En condiciones extremas, un ser humano puede sobrevivir tres minutos sin aire, tres días sin agua y tres semanas sin alimento. Para apoyar a una población mundial de 7500 millones de personas, se necesitan más recursos naturales esenciales lo que está causando deforestación, degradación y fragmentación de los hábitats, pastoreo excesivo y sobreexplotación.
En el intento por sobrevivir y prosperar, los seres humanos ya usamos el 38 % de la tierra del mundo para actividades agrícolas; además, hemos deforestado la tierra debido a la industria, la minería y la infraestructura, dejando como zonas protegidas menos del 15 % de la superficie terrestre mundial (i) para fines de conservación de la biodiversidad. Si hay tanta presión de los seres humanos en las zonas protegidas, ¿dónde pueden buscar agua y comida las poblaciones restantes de elefantes, grandes felinos y otras especies silvestres? (Comprensiblemente), una cosecha de maíz, un arrozal desprotegido o una vaca bien alimentada parecen irresistibles. Esta lucha por los recursos naturales —especialmente la tierra y el agua— es la raíz de los conflictos entre los seres humanos y la fauna silvestre.
La mayoría de estos incidentes entre los seres humanos y los animales silvestres se produce en los bordes de las zonas protegidas, y son las comunidades locales las que deben soportar el costo de las pérdidas de cosechas, la depredación del ganado, las lesiones de las personas y, a veces, incluso la muerte.
Esto es un problema mundial. Para analizar qué medidas funcionan y cuáles no, el Gobierno de Gabón en colaboración con el Programa Mundial para la Vida Silvestre (i) organizó una conferencia (i) titulada “Reducción del conflicto entre los seres humanos y la fauna silvestre y el mejoramiento de la coexistencia”, que se realizó en abril de 2017 en Gabón.
El Programa Mundial para la Vida Silvestre, administrado por el Banco Mundial y financiado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM), (i) funciona en 19 países de Asia y África para apoyar acciones en terreno que mejoren la gestión de la vida silvestre y las zonas protegidas, aumentar los beneficios de los medios de subsistencia comunitarios, fortalecer el cumplimiento de la ley y reducir la demanda de recursos.
En la conferencia participaron aproximadamente 80 representantes de más de 20 países. Las principales materias de debate y posibles soluciones fueron:
¿Qué podemos hacer para reducir los conflictos entre los seres humanos y los animales silvestres?
Prevenir que la situación ocurra. Si bien es la solución ideal, es muy difícil ponerla en práctica, ya que implica:
- La planificación del paisaje: las zonas protegidas son el hogar de la fauna silvestre y el cambio del uso de la tierra en torno a ellas fragmenta y degrada su hábitat. Antes de planificar un proyecto de desarrollo, es esencial comprender el tipo de cambios en el uso de la tierra, el comportamiento de la fauna silvestre y los patrones migratorios resultantes. Esto ayudará a predecir dónde podrían ocurrir conflictos entre los seres humanos y los animales silvestres, proporcionando la oportunidad de demarcar eficazmente las zonas y crear corredores de fauna silvestre que vinculen la conservación con la planificación del paisaje.
- Para las comunidades afectadas gravemente por estos conflictos, es importante generar una economía basada en la vida silvestre para cerciorarse que los beneficios compensen los costos asociados de vivir en estos lugares. Los turistas que viajan para ver a un elefante a lo largo de toda la vida de este animal generarán más dinero y beneficios para las personas y el país. (i) Cuando la gestión de la fauna silvestre se considera un activo, las zonas protegidas se convierten en un uso de la tierra competitivo.
Si los conflictos entre los seres humanos y los animales silvestres no se pueden impedir, se podrían adoptar las siguientes medidas:
Minimizar y mitigar el impacto de estos conflictos tanto en los seres humanos como en la fauna silvestre. La reducción de los impactos de estos conflictos no necesariamente disminuirá los conflictos si no se abordan las causas subyacentes. Por lo tanto, para tener éxito es fundamental comprender los aspectos sociales, políticos y culturales de las comunidades afectadas por el problema. A medida que los Gobiernos continúan enfrentando el resentimiento de las comunidades locales, es imprescindible que los encargados de tomar decisiones se den cuenta que las soluciones para mantener alejados a los animales “problemáticos” son solo un paliativo; el trabajo con las personas y el fortalecimiento de su capacidad de gestionar los recursos es la receta para resolver estos conflictos.
Finalmente, si el daño ya está hecho, el enfoque más seguro para mitigar el impacto de los conflictos sería entregar compensaciones o seguros para cubrir las pérdidas económicas. (i) Esta es una solución común, sin embargo, es difícil implementarla de manera justa y no soluciona la esencia del problema ni cambia la percepción negativa de la comunidad hacia la fauna silvestre. El mejor enfoque sería proporcionar beneficios (monetarios y no monetarios) a las comunidades vinculados a resultados positivos en materia de conservación. A estos se los conoce como “pagos para mejorar la coexistencia”, y tienen el doble propósito de promover la conservación de la biodiversidad y mitigar la pobreza.
Los animales silvestres y sus hábitats tienen mucho valor social y económico, ya que generan ingresos por concepto de turismo, apoyan la creación de empleo y proporcionan medios de subsistencia a las comunidades. La fauna silvestre nos da una razón para conservar y proteger los bosques. Si no hay bosques no habrá agua ni servicios de los ecosistemas (i) de los que todos dependemos.
Como comunidad mundial, tenemos que contribuir a la conservación de la vida silvestre y promover la gestión de recursos naturales basados en la comunidad. El camino para reducir los conflictos entre los seres humanos y los animales silvestres descansa en la aceptación de la interdependencia: debemos coexistir si deseamos sobrevivir.
Obtenga más información de las causas y soluciones para los conflictos entre los seres humanos y la fauna silvestre directamente de expertos, y de una agricultora, la señora Mabara Flavienne, quien gracias a una cerca eléctrica impide que los elefantes africanos de bosque destruyan sus cosechas. Vea nuestro video sobre el tema filmado en el Parque Nacional La Lopé en Gabón. (i)
También mire la entrevista al profesor Lee White, director del Servicio Nacional de Parques de Gabón, (i) en la cual describe la devastadora disminución de los elefantes africanos de bosque debido a la caza furtiva en la última década y cómo la demanda internacional de marfil ha llevado a los elefantes a convertirse en “refugiados” para evitar ser masacrados.
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