razón en decir que Irma no se cobró demasiadas vidas.
 
Pero al caminar por lo que queda de Barbuda, pudimos apreciar lo que esta comunidad tuvo que enfrentar: sobrevivieron al huracán, pero literalmente perdieron todo.
 
Me vino a la cabeza la imagen de un monstruo marino que agarró a esta isla y sopló y resopló hasta destruirlo todo. Una vez satisfecho, procedió a destruir otras islas.
 
Unas pocas casas y un par de edificios públicos quedaron en pie, pero el resto —redes eléctricas, sistemas de agua, cables de telecomunicación, edificios públicos, incluidos un único hospital y dos escuelas, y alrededor del 70 % de los hogares- sufrieron daños severos o fueron completamente destruidos. Y esto incluye la vegetación de la isla, que ha sido literalmente arrancada de raíz.
 
Mientras comenzamos a trabajar junto al Gobierno en un plan de recuperación a largo plazo para Barbuda, existen algunas enseñanzas que podrían ayudar en este esfuerzo:
  1. Construcción de infraestructuras resilientes: Que las redes eléctricas, de agua y de telecomunicaciones imprescindibles se mantengan en funcionamiento puede ser un factor muy importante al momento de ayudar a las comunidades a recuperarse más rápido luego de un desastre. El cableado eléctrico subterráneo ayuda a proteger infraestructura vital. Si bien es mucho más costoso en comparación con una red eléctrica aérea, a largo plazo los beneficios económicos y sociales de contar con una red confiable pueden más que compensar los costos.
  2.  Diseñar infraestructura de uso diario resistente a desastres: El hospital de Barbuda sufrió daños severos. Al momento de reconstruir el hospital, sería importante diseñar la estructura como refugio ante huracanes para que la comunidad pueda cobijarse de manera segura. Un ejemplo de esto es el centro comunitario de Barbuda. La estructura es fuerte y sobrevivió la tormenta. Sin embargo, la puerta del frente salió volando en la primera hora, mientras que la mayoría de los grandes ventanales de vidrio fueron destruidos, obligando a los miembros de la comunidad a buscar un refugio alternativo en el medio de la tormenta. El mismo principio debería aplicar para cualquier infraestructura pública que se reconstruya en Barbuda.
  3. Estructuras para peligros múltiples: Barbuda también es vulnerable ante sismos e inundaciones. Cualquier estructura debería ser diseñada teniendo en cuenta todos estos peligros, no solo huracanes.
  4. Fortalecer la estimación de impacto: El pronóstico y el modelado del clima han mejorado enormemente en los últimos años, sin embargo, la estimación climática para pequeños estados insulares sigue siendo un desafío. Un mejor sistema de pronóstico a nivel regional y nacional que se centre en el “impacto” de previsiones climáticas específicas, en lugar de los pronósticos generales, es lo que se necesita en este momento.
  5. Comunidades como agentes de intervención inmediata: Toda comunidad que enfrenta un desastre termina siendo un “agente de primera respuesta”. Desarrollar la capacidad de las comunidades de estar preparadas, capacitadas y organizadas contribuye considerablemente al objetivo de ayudarlas a responder mejor ante un desastre.
 
Estas son algunas de las enseñanzas derivadas de nuestra experiencia en esfuerzos de recuperación complejos en otros países que podemos ofrecer, no solo a Barbuda, sino también a toda la región.
 

Autores

Saurabh Dani

Senior Disaster Risk Management Specialist

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