La pobreza infantil ha caído sostenidamente en América Latina y el Caribe, pero se mantiene mucho más alta que la pobreza entre los adultos. En 2014, la pobreza infantil alcanzó el 36 por ciento, casi el doble que la tasa de los adultos (19 por ciento - ver Nota). El gráfico a continuación muestra que la pobreza ha caído tanto para los adultos como para los niños, pero una mirada más detallada revela que la pobreza infantil se ha reducido más lentamente.
¿Por qué la pobreza es mayor entre los niños que entre los adultos en la región?
Hay dos posibles explicaciones para esto. Una se puede atribuir a un tema de medición: calculamos la pobreza infantil dividiendo el ingreso del hogar uniformemente entre todos sus miembros. Naturalmente, en hogares con un mayor número de niños el ingreso será dividido entre más personas que probablemente no trabajan, lo cual podría ayudar a explicar las diferencias entre la pobreza infantil y la de los adultos. Una limitación obvia de este método para medir la pobreza es que requiere asumir supuestos sobre cómo se distribuye el consumo dentro del hogar. Es posible que los adultos sacrifiquen su propio consumo para proteger el de los niños en el hogar, con lo cual los niños serían menos pobres de lo que el cálculo sugiere.
Un segundo factor es que mientras las tasas de fecundidad han disminuido en la región en las últimas tres décadas, éstas se mantienen altas entre los hogares más pobres. Este es el caso de las adolescentes, quienes exhiben tasas de fecundidad en el quintil más bajo que usualmente duplican las del segundo quintil más pobre (ver “Embarazo adolescente y oportunidades en América Latina y el Caribe”, Banco Mundial 2012). De hecho, desde la década de los 90, las adolescentes registraron el menor descenso en las tasas de fecundidad de la región, si bien esta brecha se comenzó a cerrar en la última década.
Sin embargo, lo que es cierto es que la pobreza infantil es el resultado tanto de un acceso desigual a oportunidades hoy, como una barrera para acceder a la prosperidad compartida en el futuro.
Tomemos el caso de la educación. No solo el acceso a la educación es menor entre los más pobres, sino que existen brechas importantes de aprendizaje entre los niños de grupos socioeconómicos altos y bajos. Esto es debido, en parte, a que los niños en condición de pobreza son también más propensos a sufrir de desnutrición y enfermedades más frecuentes. Dado que los niños en condición de pobreza tienen menor probabilidad de adquirir las habilidades necesarias para los empleos del futuro, van a enfrentar una difícil batalla para escapar de la pobreza cuando sean adultos. A nivel macro, en ausencia de intervenciones positivas para mejorar los resultados de los niños en condición de pobreza, la fuerza laboral del mañana será menos productiva. Como resultado, la pobreza infantil hoy tiene consecuencias importantes para el futuro de la región.
Nota: Este blog es parte de la serie 'lacfeaturegraph' del equipo del LAC Equity Lab. Para acceder a publicaciones anteriores, por favor ingresar al enlace aquí.
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