Los datos pueden crear valor económico y social, que puede multiplicarse mediante su reutilización. Pero, ¿se reparten equitativamente estos beneficios sociales y económicos derivados de los datos, sobre todo en los países que más se beneficiarían de su producción, uso y reutilización?
En un intento de promover una respuesta afirmativa a esta pregunta, en el Informe sobre el desarrollo mundial 2021: Datos para una vida mejor (i) se convoca a un nuevo contrato social en torno a los datos (i) que garantice una mejor representación de las personas marginadas. Esto significa que los datos que se recopilen y analicen en los sistemas de datos deben reflejar las necesidades de TODAS las personas. Si bien es cierto que generalmente los datos de que se dispone para mejorar la vida de las personas (i) son insuficientes y no se aprovechan como deberían, este problema es aún mayor cuando se trata de brindar ayuda a las niñas y las mujeres (i), que representan la mitad de la población mundial.
¿Hasta qué punto son graves las deficiencias de datos sobre mujeres y niñas?
A lo largo de la actual pandemia de COVID-19, las carencias de datos desagregados por sexo han sido marcadas, haciendo que, en el mejor de los casos, se tenga una comprensión parcial de los impactos diferenciales de la crisis en los hombres y las mujeres (para un análisis sobre este particular, vea el capítulo 2 [PDF, en inglés] del Informe sobre el desarrollo mundial 2021). En marzo de 2020, solo el 61 % de los casos de COVID-19 notificados estaban desagregados por sexo, y solo 26 países los proporcionaban. En noviembre de 2020, 80 países notificaban los casos, pero la proporción, sorprendentemente, seguía siendo del 60 %.
Fuente: Informe sobre el desarrollo mundial 2021: Datos para una vida mejor. Basado en las contribuciones de Mayra Buvinic (Centro para el Desarrollo Mundial), Lorenz Noe (Data2x) y Eric Swanson (Open Data Watch), con aportes del equipo del Informe sobre el desarrollo mundial 2021.
Antes de la pandemia, solo 10 de los 54 indicadores específicos de género (19 %) de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) se encontraban ampliamente disponibles (esto es, basados en normas internacionales de medición), y solo una cuarta parte de esos indicadores específicos de género procedían de datos relativamente recientes (2010 o años posteriores). En 7 de los 10 países donde la reciente contracción económica es más severa, menos del 38 % de los datos sobre los ODS están disponibles por sexo. En varias evaluaciones (i) se han destacado sistemáticamente las carencias de datos en materia de género, información que es fundamental para el diseño y la evaluación de políticas.
Los datos de género disponibles mejoran vidas
La violencia contra las mujeres y las niñas (VCMN) (i) es una pandemia mundial. Una de cada tres mujeres y niñas (35 %) de todo el mundo de entre 15 y 49 años ha sufrido violencia física, sexual o ambas. Según datos del Portal de datos sobre género (i) se observa que al menos 200 millones de niñas y mujeres han sido sometidas a mutilación genital femenina (MGF) y, en al menos 11 países, más de la mitad de las mujeres de entre 15 y 49 años han sido objeto de esta práctica. Conocemos estos datos porque se han realizado estudios representativos de la población para comprender la prevalencia de la VCMN. Estos estudios han utilizado una metodología estandarizada en más de 90 países de todas las regiones y grupos de ingreso.
Adaptado de Kashiwase y Pirlea, 2019.
Fuente: Los datos proceden del Portal de datos sobre género del Banco Mundial (SH.STA.FGMS.ZS), utilizando datos de encuestas demográficas y de salud, de encuestas de indicadores múltiples por conglomerados y de Unicef (i).
Nota: MGF = mutilación genital femenina; Unicef = Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.
Las encuestas demográficas y de salud, que abarcan temas como el VIH/sida y la violencia de género, son ejemplo de una práctica que se viene realizando desde hace tiempo y que ofrece una clara muestra del valor de disponer de datos detallados. En las últimas décadas, los datos de 82 de estas encuestas, desagregados por sexo, se han utilizado como insumos para elaborar leyes que prohíben la violencia doméstica, desarrollar programas de educación sobre el VIH y otras iniciativas. En Vietnam, una encuesta sobre violencia de género reveló que más de la mitad de las mujeres han sufrido abusos físicos, sexuales o emocionales; que casi la mitad de ellas tenían lesiones físicas como resultado de ello, y que siete de cada ocho no buscaron ninguna ayuda. Estos datos estimularon un debate público sobre el tema, sirvieron de base para la elaboración de una Estrategia Nacional de Igualdad de Género e introdujeron servicios de asesoramiento, salud, jurídicos y de refugio para las mujeres víctimas de violencia doméstica.
¿Qué podemos hacer para mejorar las deficiencias de datos sobre hombres y mujeres?
En primer lugar, promover el desarrollo, la difusión y la aplicación de normas internacionales que mejoren la granularidad, la precisión, la comparabilidad y la relevancia política de los datos de género. Como se subraya en el Informe sobre el desarrollo mundial 2021, las normas pueden mejorar significativamente la calidad de los datos en los sistemas y aumentar su utilidad.
Se ha demostrado, por ejemplo, que recurrir a encuestados indirectos para obtener información a nivel individual —un mecanismo habitual de ahorro de costos en las encuestas de hogares realizadas en gran escala— genera estimaciones erróneas de las diferencias de género en cuestiones como la propiedad de activos (i), los resultados del mercado laboral (i) y el control de los ingresos (i). Asimismo, se ha demostrado que las definiciones imprecisas de empleo en Oriente Medio y Norte de África (i) desdibujan los límites entre el desempleo y la informalidad, y que distorsionan el papel de las mujeres en los mercados laborales nacionales. Iniciativas como el Estudio de Medición del Nivel de Vida - Plus (LSMS+) del Banco Mundial (i) y Women Count de ONU Mujeres (i), están contribuyendo al desarrollo y la adopción de las mejores prácticas en la recopilación de datos a nivel individual.
En segundo lugar, invertir en la producción de datos sobre temas especializados que no están cubiertos por las encuestas estándar, como el uso del tiempo y la violencia de género. Es fundamental promover las normas existentes al tiempo que se desarrollan métodos mejorados para este tipo de recogida de datos.
En tercer lugar, hacer que los datos y análisis de género estén disponibles públicamente y sean accesibles de forma transparente. A medida que los datos se hacen más abiertos y accesibles, también es importante promover el uso de los ya existentes para hacer más análisis sobre cuestiones de género. Para fomentar su mejor comprensión y uso, estos esfuerzos deben ir acompañados de iniciativas que fortalezcan la alfabetización en datos de género entre los funcionarios del Gobierno y la población en general.
En cuarto lugar, promover la interoperabilidad y la integración segura de las fuentes de datos de género para maximizar su valor en materia de desarrollo. Por ejemplo, el Sistema de Gestión de la Información sobre la Violencia de Género (GBVIMS) facilita la estandarización y coordinación segura, ética, eficaz y eficiente de los datos basados en servicios, que pueden combinarse con datos representativos de una población determinada para obtener importantes conocimientos. Aunque estos esfuerzos son fundamentales, también es primordial garantizar que las inversiones en sistemas de datos sobre violencia de género no desvíen los limitados fondos y el personal de la prestación de servicios a las sobrevivientes de la violencia. Es necesario realizar inversiones separadas —y de mayor cuantía— en la prestación de servicios y en los sistemas de datos.
En quinto lugar, debemos garantizar que los insumos para el aprendizaje automático a partir de macrodatos reflejen suficientemente a las mujeres y a los hombres de forma no sesgada. A pesar de las oportunidades que ofrecen los enfoques de macrodatos y aprendizaje automático, el uso de algoritmos de este modo puede amplificar la discriminación contra las personas y acentuar las desigualdades raciales, de género y económicas existentes. Por ejemplo, las mujeres, especialmente en los países de ingreso bajo y mediano, tienen acceso limitado a los teléfonos móviles, a Internet y a las cuentas bancarias, lo que reduce su representación en los datos que se utilizan para entrenar los modelos de aprendizaje automático con el fin de orientar las intervenciones o los conocimientos sobre el comportamiento. Cuando no están presentes las mujeres, son menos visibles o se reflejan de forma poco representativa en los datos de entrenamiento, las políticas, las reglas o los programas basados en algoritmos de aprendizaje automático amplificarán esos sesgos.
Por último, aunque la pandemia creó nuevas demandas de estadísticas, también interrumpió el suministro de datos. Más de la mitad de los países de ingreso bajo y de ingreso mediano bajo informaron que la pandemia de COVID-19 afectó la capacidad de las oficinas nacionales de estadística (i) para elaborar registros socioeconómicos. Este problema requiere una atención inmediata y, por otra parte, la creación de sistemas de datos eficaces y que tienen presente la cuestión de género exigirá inversiones sostenidas de orden financiero y de capital humano.
Para descargar el informe completo, haga clic aquí (PDF, en inglés).
Para obtener más información acerca del Informe sobre el desarrollo mundial 2021, visite este sitio web (i).
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