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Capacitación dirigida a las mujeres: Enseñanzas extraídas de la Iniciativa para las niñas adolescentes

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La crisis mundial del empleo ha impulsado el interés en todo el mundo sobre cómo mejorar la calidad de los programas de capacitación para preparar a las personas para el empleo productivo. La Iniciativa para las niñas adolescentes (AGI) (i) ha logrado algunos de los mejores resultados hasta la fecha entre los programas de capacitación que se han evaluado rigurosamente, por lo tanto tiene sentido preguntarse qué hizo posible que sus proyectos piloto fueran exitosos.
 
Entre 2008 y 2015, implementamos proyectos piloto en ocho países, con el objetivo de apoyar la transición de las jóvenes al mundo laboral. La AGI constituyó la primera experiencia de trabajo del Banco con este segmento de la población —adolescentes y mujeres jóvenes— en el tema de la capacitación y el empleo. Aprendimos mucho en el camino, y lo hemos recopilado en una Guía de recursos, (i) que está disponible en línea, para compartir nuestros aprendizajes con otros equipos.

Dos modelos

Pusimos a prueba dos modelos principales de programas. (i) El primero fue un modelo de educación y capacitación técnica y profesional (TVET, por sus siglas en inglés) impartidas en el aula, cuyo propósito era enseñar habilidades para los mundos del trabajo y de los negocios, además de habilidades para la vida cotidiana. El segundo modelo fue un Club de Niñas que entregó preparación para la vida y breves sesiones de capacitación para conseguir medios de sustento, en un entorno seguro como los clubes comunitarios. Ambos modelos tuvieron un impacto significativo en los resultados económicos de las jóvenes, aunque el Club de Niñas tuvo un costo mucho menor.
 
En Liberia, por ejemplo, el Proyecto de empoderamiento económico de las adolescentes y mujeres jóvenes (EPAG) —un programa de TVET en el salón de clase— aumentó la tasa de empleo de las participantes en un 47 % y la tasa de sus ingresos en un 80 %. (PDF, en inglés) En Uganda, el programa del Club de Niñas elevó la probabilidad de participación de las niñas en actividades generadoras de ingresos en un 35 % (PDF, en inglés) y tuvo un gran impacto en las conductas sexuales de riesgo y las experiencias de violencia de las niñas.
 
Un reciente metanálisis las políticas activas sobre el mercado de trabajo (PDF, en inglés) señala que los efectos promedio de los programas tienden a ser mayores para las mujeres, y que la capacitación y otras iniciativas dirigidas al capital humano son particularmente eficaces entre las mujeres. Esto parece indicar que ambos modelos de la AGI —la capacitación en el aula y la capacitación comunitaria en clubes de niñas— deben seguir siendo implementados y probados en diversos ámbitos.

Lecciones aprendidas

Entonces, ¿qué hizo que los proyectos de la AGI fueran eficaces para las jóvenes?

En primer lugar, la AGI realizó grandes esfuerzos para que las niñas participaran en los proyectos y se mantuvieran en ellos, lo cual es un desafío en sí mismo, especialmente en el caso de las niñas de menor edad. Sabemos que la deserción de los programas de capacitación es alta, pero no conocemos realmente la magnitud del problema debido a que en muchos proyectos no se supervisa ni se informa la asistencia individual. Cuando los encargados de los proyectos dan a conocer información sobre la deserción y la desglosan por sexo, a menudo se puede observar que las jóvenes abandonan los programas con mayor frecuencia que los varones y que lo hacen por razones diferentes. (PDF, en inglés) Los proyectos piloto de la AGI lograron que las jóvenes se inscribieran y que las tasas de terminación de los programas fueran superiores al 90 %.

La AGI realizó las siguientes actividades para inscribir a las jóvenes y retenerlas en los programas:

 
Otra característica clave de los proyectos de la AGI fue su objetivo explícito de mostrar a las participantes oficios más rentables. Por defecto, muchos programas de capacitación dirigidos a las mujeres se enfocan en áreas tradicionalmente femeninas, las que a menudo son menos lucrativas y menos seguras. Eliminar la segregación laboral no es fácil, pero es posible, y debe ser una meta de los proyectos dirigidos a mejorar los resultados económicos de las mujeres.
 
Proporcionar a las niñas información precisa sobre los beneficios de diversos oficios dominados por los hombres y por las mujeres es un primer paso. En Kenya se realizó un experimento, en el cual se proporcionó esa información y se pudo lograr que las jóvenes se inscribieran en programas de capacitación sobre oficios tradicionalmente masculinos. Pero posteriormente ellas no tuvieron mayores probabilidades de completar la formación o trabajar en esos oficios que las jóvenes que no habían recibido la información.

El trabajo cualitativo en Uganda sobre las mujeres que “cruzaron” con éxito a las áreas dominadas por los hombres concluyó que la presencia de modelos masculinos a comienzos de la carrera laboral de una joven era un factor importante, lo que indica además que la información por sí sola no es suficiente. 

La AGI realizó las siguientes actividades para eliminar la segregación profesional:
  • Llevó a cabo evaluaciones del mercado laboral local, (i) en las que se analizó a propósito la demanda del mercado en oficios no tradicionalmente realizados por mujeres;
  • Incluyó un periodo de orientación para educar a las participantes acerca de sus opciones de capacitación; (i)
  • Alentó a las mujeres a ingresar de manera grupal en oficios no tradicionales;
  • Apoyó a las participantes, mediante consejeros (i) y otros modelos a seguir de la comunidad, y realizando un seguimiento cuidadoso (i) de posibles consecuencias no deseadas. 
Entonces, ¿qué es lo fundamental?

Si se tiene la intención de diseñar e implementar proyectos que funcionen bien para las jóvenes, será necesario realizar una mayor planificación y contar con más recursos por adelantado, pero los resultados serán impactantes, haciendo que la inversión valga la pena. Un solo programa no tiene por qué hacerlo todo: las estrategias que busquen que la capacitación favorezca a las mujeres deben tener sentido en el contexto local.
En los próximos blogs se analizarán con más detalle las lecciones de “buenas prácticas” extraídas de la AGI —no específicas para las mujeres jóvenes— y se destacarán las recomendaciones para futuros trabajos de investigación y programas de aprendizaje.

 


Autores

Sarah Haddock

Social Development Specialist, South Asia

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