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La lucha contra la corrupción: su importancia es evidente

Anticorruption
© Katie Stevens/Shutterstock

Mis padres no sabían que el nombre que me pusieron significaba "cristalina" en español. Pero sí sabían de la importancia de la transparencia, la honestidad y la integridad, y me transmitieron esos valores cuando me criaron en Bulgaria. Estos valores son primordiales para mí y los aplico en mi labor en el Banco Mundial.

La falta de transparencia alimenta la corrupción, una fuerza corrosiva que afecta más a los pobres y los vulnerables. ​  Sus efectos son muy reales. La corrupción impide que los medicamentos y drogas lleguen a los enfermos, imposibilita la construcción de escuelas, lleva a que los caminos desaparezcan con las lluvias y vacía el erario. En los rincones en situación de mayor fragilidad del mundo, la corrupción socava la labor encaminada a lograr la estabilidad o a impedir el arraigo de la violencia y el extremismo.

Lo más importante es que la corrupción quebranta la confianza entre los ciudadanos y el Estado, confianza que es fundamental para que el desarrollo produzca resultados. Sabemos que la mala gobernanza es uno de los cuatro factores que provocan pobreza, junto con los conflictos y la violencia, el crecimiento incontrolado de la población y los efectos del cambio climático y los desastres naturales. 

En 1996, apoyé sin reservas los mensajes del histórico discurso de James Wolfensohn sobre "el cáncer de la corrupción". Más de 20 años después, hemos intensificado nuestros esfuerzos para enfrentar la corrupción en múltiples ámbitos, respaldando a los países clientes y trabajando para mantener nuestra propia institución en orden a través de una mayor transparencia y una mejor supervisión.

Me enorgullece el progreso que hemos logrado. Sin embargo, la lucha no ha terminado y hay más por hacer. La buena noticia es que el Banco Mundial no está solo en esta misión. En la Conferencia Internacional contra la Corrupción (i) que acaba de celebrarse en Copenhague, me reuní con 20 ministros y jefes de Estado y con más de 1800 personas de la sociedad civil y el sector privado para discutir cómo continuar combatiendo la corrupción.

Hemos hecho compromisos (i) amplios para promover el programa de lucha contra la corrupción. Es importante que los líderes pongan voluntad política y den visibilidad al problema, y también reviste importancia complementar esta visibilidad con conocimientos técnicos, buena regulación y una ardua labor.

Es por ese motivo que priorizamos el diagnóstico para entender las causas raigales en cada país, y para calibrar dónde se está avanzando y dónde no se ha hecho lo suficiente. Sabemos que para que las iniciativas de transparencia sean eficaces también debe existir la capacidad de procesar datos, de modo que estamos trabajando para mejorar la capacidad de los países para entender y usar la información eficazmente —de otro modo, los ciudadanos podrían ser ricos en datos y pobres en información.

En cuanto al acopio de datos, las nuevas tecnologías pueden ser de gran ayuda, y esto puede darnos una nueva ventaja en la lucha contra la corrupción. Por ejemplo, estamos trabajando en asociación con una empresa mundial de tecnología, valiéndonos de la inteligencia artificial para encontrar los patrones ocultos y los riesgos en los datos sobre las adquisiciones.

Y para estimular la afluencia de capital privado a los mercados emergentes y las economías en desarrollo, se debe prestar atención a los riesgos de corrupción que encaran los inversores. Esto significa allanar el camino para las empresas grandes y pequeñas, estableciendo los marcos regulatorios adecuados e incentivando la integridad. Y también significa prestar atención a los flujos financieros ilícitos e impedir que puedan ocultarse los fondos provenientes de la corrupción.

El Banco Mundial debe predicar con el ejemplo. Los recursos que se nos confían deben utilizarse para los fines tenidos en mira y no caer presas del fraude y la corrupción. El Banco cuenta con un marco de investigaciones y sanciones (i) que desvela el fraude y la corrupción en nuestros proyectos y actúa con firmeza para inhabilitar a los infractores. Es más, multiplicamos el impacto en las empresas a través de un acuerdo de inhabilitación cruzada por el que se estableció el reconocimiento mutuo de las sanciones entre los principales bancos multilaterales de desarrollo. (PDF, en inglés)

Pienso en la Conferencia Internacional contra la Corrupción y me reconforta ver a la comunidad mundial unida y con más bríos para enfrentar la corrupción. Por nuestra parte, el Banco Mundial no tendrá éxito en su misión de poner fin a la pobreza extrema e impulsar la prosperidad compartida a menos que abordemos estos desafíos en forma directa. Para mí, la importancia que reviste esto es evidente: la lucha contra la corrupción es fundamental para generar confianza en el Gobierno y también es un componente esencial del crecimiento económico sólido y sostenible.   

Esta entrada de blog se publicó originalmente en Emerging Europe. (i)


Autores

Kristalina Georgieva

Ex-Directora general del Banco Mundial

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