Los precios de los alimentos están cayendo finalmente después de un año de alzas y alta volatilidad. Sin embargo, no debemos descuidarnos. Los precios de ciertos alimentos siguen siendo muy altos, con lo cual millones de personas en todo el mundo están aún expuestas al riesgo de padecer desnutrición y hambruna.
Veamos primero los números. Según el último informe trimestral Alerta sobre precios de los alimentos del Banco Mundial publicado esta semana, los precios mundiales de los alimentos cayeron 8% entre septiembre y diciembre de 2011 debido al aumento de la oferta y la incertidumbre sobre la situación económica mundial.
Así, en diciembre de 2011, el índice respectivo del Banco Mundial cerró un 7% por debajo de los niveles de diciembre de 2010, y un 14% por debajo del máximo alcanzado en febrero. Sin embargo, el promedio del índice de 2011 es un 24% más alto que el del año anterior, y los precios internos de los productos clave siguen siendo peligrosamente elevados en muchos países.
Examinemos el caso del maíz. En México, por ejemplo, el maíz aumentó 106% entre diciembre de 2010 y el mismo mes de 2011, encareciendo las tortillas. El valor del trigo aumentó 88% en Belarús, mientras que el sorgo subió 57% en Burkina Faso. No importa donde se mire, alguien en algún lugar está pagando más dinero para poner comida sobre la mesa, ya sean quesadillas mexicanas o “to” (gachas) de Burkina Faso.
Es cierto que los altos precios de los alimentos no son algo malo para todos. Aunque los pobres de las zonas urbanas y los consumidores netos de alimentos de las zonas rurales suelen ser los más perjudicados, los productores agrícolas tienden a beneficiarse. Sin embargo, cuando existe tanta volatilidad de los precios -como la que experimentamos el año pasado- la incertidumbre a menudo impide obtener ganancias. Y cuando los precios internos de los productos clave siguen siendo altos en algunos países, millones de personas sufren.
El aumento poco habitual para esta estación del año en los precios de los cereales podría deteriorar aún más las condiciones de inseguridad alimentaria en zonas azotadas por conflictos en África y en el sur de Somalia. Y los mecanismos de superación que adoptan las familias pobres como resultado del alto precio de los alimentos podrían tener efectos negativos en el largo plazo: algunas personas están consumiendo alimentos más baratos o pidiendo prestado dinero; otras están sacando a los niños de la escuela totalmente.
Sin embargo, no hay que confundir estas preocupaciones válidas con profecías de fatalidad. Hay proyecciones favorables de una baja en los precios de los alimentos durante 2012 debido a la desaceleración de la economía mundial, la reducción de la demanda de los consumidores y las disminuciones esperadas en el precio de la energía, entre otros factores. Y al mismo tiempo, para ayudar a las personas afectadas por la subida de los precios, los Gobiernos cuentan con instrumentos a su disposición como más y mejor focalizados programas de alimentación escolar, transferencias en efectivo condicionadas y programas de alimentos por trabajo.
¿Y qué nos puede decir de usted? ¿Cómo se están adaptando las personas en su país y su comunidad?
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