La gravedad de la pandemia está desafiando los sistemas de salud de los países, mientras que los impactos económicos y sociales están generando impactos que transformarán el mundo posterior a la COVID-19. Los logros globales en reducción de la pobreza, el aumento de la prosperidad y mejoras en la salud, que se habían obtenido en los últimos años están en riesgo de desaparecer en todo el mundo.
De acuerdo con las proyecciones del Banco Mundial, para 2021 entre 110 millones y 150 millones de personas más habrán caído en la pobreza extrema, el primer aumento mundial desde 1998. Pero no son solo estos logros los que corren peligro, sino también aquellos relacionados con el progreso en la reducción de la fragilidad, los conflictos y la violencia, y el hambre, así como los esfuerzos relacionados con la mitigación contra el cambio climático, el acceso al empleo, el cuidado del medio ambiente y la igualdad de género.
En estos momentos, los países se están concentrando en los desafíos a corto plazo que representa la pandemia; sin embargo, deben mantener una visión de desarrollo a largo plazo que garantice una recuperación resiliente para todos. Esta recuperación resiliente implica aprovechar nuevas oportunidades para construir un futuro más sostenible, inclusivo y resistente; es buscar construir sociedades que se caractericen por ser más capaces de aguantar las crisis futuras al gestionar mejor los riesgos a los que se enfrentan.
La reconstrucción de los países debe asegurar que el proceso de recuperación sea más corto, eficiente y que no se deje a nadie atrás. Este necesita incorporar principios básicos como la transparencia; poner un fuerte énfasis en combatir la pobreza y la desigualdad, y fomentar la inclusión. Además, debe apegarse al respeto por el estado de derecho, así como a la preservación y el fortalecimiento de las capacidades institucionales. Los países deben comprometerse a construir capital humano y natural, y a preservar los bienes públicos globales como la salud, el clima y la biodiversidad.
Estos principios tienen que ir de la mano con tres prioridades fundamentales:
- Apoyar en la reconfiguración de empresas y cadenas de suministro a nivel global, regional y local; expandir y mejorar las redes digitales, e impulsar el crecimiento sostenible y la creación de empleo combinadas con mejor educación, formación profesional y políticas públicas que impulsen el mercado laboral para que la gente vuelva a trabajar.
- Reformar para eliminar las barreras que han frenado el crecimiento de la productividad en el pasado, y que al mismo tiempo mejore la resistencia a las futuras crisis.
- Renovar los esfuerzos para generar equidad e inclusión, abordando las fuentes estructurales de desigualdad, incluida la movilidad intergeneracional y las disparidades espaciales.
La crisis está provocando cambios profundos a nivel global que pueden persistir mucho después de que el virus esté bajo control. Por el ejemplo, el mundo se está moviendo hacia el acceso universal a Internet y se está dando un gran impulso a lo digital como sustituto de la movilidad. Sin embargo, no todas estas tendencias serán positivas y la posibilidad de consecuencias negativas duraderas es real. Si bien sigue habiendo una incertidumbre considerable sobre cómo se verá realmente el mundo posterior a la COVID-19, los países pueden tomar acción temprana para asegurar un futuro mejor para todos.
El Grupo Banco Mundial se ha comprometido a hacer todo lo posible para ayudar y está trabajando con más de 100 países de ingreso bajo y mediano, apoyando a sus sistemas sanitarios y sus respuestas a gran escala, así como para sentar las bases de la recuperación. Tiene previsto proporcionar hasta USD 160 000 millones en financiamiento desde abril de 2020 hasta junio de 2021 para mitigar la emergencia sanitaria y enfrentar los impactos económicos y sociales de la crisis.
Este trabajo se basa en cuatro prioridades: salvar las vidas amenazadas por la pandemia; proteger a los más pobres y vulnerables; ayudar a salvar los empleos y las empresas; y trabajar para construir una recuperación más resiliente.
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