Las pequeñas y medianas empresas son la base de la economía de América Latina. Representan más del 90 por ciento de las empresas de la región y generan más de la mitad de los empleos. Sin embargo, a menudo se enfrentan con un obstáculo que les impide crecer: la falta de crédito. Casi la tercera parte de las empresas de la región consideraba la falta de acceso al crédito como una de sus principales limitaciones, según encuestas recientes.
Tomemos el caso de Sonia Arias, propietaria de una pequeña empresa textil en Medellín. Cuando abrió su taller, hace siete años, tomó un préstamo informal que le dejó tasas de interés altísimas y poco dinero para reinvertir. “Cuando estaba pagando estos préstamos”, dijo, “era como si nos estuvieran pegando con un garrote”.
Una herramienta financiera poco conocida está generando un gran cambio en la situación de Sonia y de otros empresarios que enfrentaban dificultades para obtener préstamos porque no tenía una garantía adecuada. Una garantía es usualmente un requisito para acceder a un crédito bancario. Los bancos latinoamericanos prefieren usar terrenos y edificios como garantía para otorgar préstamos. Sin embargo, en muchos países más de tres cuartas partes del capital de las empresas está formado por bienes muebles, como maquinarias, ganado o cultivos.
Las leyes sobre transacciones con garantía y los registros electrónicos de garantías están transformando la cultura crediticia en la región permitiendo que prestatarios sin terrenos ni edificios presenten otras garantías. Dado que en los próximos días banqueros de toda América Latina se reunirán en Medellín para asistir al encuentro anual de la Federación Latinoamericana de Bancos (Felaban), es esencial que los registros de garantías ocupen un lugar destacado en los debates sobre cómo ampliar el acceso al crédito.
Con el lanzamiento de un nuevo registro en Colombia, los empresarios como Sonia ahora pueden aprovechar activos como una máquina de coser para obtener un préstamo. Desde que comenzó a funcionar el mecanismo en marzo de este año, se efectuaron más de un millón de registros de garantías por más de 93.000 millones de dólares. Si bien solo el 10 por ciento de estos registros representan créditos nuevos, las posibilidades para ampliar el acceso al financiamiento son claras. Más de 100 instituciones financieras, incluidos algunos de los bancos más importantes de Colombia, ya participan en el registro. Las reformas se lograron por medio de la colaboración entre el Gobierno Nacional, la Confederación Colombiana de Cámaras de Comercio (Confecámaras) y la Corporación Financiera Internacional (IFC), entidad del Banco Mundial enfocada en el sector privado.
En el informe Doing Business 2015, por primera vez Colombia llegó al primer lugar de América Latina, en parte, gracias a la creación de este nuevo registro.
IFC ha trabajado con varias entidades en más de 30 países en proyectos como este. Según encuestas realizadas por el Banco Mundial en 73 países, las reformas de los registros han ampliado el acceso al financiamiento bancario en casi 8 puntos porcentuales y el acceso a préstamos en 7 puntos porcentuales. Además, han permitido una reducción del 3 por ciento, en promedio, en el costo de los créditos.
Para Sonia, la empresaria en Medellín, el registro representa una oportunidad sin precedentes. Recibió un préstamo de 15.000 dólares que ha ayudado a que su empresa creciera y pasara de tres a ocho empleados. Tiene previsto comprar el local que actualmente alquila para su pequeña fábrica y adquirir nuevas máquinas de bordar.
Estoy convencida que este tipo de impulso empresarial es crucial para crear oportunidades y lograr un crecimiento económico sostenible en América Latina y el Caribe.
Este artículo se publicó primero en el sitio Portafolio.co
Tomemos el caso de Sonia Arias, propietaria de una pequeña empresa textil en Medellín. Cuando abrió su taller, hace siete años, tomó un préstamo informal que le dejó tasas de interés altísimas y poco dinero para reinvertir. “Cuando estaba pagando estos préstamos”, dijo, “era como si nos estuvieran pegando con un garrote”.
Una herramienta financiera poco conocida está generando un gran cambio en la situación de Sonia y de otros empresarios que enfrentaban dificultades para obtener préstamos porque no tenía una garantía adecuada. Una garantía es usualmente un requisito para acceder a un crédito bancario. Los bancos latinoamericanos prefieren usar terrenos y edificios como garantía para otorgar préstamos. Sin embargo, en muchos países más de tres cuartas partes del capital de las empresas está formado por bienes muebles, como maquinarias, ganado o cultivos.
Las leyes sobre transacciones con garantía y los registros electrónicos de garantías están transformando la cultura crediticia en la región permitiendo que prestatarios sin terrenos ni edificios presenten otras garantías. Dado que en los próximos días banqueros de toda América Latina se reunirán en Medellín para asistir al encuentro anual de la Federación Latinoamericana de Bancos (Felaban), es esencial que los registros de garantías ocupen un lugar destacado en los debates sobre cómo ampliar el acceso al crédito.
Con el lanzamiento de un nuevo registro en Colombia, los empresarios como Sonia ahora pueden aprovechar activos como una máquina de coser para obtener un préstamo. Desde que comenzó a funcionar el mecanismo en marzo de este año, se efectuaron más de un millón de registros de garantías por más de 93.000 millones de dólares. Si bien solo el 10 por ciento de estos registros representan créditos nuevos, las posibilidades para ampliar el acceso al financiamiento son claras. Más de 100 instituciones financieras, incluidos algunos de los bancos más importantes de Colombia, ya participan en el registro. Las reformas se lograron por medio de la colaboración entre el Gobierno Nacional, la Confederación Colombiana de Cámaras de Comercio (Confecámaras) y la Corporación Financiera Internacional (IFC), entidad del Banco Mundial enfocada en el sector privado.
En el informe Doing Business 2015, por primera vez Colombia llegó al primer lugar de América Latina, en parte, gracias a la creación de este nuevo registro.
IFC ha trabajado con varias entidades en más de 30 países en proyectos como este. Según encuestas realizadas por el Banco Mundial en 73 países, las reformas de los registros han ampliado el acceso al financiamiento bancario en casi 8 puntos porcentuales y el acceso a préstamos en 7 puntos porcentuales. Además, han permitido una reducción del 3 por ciento, en promedio, en el costo de los créditos.
Para Sonia, la empresaria en Medellín, el registro representa una oportunidad sin precedentes. Recibió un préstamo de 15.000 dólares que ha ayudado a que su empresa creciera y pasara de tres a ocho empleados. Tiene previsto comprar el local que actualmente alquila para su pequeña fábrica y adquirir nuevas máquinas de bordar.
Estoy convencida que este tipo de impulso empresarial es crucial para crear oportunidades y lograr un crecimiento económico sostenible en América Latina y el Caribe.
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