Recientemente participamos en la realización de una encuesta de movilidad urbana en el Área Metropolitana de Buenos Aires para explorar las diferencias en el viajar diario de los hombres y las mujeres. Lo que hayamos fue fascinante y creemos que echa luces sobre cómo los desplazamientos de la mujer pueden convertirse en enemigos de sus oportunidades de empleo.
Hay mucha evidencia de que incluso en un entorno sofisticado de clase media, como la de Buenos Aires, todavía sobreviven los roles de género ‘tradicionales’. Las mujeres, especialmente las que tienen hijos, presentan patrones de viajes más complejos que sus homólogos masculinos.
Las mujeres viajan más, necesitan hacer viajes en tiempos no-pico y hacen recorridos adicionales en su ruta al trabajo a destinos fijos (como la guardería de sus niños). Las encuestas de movilidad confirmaron que las tendencias observadas en Buenos Aires son similares a los resultados alrededor del mundo, incluyendo Europa y Estados Unidos, así como naciones menos desarrolladas como Perú y Vietnam. Si se comparan los patrones de movilidad de hombres y mujeres, éstas pasan el mismo tiempo viajando que los hombres, pero cubren distancias más cortas.
Estábamos interesados en saber cómo estas limitaciones podrían afectar las oportunidades de empleo de las mujeres. Para nuestra sorpresa, el estudio inicial no resaltó ninguna diferencia significativa; los tiempos de viaje promedio para hombres y mujeres en la fuerza laboral fueron aproximadamente los mismos (47,47 minutos y 47,10 minutos, respectivamente) en todos los niveles de ingresos y socioeconómicos. Esta similitud entre el tiempo promedio de viaje entre hombres y mujeres es consistente con muchos otros datos que sugieren que el tiempo promedio de viaje permanece estable para diferentes sociedades, tipos de viaje, dispersiones de tiempo de viaje y niveles de ingresos.
Sin embargo, una vez que empezamos a examinar los datos más detalladamente, nos dimos cuenta de que esta similitud en los patrones de movilidad de los hombres y las mujeres era engañosa; ya que cuando los viajes fueron georeferenciados vimos que a pesar de que los tiempos promedio de viaje son casi iguales, los hombres en realidad viajan a una velocidad significativamente más rápida, y como consecuencia, pueden cubrir distancias más grandes.
En general, los viajes realizados por mujeres, particularmente mujeres con niños, se hicieron a velocidades de desplazamiento significativamente más bajas. En el cuadro siguiente se muestra que las mujeres con hijos, por ejemplo, viajan una distancia promedia de 7,92 kilómetros a una velocidad de 9.98km/h, en comparación a una distancia promedia de 9,96 kilómetros para los hombres con hijos, lo que se traduce en una velocidad de 12,27 km/h.
¿Cómo podemos explicar estas diferencias?
Nuestra hipótesis es que las opciones de viajes de las mujeres están limitadas en parte por las actividades del hogar, que las obliga a depender en modos de transporte más lentos: el estudio revela que las mujeres caminan más y utilizan más los autobuses, mientras que los hombres viajan en carro o utilizan el tren. Si las mujeres están de hecho limitadas a hacer viajes más cortos, esto significa que tienen menos acceso a oportunidades de empleo, con la consecuencia inevitable de tener que aceptar trabajos aunque su salario sea menor a lo que se está ofreciendo en el mercado laboral.
El siguiente mapa destaca el fuerte contraste en la accesibilidad de empleo entre los hombres y mujeres en el Área Metropolitana de Buenos Aires: en algunas partes de la ciudad, los hombres con niños tienen acceso hasta ocho veces más opciones de empleo que sus contrapartes femeninas.
Recomendaciones
En el futuro, estos hallazgos abren las puertas para más investigaciones, así como recomendaciones para los responsables de hacer políticas de movilidad. Usando una combinación de métodos cualitativos, cuantitativos y métodos de serie temporal pueden ayudarnos a obtener un mejor entendimiento de las causas subyacentes de las desventajas de la movilidad de las mujeres, y nos permitiría analizar a detalle la relación entre las restricciones de su desplazamiento y sus opciones laborales.
Para los responsables políticos, tenemos que estudiar la manera de cambiar los sistemas de transporte para que puedan adaptarse mejor a las necesidades de las mujeres. Intervenciones potenciales pueden incluir:
- Mejorar las opciones de transporte durante el día, en tiempos no pico, y a lo largo de las rutas que son utilizadas por las mujeres. Apoyar la infraestructura y una cultura de uso de bicicleta también podría ser parte de la solución
- Evaluar las rutas de transporte público y servicios de manera crítica y sistemática que asegure el apoyo de estos viajes.
- Establecer estructuras tarifarias innovadoras, tales como transbordos gratuitos (en particular para los viajes cortos para hacer mandados del hogar), así como pases mensuales/semanales/diarios.
- Hacer cambios de infraestructura, como crear guarderías de niños, centros de salud y servicios municipales (pago de facturas, etc) alrededor de centros de transporte.
- También debemos considerar el papel que los automóviles pueden jugar en la reducción de las restricciones relacionadas con el género
Nuestra actual comprensión de las diferencias en los patrones de movilidad de hombres y mujeres es limitada, pero la tecnología y georeferenciación pueden ayudarnos a tener un mejor entendimiento. Utilizando estas herramientas, necesitamos desarrollar un nuevo marco de evaluación que nos permita calcular el costo social y económico de las restricciones de movilidad relacionados con los diferentes géneros, para así evaluar los beneficios y la eficiencia de las soluciones alternativas.
* Entrada con colaboración de María Catalina Ochoa
Sigan a los autores en twitter: @shomik_raj, @tatipq y @cataochoa
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