En el mundo hay unos 1100 millones de niñas y algunas de ellas, como Greta Thunberg y Malala Yousafzai, lideran la lucha en temas importantes como el cambio climático y la educación. Ver a estas jóvenes dirigiendo y movilizando a otras para crear un mundo mejor es inspirador. Es un recordatorio del potencial dentro de ellas que puede liberarse o, como suele ser el caso de las niñas en todo el mundo, puede pasar desapercibido, especialmente en comparación con los varones. Existen numerosos esfuerzos por cerrar esas brechas, pero ¿cómo sabemos si estamos avanzando realmente en la creación de ese mundo mejor para las niñas? ¿Más niñas asisten a la escuela? ¿Aprenden en las clases? En muchos lugares, los padres envían a las niñas a trabajar, las obligan a casarse o les encargan el cuidado del hogar. Pero para medir los avances, es importante saber qué barreras enfrentan en un lugar o contexto determinado, y entender si la situación allí está mejorando, permanece igual o empeora. Para responder estas preguntas y eliminar esas barreras, se necesitan datos. Los datos orientan nuestras intervenciones y son fundamentales para cerrar las brechas de género.
Hace casi 25 años, se aprobó la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing[MIS1] (PDF), en la que se reconocieron los derechos de las mujeres como parte de los derechos humanos. El tema del Día Internacional de la Niña de este año, “La fuerza de las niñas: espontánea e imparable”, presenta un oportuno despertar a la realidad de cuán lejos hemos llegado en materia de igualdad de género.
Los datos disponibles más recientes indican que las niñas en los países de ingreso bajo y mediano enfrentan en gran medida tres situaciones: están matriculadas en la escuela, trabajan por un salario o a menudo realizan labores domésticas no remuneradas, o están comprometidas para casarse. Los estudios de investigación demuestran que el trabajo infantil dificulta el rendimiento escolar de los niños y las niñas, y el matrimonio infantil —en gran medida un problema que afecta a las niñas— se asocia con un menor nivel educacional. Pero ¿ha aumentado la matriculación de las niñas en la escuela? ¿Se ha reducido la probabilidad del matrimonio precoz y el trabajo infantil?
Podemos hacer un seguimiento de estas tendencias aprovechando los esfuerzos para seleccionar y compilar estadísticas de distintos países. Echamos un vistazo a los temas del matrimonio infantil, la escolaridad y el trabajo de las niñas en el Portal de datos de género del Banco Mundial (i), una fuente integral de estadísticas comparables a nivel de país y desglosadas por sexo.
Podemos medir los avances de la matriculación de las niñas en la escuela
En el Portal de datos de género del Banco Mundial existen datos acerca de la matriculación para casi todos los países en las décadas de 1990 y 2010. El siguiente gráfico muestra que la matriculación de niñas en la enseñanza secundaria aumentó de manera consistente en todas las regiones de mundo desde la Declaración de Beijing de 1995. En Asia meridional se registró el mayor avance con un incremento superior al 100 %, aumentado del 33 % al 70 %.
Estas grandes mejoras deben ser motivo de celebración. Aun así, los desafíos persisten. Más allá de la matriculación, son importantes los resultados en materia de aprendizaje. Asistir a clases no necesariamente es un indicador del aprendizaje (vea el Informe sobre el desarrollo mundial 2018 [i]). El Índice de Capital Humano dado a conocer el año pasado refleja el mismo punto, pero también expone un desafío relacionado con los datos. En esta entrada de blog se muestra que el índice no puede desglosarse por sexo para hasta 1 de cada 5 países debido a la falta de datos desagregados por sexo de los años esperados de escolaridad y los resultados de los exámenes.
Pero no podemos medir el estado y los avances en materia de reducción del trabajo infantil y el matrimonio infantil en muchos países
Sin embargo, para gran parte de los países del mundo no hay datos disponibles sobre el trabajo infantil y el matrimonio infantil en el Portal de datos de género.
En el caso del trabajo infantil, el portal se basa en los datos que compila el programa Entender el trabajo infantil (UCW, por sus siglas en inglés) de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el Banco Mundial. Este se reconoce como la mejor fuente de datos comparables entre países sobre el tema. El programa define el trabajo infantil como los niños (niños y niñas por separado) de 7 a 14 años empleados en actividades económicas durante al menos una hora en la semana de referencia. Existen muchas definiciones diferentes del trabajo infantil, que van desde el extremo de las peores formas hasta las diversas medidas de situación laboral de los niños, que generalmente dependen de la edad del niño, el número de horas trabajadas y los tipos de tareas realizadas (consulte este informe de la OIT y la explicación [i] de Our World in Data).
Una medida del estado del trabajo infantil del UCW —que definimos como disponibilidad de al menos un punto de datos desde 2010— se encuentra disponible solo para la mitad de los países de ingreso bajo y mediano. Una medida de los avances —que definimos como la disponibilidad de al menos un punto de datos en la década de 1990 y al menos un punto de datos en la década de 2010— se encuentra disponible solo para cuatro países de ingreso bajo o mediano.
Existe una mayor disponibilidad de datos sobre el matrimonio infantil, tanto para medidas del estado como de los avances, pero todavía existen carencias significativas de datos. Aunque se dispone de una medida del estado del matrimonio infantil en 105 economías, solo se dispone de una medida de los avances en 48 de estas economías.
Debemos entender las razones subyacentes de estas brechas de datos
Estas brechas de datos se producen no solo porque no existen encuestas en un periodo determinado para países específicos. También es debido a que los datos a nivel mundial no están armonizados. Por ejemplo, tomemos a Zambia: el indicador de trabajo infantil no se encuentra en la base de datos armonizada a nivel mundial que usamos para el periodo posterior a 2010, a pesar de que existe una encuesta sobre la fuerza de trabajo realizada en 2012 en que se recopiló información sobre la participación en la fuerza laboral de personas de 5 años o más. Aunque existen algunos indicadores del trabajo infantil, quizás la definición consolidada a nivel internacional en el marco del programa UCW no encajaba o el equipo del UCW no pudo acceder a la encuesta. Por lo tanto, el problema se produce respecto del acceso (mayor recopilación de datos con las preguntas adecuadas) y de la armonización (estandarizar las variables en las encuestas recopiladas y ponerlas a disposición del público).
La escasez de datos sobre el matrimonio infantil refleja desafíos similares. En las encuestas de hogares de todo el mundo se pregunta con frecuencia el estado civil actual de todos los miembros de la familia mayores de cierta edad. Pero esto no es suficiente para medir la incidencia del matrimonio infantil, para lo cual es necesario preguntar la edad del primer matrimonio.
La situación actual de la disponibilidad de datos nos hace plantearnos una serie de preguntas, lo que nos limita para analizar adecuadamente los avances en materia de trabajo infantil y matrimonio infantil.
Cerrar las brechas de género: el camino a seguir implica un enfoque múltiple que aborde la recopilación, la armonización y el uso de los datos
Este blog aborda solo tres indicadores importantes mediante los cuales se monitorea el bienestar socioeconómico de las niñas: la matriculación, el trabajo infantil y el matrimonio infantil. Las carencias de datos de género se describen ampliamente en informes de UNICEF (PDF, en inglés) y Data2X (PDF, en inglés).
Si bien no podemos medir los avances con respecto a los últimos 25 años, no es demasiado tarde para sentar las bases para evaluar los avances futuros. Pero debemos comenzar ahora para que, en otros 25 años, no estemos repitiendo el mismo mensaje.
Por supuesto, el objetivo final no son los datos por el bien de los datos en sí mismos: las mejoras en la disponibilidad, la armonización y la medición de los datos deben promover la utilización de estos para orientar e implementar buenas intervenciones y políticas que aumenten el bienestar de las niñas y les proporcionen un futuro más promisorio. Cuando a las niñas les va mejor, todos ganamos.
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