América Latina, en la encrucijada de la política monetaria/ Banco Mundial
Cuando asumí el cargo de Economista Jefe para Latinoamérica y el Caribe en el Banco Mundial hace casi un año, una de las tareas que me propuse fue que los estudios de alta calidad que se preparan en mi oficina (soy muy afortunado de contar con un excelente equipo de investigadores) lleguen a la mayor audiencia posible. Para mí, como economista, es fácil intercambiar puntos de vista con mis colegas o amigos de la academia. ¿Pero qué pasa con el resto de la gente? Después de todo, nuestro principal propósito es compartir con todo el público -y no sólo economistas- qué está pasando en nuestra región, cuáles son los principales problemas que enfrentamos, y qué debemos hacer para seguir creciendo en forma inclusiva y continuar reduciendo la pobreza y desigualdad social.
Al viajar por la región resulta claro que todos los latinoamericanos están cada vez más interesados en conocer de fuentes especializadas cómo progresarán las economías de sus países y qué impacto tendrá en sus bolsillos, en particular en los próximos años cuando comienzan a atisbarse signos de recuperación.
En este respecto, la buena noticia es que, luego de una desaceleración del crecimiento por seis años consecutivos (incluyendo una contracción del 1,3 por ciento el año pasado), se espera que América Latina y el Caribe retomen el crecimiento en el 2017, con pronósticos de un aumento en el producto interno bruto (PIB) real del 1,2 por ciento en el año 2017 y del 2,3 por ciento en el 2018.
¿Qué significa ésto y por qué nos parece importante su difusión? Gobiernos, legisladores, empresarios, trabajadores, todos, están ávidos de consejos y recomendaciones sobre qué hacer para que sus países retomen la senda del crecimiento, esta vez más sostenido en el tiempo, y cómo protegerse de los shocks externos, desde crisis globales hasta desastres naturales.
Es por ello que, por primera vez en tres años, decidimos publicar este año en español la totalidad del recién lanzado informe semestral “Entre la espada y la pared: La encrucijada de la política monetaria en América Latina”, que está ahora disponible online.
Permítanme comentarles algunos mensajes importantes del informe:
- En general, se espera que los factores externos que habitualmente han estado asociados al crecimiento de la región (los precios de las materias primas y el crecimiento de China para Sudamérica y el crecimiento de Estados Unidos para México, América Central y el Caribe), permanezcan estables o, a lo sumo, muestren una leve mejoría. Esto implica que, en el corto y mediano plazo, la región tendrá que contar con sus propias fuentes de crecimiento. En concreto, necesitará reformas estructurales particularmente en los sistemas de pensiones, los mercados de trabajo y los sistemas educativos, y aumentos en el gasto en infraestructura.
- Desafortunadamente, las necesidades de la región de aumentar el gasto en capital físico y humano se verán obstaculizadas por las limitaciones de los recursos fiscales. De hecho, como se enfatiza en el Capítulo 1 del informe, uno de los principales problemas macroeconómicos de la región es la débil posición fiscal de la mayoría de los países. En efecto, 28 de los 32 países de la región tendrán un déficit fiscal en el 2017.
- Dada la frágil situación fiscal, una fuente de preocupación para el futuro cercano es que habrá poco margen para las políticas fiscales contracíclicas, necesarias para estimular el crecimiento y/o apoyar las reformas estructurales. Esto naturalmente tiende a poner más peso en la política monetaria con fines de macroestabilización.
- Pero, a su vez, los bancos centrales de la región están enfrentado un crítico dilema en lo que se refiere a la política monetaria. Considere por ejemplo un país exportador de materias primas que sufre un shock negativo a los términos de intercambio (como sucedió con la caída en el precio del petróleo a mediados del 2014). Este shock llevará, entre otras cosas, a una disminución en el PIB real, una caída en la entrada neta de capitales, un aumento en la inflación, y una depreciación de la moneda doméstica. ¿Cómo debería reaccionar la autoridad monetaria? Por un lado, si aumenta la tasa de interés de la política monetaria para defender el tipo de cambio y evitar una aceleración de la inflación, agravará la recesión/desaceleración (lo cual constituye una política monetaria procíclica). Por otro lado, si reduce la tasa de la política monetaria para estimular la economía (política monetaria contracíclica), se arriesga a que se produzca una mayor depreciación, la cual podría acelerar la salida de capitales y depreciar aún más la moneda doméstica, dado que los agentes económicos se preocuparán por la inestabilidad macroeconómica y financiera. Es este dilema de política monetaria lo que pone a las economías de la región entre la espada y la pared.
- Como se muestra en el Capítulo 2, los países industriales, casi sin excepción, han llevado a cabo una política monetaria contracíclica, mientras que varios mercados emergentes en general, y muchos países de la región en particular, han aplicado una política monetaria procíclica, agravando así la recesión/desaceleración. ¿Cómo pueden resolver los mercados emergentes este dilema? La mejor manera sería tener un banco central independiente, niveles bajos de dolarización y un marco de política monetaria creíble (generalmente construido a lo largo de varios años) que inspire confianza en los mercados y evite que una depreciación moderada de la moneda doméstica en los malos tiempos se convierta en una fuente importante de inestabilidad. Este es el caso de Chile, que generalmente ha llevado a cabo una política monetaria contracíclica, tal como lo hacen los países industriales. De hecho, siguiendo estos principios, varios países en la región han logrado pasar de una política monetaria procíclica a una política monetaria contracíclica. Efectivamente, comparando antes y después del 2007, el porcentaje de países procíclicos en Latinoamérica y el Caribe ha caído del 60 al 42 por ciento.
- Sin embargo, si bien lo ideal sería construir instituciones monetarias fuertes que hagan que este tipo de respuestas sean innecesarias, varios países han recurrido a un segundo instrumento de política como una forma de resolver el dilema de la política monetaria: los encajes legales bancarios. La idea consiste en que, si se eleva la tasa de política monetaria para defender la moneda en los malos tiempos, el banco central puede entonces reducir los encajes legales para estimular la economía. De hecho, varios países de la región han recurrido frecuentemente al uso de los encajes legales (tanto en moneda nacional como en moneda extranjera) como otro instrumento de política monetaria. Finalmente, cabe destacar que cierta intervención ocasional en los mercados cambiarios también debería ser parte del menú de políticas disponibles. Una intervención oportuna y temprana en los mercados cambiarios para evitar la depreciación de la moneda doméstica puede liberar a la tasa de política monetaria para que pueda ayudar a la economía a recuperarse.
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