Publicado en Blog de Datos

 

Diferentes tipos de grano en un mercado, con carteles identificativos y el precio en árabe.
Fotografía: Eric Valenne geostory/Shutterstock

 

Las personas más pobres del mundo han enfrentado dos años extraordinariamente difíciles. La pandemia ha provocado retrocesos sin precedentes en la reducción de la pobreza que se ven agravados aún más por el aumento de la inflación y los efectos de la guerra en Ucrania.  Estimamos que estas crisis combinadas empujarán a entre 75 millones y 95 millones de personas más a la pobreza extrema en 2022, en comparación con proyecciones anteriores a la pandemia. Si se cumple el escenario más desfavorable, 2022 podría ser el segundo peor año en términos de avances en la reducción de la pobreza extrema en este siglo, solo detrás de 2020 cuando se registró un aumento real de la pobreza mundial.

¿Cómo calculamos estas cifras? En primer lugar, partimos del supuesto de que los ingresos reales de todos los hogares han aumentado en consonancia con el PIB real per cápita del país. Utilizamos tasas de crecimiento del PIB per cápita efectivas para 2020 con el fin de aumentar los ingresos de los hogares de 2019 a 2020 para todos los países. Del mismo modo, utilizamos pronósticos de crecimiento del PIB per cápita incluidos en la edición de abril de 2022 del informe Perspectivas macroeconómicas y de la pobreza (i) con el objeto de hacer lo mismo para 2021 y 2022.[1]

Con el objeto de comprender los cambios en la pobreza desde el comienzo de la pandemia, realizamos también proyecciones de la pobreza utilizando pronósticos de crecimiento disponibles antes de la pandemia como una serie hipotética. La diferencia entre la serie real y la serie hipotética recoge los efectos de la pandemia —principalmente para 2020— e incluye otros factores, como la recuperación (que fue más sólida de lo esperado en algunos países), las presiones inflacionarias y el conflicto en Ucrania, especialmente para 2022.

Nuestro método de referencia supone que todos los hogares de un país se ven igualmente afectados por el aumento de los precios. Sin embargo, sabemos que el 80 % de los países con datos disponibles experimentó en febrero una inflación inducida por los precios de los alimentos más alta que la inflación en que no se tienen en cuenta los alimentos (Ha y otros, de próxima publicación [i]). También sabemos que los hogares más pobres tienden a gastar una proporción mayor de sus recursos en alimentos en relación con productos no alimentarios. Esto significa que los hogares más pobres probablemente sufran mayores impactos por las actuales presiones inflacionarias, algo que nuestro método de referencia pasa por alto. Por lo tanto, nuestra línea de referencia podría ser demasiado baja para estimar el impacto de las crisis en curso sobre la pobreza mundial. Desafortunadamente, aún no se dispone de datos sobre la inflación ni de las encuestas de hogares para entender de qué manera cada hogar se ve afectado por el alza de los precios.

Una manera de calcular el impacto desigual de una mayor inflación de los precios de los alimentos es modificar las perturbaciones inflacionarias que enfrentan el segmento superior y el segmento inferior de la distribución del ingreso, manteniendo al mismo tiempo inalterado el crecimiento real promedio del ingreso. Tomamos los efectos más desiguales encontrados en una simulación de la actual inflación de los precios de los alimentos en 53 países (i) y utilizamos esta información para generar un escenario “más desfavorable” a nivel mundial. Este se traduce en que el 40 % más pobre de la población de cada país, en promedio, enfrenta una inflación 3 puntos porcentuales más alta que el 60 % más rico. En 36 países de África subsahariana, la inflación de los precios de los alimentos es aproximadamente dos veces mayor que la de los productos no alimentarios.

En el gráfico 1 se muestran las tendencias de la pobreza mundial en el escenario de referencia y en el escenario de inflación más desfavorable. En estos dos escenarios, se espera que el número de personas que viven en la pobreza extrema en 2022 llegue a entre 657 millones y 676 millones. Nuestras proyecciones antes del inicio de la pandemia señalaban que habría 581 millones de personas pobres en 2022. Esto significa que la crisis de la COVID-19, el aumento de las presiones inflacionarias y el conflicto de Ucrania empujarán a entre 75 millones y 95 millones de personas más a la pobreza este año, en comparación con los pronósticos anteriores a la pandemia. 

Gráfico 1: Estimación actual de la pobreza extrema, 2015-2021

Hay una serie de advertencias para nuestro análisis y, en el mejor de los casos, el escenario más desfavorable descrito anteriormente es una estimación del impacto a corto plazo. Sabemos que los hogares se adaptan a los precios más altos modificando sus patrones de consumo para atenuar el impacto. También tenemos conocimiento que muchos hogares rurales pobres que participan en la producción agrícola son vendedores netos de alimentos y, por lo tanto, podrían beneficiarse del aumento de los precios. Los salarios también se ajustan, incluso para los pobres de las zonas urbanas (i) y, a medida que aumentan los salarios, el impacto de las perturbaciones en los precios de los alimentos disminuirá. En consecuencia, numerosas evaluaciones de la pobreza donde se examina el impacto de grandes crisis de precios de los alimentos en el pasado han indicado que los elevados precios de los alimentos son un factor que impulsa la reducción de la pobreza a largo plazo (véase, por ejemplo, Camboya [i], Bangladesh [i], India [i], Uganda [i] y Etiopía [i]).

Sin embargo, las cosas podrían empeorar antes de mejorar. Naturalmente, las previsiones de inflación están sujetas a una gran incertidumbre. Para evaluar qué pasaría si los precios de los alimentos aumentan más rápido de lo previsto, utilizamos datos sobre los porcentajes del consumo de alimentos y el consumo medio por quintil extraídos de encuestas de hogares de 71 países de todos los niveles de ingresos. Para predecir la proporción del consumo de alimentos para niveles de consumo determinados, realizamos una regresión del porcentaje del consumo de alimentos sobre el logaritmo del consumo (para obtener más datos, consulte este gráfico [i]). Podemos aplicar esta relación entre los hogares y los países, incluso para aquellos que no tienen datos de las proporciones del consumo de alimentos. Esto revela que las personas que viven en situación de pobreza extrema gastan alrededor de dos tercios de sus recursos en alimentos , mientras que la misma cifra para una persona con un ingreso diario de alrededor de USD 50 —un ingreso típico en los países de ingreso alto— es cerca del 25 %. Podemos utilizar esta información para estimar qué significaría el alza de los precios de los alimentos para los ingresos reales.

En el gráfico 2, incorporamos los impactos debido a perturbaciones imprevistas en los precios de los alimentos. Analizamos qué sucede con la pobreza mundial si los precios de los alimentos son un 1 %, un 3 % o un 5 % más altos de lo que se espera actualmente. En nuestro análisis, cada aumento porcentual de los precios de los alimentos reduce los ingresos reales de los hogares a través de la proporción que gastan en alimentos. Por ejemplo, si un hogar gasta la mitad de sus ingresos en alimentos, se estima que un aumento de un 1 % en los precios de los alimentos disminuirá el ingreso real de este hogar en un 0,5 %. Una vez más, no tenemos en cuenta la producción propia de alimentos por parte de los hogares, para ninguno de los posibles impactos más generales para los ingresos ni para ninguna sustitución por productos alimenticios con menor inflación. Esto último podría desempeñar un papel importante si solo algunos precios de los alimentos aumentan rápidamente. Bajo esta configuración, que probablemente da una estimación del impacto más alta por cada aumento adicional de un 1% en los precios de los alimentos, casi 10 millones de personas más podrían vivir en la pobreza extrema.

Gráfico 2: Impactos estimados de perturbaciones adicionales en los precios de los alimentos

Los Gobiernos pueden mitigar esos impactos a través de políticas de protección social. Sin embargo, a diferencia de los períodos anteriores de alta inflación de los precios de los alimentos, las finanzas públicas se han agotado debido a diversas medidas fiscales promulgadas a lo largo de la crisis de la COVID-19. En el caso de las economías que aún se tambalean debido a la pandemia, las presiones inflacionarias no podrían haber llegado en peor momento.

 

Los autores agradecen el apoyo financiero otorgado por el Gobierno del Reino Unido a través del Programa de Investigación de Datos y Evidencias para Luchar contra la Pobreza Extrema (DEEP).

[1] Cabe destacar que, para ser coherentes en todos los países, nuestra metodología no utiliza datos de encuestas disponibles para 20 países en 2020 y 1 país en 2021. La pobreza extrema mundial en 2020 utilizando una combinación de datos de encuestas de hogares para 20 países y proyecciones basadas en el PIB para el resto arroja una tasa de pobreza de 707 millones en 2020. La diferencia está impulsada principalmente por Brasil, donde los datos de las encuestas de hogares indican tasas de pobreza más bajas en 2020 que las proyecciones basadas en el PIB.


Autores

Daniel Gerszon Mahler

Economista senior, Grupo de Gestión de Datos sobre el Desarrollo, Banco Mundial

Nishant Yonzan

Economist, Development Data Group, World Bank

Ruth Hill

Economista principal, Práctica Global de Reducción de la Pobreza y Promoción de la Equidad, Banco Mundial

Christoph Lakner

Economista sénior, Grupo de Gestión de Datos sobre el Desarrollo, Banco Mundial

Haoyu Wu

Consultor con contrato a largo plazo, Práctica Global de Reducción de la Pobreza y Promoción de la Equidad, Banco Mundial

Nobuo Yoshida

Economista principal, Práctica Global de Reducción de la Pobreza y Promoción de la Equidad, Banco Mundial

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