También disponible en:
English
La mayor parte del debate sobre el futuro del trabajo se centra en la cantidad de empleos que los robots les quitarán a los humanos. Pero esta es solo una (pequeña) parte de los cambios que vendrán. Como explicamos en nuestro blog anterior, (i) la tecnología está reconfigurando el mundo del trabajo no solo al automatizar la producción, sino que también al facilitar la conectividad y la innovación. (i) Los cambios que las tecnologías digitales están introduciendo en el precio del capital frente al trabajo, los costos de transacción, las economías a escala y la velocidad de la innovación provocan efectos significativos en tres dimensiones: la cantidad, la calidad y la distribución de los puestos de trabajo. Veámoslos en detalle.
¿Habrá trabajos?
Quizás el efecto del que más se ha hablado en la actualidad, en particular en los países desarrollados, es el desplazamiento del trabajo, es decir el reemplazo del esfuerzo humano por la tecnología en algunas o en la mayoría de las tareas, ya que disminuye la relación capital/costo de la mano de obra. Los pronósticos más rigurosos indican que muchas ocupaciones se perderán debido a la automatización, (PDF, en inglés) y que las pérdidas de empleos serán significativas. Las proyecciones más matizadas señalan que algunas ocupaciones podrían ser totalmente automatizadas, pero que muchas más se podrían transformar, ya que solo una proporción de las tareas (no los empleos completos) será automatizada o cambiada (el 9 % de los empleos y el 25 % de las tareas, según un estudio reciente de la OCDE). (i)
Pero la tecnología también puede tener un efecto positivo en la creación de empleos. (i) Un estudio realizado por Deloitte, sobre la base de datos de censos del Reino Unido correspondientes a 150 años, concluyó que la tecnología era una “gran máquina creadora de empleos”. (PDF, en inglés) El acceso a los mercados y los recursos, gracias a una mayor conectividad, ayuda a las empresas a crecer y crear empleos o atrae los puestos de trabajo a nuevos mercados que son más competitivos. Además, las innovaciones en materia de productos —creadas y distribuidas utilizando diversas tecnologías— dan origen a nuevas industrias, empresas y empleos. Según el Instituto de Estrategias Económicas, la computación en la nube, los macrodatos y la Internet de las cosas emplearán a millones de personas en nuevos tipos de trabajos, (i) tanto en estas mismas industrias, como en la producción y la entrega de nuevos productos y servicios que estas generarán. ¿Pero estos nuevos empleos serán mejores o peores?
¿Habrá buenos trabajos?
La tecnología no solo aumenta o reduce el número de trabajos, sino que también cambia las condiciones laborales. Entre los efectos positivos de la automatización en la calidad de los empleos, se encuentran el aumento de los salarios y las mejoras en las condiciones laborales, porque la automatización aumenta la productividad y las capacidades de los trabajadores. Pero también es verdad que los trabajadores enfrentan más riesgos, ya que los salarios se pueden estancar o caer, al tiempo que la tecnología permite a los empleadores automatizar o cambiar una mayor cantidad de tareas.
Además, las tecnologías digitales también están provocando perturbaciones en las relaciones tradicionales empleador-trabajador, (i) dado que dan origen a nuevas formas de trabajo que desvinculan a los trabajadores de los empleadores. Piense en la economía “gig” (“economía de los pequeños encargos”), que se caracteriza por el predominio de trabajos independientes y de trabajos esporádicos. El contrato a corto plazo de trabajadores independientes significa mayor flexibilidad (tanto para el empleado como para el empleador), pero también puede significar que los trabajadores pierdan muchos beneficios y protecciones sociales vinculados en general con acuerdos laborales tradicionales.
En el mundo en desarrollo, donde existe mucha informalidad, es probable que sea menos preocupante que los trabajadores pierdan trabajos formales a jornada completa y las respectivas protecciones sociales. De hecho, las tecnologías digitales que facilitan la economía “ gig” podrían también fomentar la transparencia en el mercado laboral (por ejemplo, acerca de la demanda de empleo y los salarios), y a veces han incluso empoderado a los trabajadores informales en India y han mejorado su capacidad de conseguir aumentos salariales. (PDF, en inglés)
¿Quién conseguirá los trabajos?
Por último, la tecnología también afecta la distribución de los empleos porque altera los tipos de habilidades que los empleadores demandan y los flujos comerciales entre los países. Los países más ricos y los grupos de población más calificados y más conectados dentro de los países serán los mayores beneficiados. Pero los países en desarrollo, y en particular los segmentos más pobres de sus poblaciones, suelen no tener acceso adecuado a las tecnologías digitales, ni las habilidades o el entorno propicio para beneficiarse de ellas, y, al mismo tiempo, son los más vulnerables a los impactos de los riesgos.
Cuando se eliminan estas barreras, emergen nuevas oportunidades para los más pobres. Un ejemplo es el programa Women in Online Work (WoW) en Kosovo, que crea nuevas opciones de empleo —con mayores ingresos— para las mujeres (i) al proporcionarles capacitación en tecnologías de la información (TI) y en aptitudes interpersonales. O las oportunidades que ofrecen internet y las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) para la plena participación de personas con discapacidades. (i) En cambio, si estas brechas tecnológicas continúan existe el peligro que la desigualdad aumente entre los países y al interior de ellos, socavando las perspectivas en materia de prosperidad compartida en el mundo. Gran parte de esas perspectivas dependerá de lo que suceda con los patrones de empleo y de si los países en desarrollo serán capaces de emplear y compartir las oportunidades de trabajo y los beneficios que la tecnología ofrece.
En conclusión, todos los impactos de la tecnología sobre los empleos pueden ser positivos o negativos dependiendo del contexto, el grado de difusión de la tecnología, la composición demográfica, el entorno propicio para los negocios (mezcla de habilidades, infraestructura de apoyo e instituciones), las regulaciones del mercado laboral vigentes y el entorno comercial. En consecuencia, estos efectos serán diferentes entre los países desarrollados y los países en desarrollo, y entre las poblaciones calificadas y conectadas a internet y las poblaciones no calificadas, más pobres y excluidas dentro de estos países.
Como lo presentaremos en una próxima publicación, para lograr los dos objetivos de poner fin a la pobreza extrema antes de fines de 2030 y promover la prosperidad compartida en el mundo, los países en desarrollo necesitarán abordar decididamente los obstáculos que existen en materia de acceso a la tecnología, e invertir en la formación de habilidades y posibilitar que los entornos para los negocios aprovechen al máximo las oportunidades tecnológicas. Esto se debe hacer, asegurando al mismo tiempo que los grupos más pobres y vulnerables —aquellos que se encuentran en el 40 % inferior de la distribución del ingreso— no sean excluidos del proceso.
Siga en Twitter al grupo del Banco Mundial que se dedica al tema del empleo, y cuya cuenta es @wbg_jobs .
Únase a la conversación