Durante una reciente misión en México, tuve el placer de participar en tres eventos que realmente nos permitieron entender el poder transformador de los datos abiertos.
1. Acompañé al Secretario de Movilidad de la Ciudad de México para inaugurar un sistema de datos abiertos que alerta a los usuarios de transporte público de esta ciudad de ocho millones de habitantes sobre cualquier interrupción en este sistema multimodal --una red de subterráneos, una línea de ferrocarril suburbano, cinco líneas de ATR Metrobús, un sistema de troles eléctricos así como autobuses. El sistema fue construido utilizando un "software" de código abierto en un conjunto de datos abiertos y estandarizados, como parte de un esfuerzo apoyado por el Banco Mundial. No sólo se trata de que este servicio genera valor para los pasajeros de la Ciudad de México de manera inmediata, sino que también le permite a cualquier otra ciudad con datos organizados bajo un estándar GTFS similar (más de 1000 ciudades ya lo hacen) utilizar el mismo código desarrollado para México a través del registro por Internet GitHub. Asimismo, estos formatos abiertos y estandarizados permiten a los desarrolladores construir aplicaciones que utilicen esta información, con la posibilidad de un mercado global para las mismas. La expectativa de que la ampliación de este mercado potencial estimulase aún más la innovación en aplicaciones para el transporte público orientadas a los usuarios ciertamente dio resultado — ya existen cientos de aplicaciones basadas en GTFS.
2. Participé de un taller que discutió la segunda fase de este esfuerzo de datos abiertos con una gama de agencias de la Ciudad de México. El objetivo original y primario del estándar de datos abiertos GTFS era presentar datos sobre el servicio de transporte público — itinerarios y rutas — de una manera estándar para permitir el desarrollo de agendas de viaje orientadas al usuario. Sin embargo, nuestro colaborador Kevin Webb y sus colegas en Conveyal se dieron cuenta de que estos conjuntos de datos GTFS estandarizados podían usarse como plataforma para la construcción de herramientas para la planeación. Específicamente, herramientas que midiesen la accesibilidad — algo particularmente cercano a mi comunidad de transporte urbano. Un viejo amigo de la Universidad de Berkeley, el profesor Dave Levinson, de hecho creó un observatorio único de accesibilidad en la Universidad de Minnesota — básicamente con medidas de accesibilidad derivadas del GTFS como instrumento central. En mi caso, la accesibilidad es una medida crítica que puede ayudarnos a entender el papel que juega la movilidad en las ciudades a la hora de generar mercados de trabajo urbanos de mejor desempeño. Mejorando la accesibilidad de los trabajos, las ciudades pueden reducir la pobreza y facilitar la prosperidad compartida (la imagen muestra un ejemplo de Seattle, en donde el color de cada zona representa el grado de acceso a un puesto de trabajo a través del transporte público. Medidas como esta pueden ser fácilmente reproducidas mediante el uso de datos GTFS, del censo de puestos de trabajo y OpenTripPlanner. El impacto de los cambios en los sistemas de transporte puede ser medido en términos de cambios en la accesibilidad a los puestos de trabajo.) Por tanto, el foco del esfuerzo mexicano es construir herramientas de código abierto y amigables con el usuario que combinen datos abiertos respecto del transporte público con otros datos disponibles al público sobre la ubicación de puestos de trabajo, vivienda y servicios púbicos (por ejemplo, espacios públicos) para ayudar a los tomadores de decisiones a evaluar la evolución del desarrollo espacial y el mercado urbano de puestos de trabajo en la ciudad, evaluando potenciales áreas de intervención que carezcan de estos servicios. Lo mejor de todo fue que a mitad de camino, el taller se tornó en una discusión entre las diferentes agencias respecto al enorme potencial de mejora en la toma de decisiones mediante un mejor uso de los datos preexistentes en el gobierno de la ciudad, si pudiese organizarse, estandarizarse y hacerse público. En el mejor de los casos, nuestro pequeño trabajo — financiado por la ESMAP — no solo respaldará el desarrollo de herramientas de accesibilidad, sino también la evolución de este esfuerzo por compartir y estandarizar los datos de todas las agencias de la ciudad, que a su vez podría acelerar los procesos interinstitucionales para responder mejor a las necesidades de los ciudadanos.
3. Al cierre de la misión tuvimos la suerte de escuchar la presentación sobre la estrategia digital de México, que vale la pena leer por muchas razones, en particular por el foco en los datos y códigos abiertos. La oficina digital bajo la Presidencia encabeza el proceso de asegurarse que todos los esfuerzos digitales del gobierno resulten en datos abiertos disponibles en formato estándar y en la promoción del uso de software de código compartido, algo que ahorra mucho dinero al gobierno. La visión articulada por Jorge Soto, un asesor especial de esa oficina, fue la de alcanzar un futuro basado en los datos y códigos abiertos, no sólo para la transparencia, sino como plataforma para la innovación y la generación de valor. En mi opinión estas tres experiencias encapsulan todo aquello que hace que los datos abiertos sean tan apasionantes — una combinación de importantes beneficios en términos de transparencia y gobierno abierto (ver el blog de mi colega Diego Canales con una historia sobre transparencia y datos abiertos en San Pablo). Incluso, diría, reutilizaciones inesperadas que podemos aprovechar para generar innovación y valor. Espero poder volver en unos meses para informarles sobre los avances que estamos logrando respecto a nuestras herramientas de código abierto, la evolución de los datos abiertos en México e, idealmente, la concreción de nuevos usuarios y usos para estos datos y herramientas.
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