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Filipinas: Educación sin fronteras

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El campeón de boxeo filipino, Manny Pacquiao, completó su educación secundaria
a través ​del Sistema de Aprendizaje Alternativo, luego de aprobar el examen
​ obligatorio en 2007.
​Foto: DepEd.

Ignorancia, vergüenza e inspiración son las palabras que definen mi relación con el Sistema de Aprendizaje Alternativo (ALS, por sus siglas en inglés) del Departamento de Educación de Filipinas (DepEd).

Me incorporé al DepEd en 2002 cuando era un joven economista. Estaba lleno de ideas sobre cómo mejorar el sistema educativo del país. Ingresé como funcionario subalterno de un proyecto financiado por el Banco Mundial, que estaba centrado en la educación primaria en provincias pobres.

Casi al mismo tiempo, oí hablar sobre el programa ALS, que proporcionaba educación básica a jóvenes y adultos no escolarizados, pero realmente no le presté atención. Solo sabía que no era formal en gran parte, que se llevaba a cabo periódicamente a través de módulos y que era demasiado pequeño para tener un impacto estadístico importante en los indicadores de desempeño educativo aceptables a nivel mundial.

Sin embargo, con los años, después de asistir a todas las reuniones, leer todos los documentos y visitar todas las escuelas aprendí una simple verdad que otros defensores del sistema de aprendizaje alternativo ya habían descubierto: para un país como Filipinas, el sistema escolar formal no puede por sí solo proporcionar una educación para todos.


Lentamente comencé a ver: el personal escolar decía que no podía hacer nada para evitar la deserción; más gobiernos locales construían centros de aprendizaje y daban subsidios a maestros itinerantes y coordinadores de distritos; más entidades privadas invertían en bibliotecas móviles y laboratorios de computación.

Simultáneamente, la Oficina del Sistema de Aprendizaje Alternativo estaba comenzando a conseguir más profesores itinerantes y alfabetizadores voluntarios, y empezaba a informar sobre un mayor número de inscritos y personas que terminaban la escuela secundaria. Incluso Manny Pacquiao, el famoso boxeador filipino, se graduó de la educación secundaria a través del ALS y se informó que asistiría a la universidad. Después de eso, pasó a ser un miembro del Congreso con un futuro político muy brillante.

Pero el punto de inflexión real en términos de mi apreciación personal del ALS se produjo durante mi último año en el DepEd. Mientras asistía a una sesión de planificación, todos los participantes constataron que había habido un aumento significativo de las tasas de matrícula en los últimos años y que además los índices de abandono eran bajos.

Mientras todos se felicitaban entre sí, miré los datos y comprendí que llegar al resto de la población iba a ser más difícil a medida que se avanzara. Más importante aún, mientras otros decían que las bajas tasas de deserción en las escuelas formales significaban que el DepEd ya no necesitaba el programa ALS, pensé que era exactamente al revés.

Incluso si dichos índices caen a cero a partir de hoy, una cierta forma de ALS seguirá siendo necesaria en los próximos 70 a 80 años para ofrecer una educación relevante a los adultos analfabetos, a aquellos que han aprendido a leer y escribir y a quienes no tienen una licencia escolar. Esto se debe a que la cantidad de personas que han abandonado los estudios hasta ayer se ha ido acumulando año tras año tras año.

Dotados de una educación limitada, estos desertores se han ido forjando una vida con lo que pueden y donde quiera que les resulte más conveniente. Pero también es posible que deseen acceder a algún tipo de educación —ya sea para el mundo del trabajo, para seguir estudiando o simplemente para poder leer un mensaje de texto— pero les resulta difícil hacerlo. Lamentablemente, fuera de un par de iniciativas llevadas a cabo por misioneros y dirigidas a estudiantes adultos, ALS es el único programa nacional sistemático que ofrece una segunda oportunidad a cualquier persona que quiera aprender.

Cuando entré a trabajar en el Banco en 2011 me vi forzado finalmente a abrir los ojos. Centrar más la atención no solo en las zonas desfavorecidas, sino también en los grupos desfavorecidos es la clave del aprendizaje para todos. En todo el Banco vi el enfoque sostenido y las inversiones concretas que se realizan en favor de la inclusión y las salvaguardias sociales, tanto para proyectos de educación como para proyectos en otros sectores.

En Filipinas, nuestro principal apoyo al ALS comienza con una revisión regular del programa. He estado en contacto con un gran número de ejecutores y alumnos del Sistema de Aprendizaje Alternativo, tanto en la sede central como en terreno, y ellos compartieron sus puntos de vista acerca de los beneficios, el potencial y, por supuesto, los desafíos del programa.

Hasta ahora, he descubierto que no son pocas las historias positivas de alumnos del ALS que han mejorado sus vidas debido simplemente porque han aprendido a leer y a escribir o porque han tenido oportunidades gracias a que se han graduado de la escuela secundaria. Sin embargo, lo que más me inspira es el compromiso y la dedicación de los ejecutores del ALS. Ellos han garantizado que el impacto del programa sea medido con exactitud y que este sea aún más eficaz y eficiente en el futuro.
​También, han ayudado a cambiar la visión que los pensadores tradicionales de la educación y los responsables de la formulación de políticas tienen sobre el ALS. Por último, ellos trabajan todos los días muy arduamente por el bien de nuestro país. Les debo a ellos todos esos esfuerzos.

​¿Usted o alguien que conoce se ha beneficiado del aprendizaje fuera del sistema educativo formal? Me gustaría leer su testimonio.

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