El sector bancario tiene un papel crítico que cumplir para mitigar el shock macroeconómico y financiero sin precedentes causado por la pandemia dando apoyo a los prestatarios afectados y manteniendo el flujo de crédito hacia la economía real, sin dejar de preservar la estabilidad financiera. El sistema bancario mundial es hoy mucho más sólido que durante la crisis financiera de 2008 debido a la implementación de las reformas regulatorias impulsadas por el G-20 en el sistema financiero. Aun así, a medida que los agudos problemas de liquidez deriven en problemas estructurales de solvencia, aumentarán los incumplimientos de deudas y se intensificarán las presiones sobre el sistema bancario. Podrían producirse otros shocks adversos en las condiciones económico-financieras. La continua incertidumbre acerca de la duración y el impacto que, en definitiva, tengan los shocks plantea profundos retos para los supervisores del sector bancario.
El FMI y el Banco Mundial mantienen una asociación estratégica fundamental de larga data para ayudar a nuestros países miembros a preservar la estabilidad del sector financiero y promover el desarrollo financiero. Nuestros esfuerzos mancomunados son hoy más importantes que nunca.
Ambas organizaciones tienen vasta experiencia en la supervisión y regulación bancaria. Con base en nuestro conocimiento de las operaciones del FMI y el Banco Mundial en todos los países miembros y nuestro Programa conjunto de evaluación del sector financiero (i) hemos publicado una nota de síntesis de posición del personal técnico del FMI y el Banco Mundial (PDF) en la que se exponen nueve recomendaciones que pueden constituir una guía para ayudar a los supervisores bancarios a transitar terrenos desconocidos.
¿Qué han hecho las autoridades encargadas de las políticas?
Para llevar alivio inmediato a los prestatarios afectados y mantener una liquidez adecuada en el sistema financiero, muchas autoridades nacionales han adoptado medidas de apoyo, tales como el aplazamiento del reembolso de deudas, paquetes de estímulo y garantías de crédito.
Los supervisores han sido parte integral de estas políticas de respuesta. Siguiendo la orientación de organismos normativos, muchas autoridades de supervisión han realizado una amplia serie de intervenciones en el sector financiero. Las medidas apuntan a la utilización de los colchones de capital y de liquidez disponibles en los bancos, aportan claridad en cuanto al tratamiento regulatorio, promueven la transparencia de los balances y mantienen la continuidad operativa y comercial de los bancos y de los sistemas de pagos.
¿Qué deben tener en cuenta los supervisores?
Las nueve recomendaciones que proponemos reconocen el continuo esfuerzo para apoyar las necesidades inmediatas de la economía real, garantizando al mismo tiempo la estabilidad financiera. Alientan a las autoridades nacionales a emplear la flexibilidad intrínseca de los marcos de regulación, supervisión y contabilidad, sin dejar de respetar las normas regulatorias y los principios supervisores mínimos acordados internacionalmente. El abandono de tales principios podría sembrar riesgos futuros que podrían socavar la solidez a mediano plazo y la salud del sistema bancario.
Se debe vigilar particularmente las medidas que no son congruentes con los marcos acordados a escala internacional. De hecho, algunos países en desarrollo disponen de un abanico más limitado de opciones debido a sus menores márgenes de maniobra para la aplicación de políticas, una capacidad más débil para implementarlas y un menor desarrollo de su marco regulatorio. Esto posiblemente explique su mayor dependencia de respuestas de política económica que no se condicen con nuestras recomendaciones. Estos riesgos ponen en peligro algunos de los avances que con tanto esfuerzo han conseguido los países en desarrollo en materia de regulación y supervisión y que apuntalan la estabilidad financiera
La función del supervisor bancario nunca ha sido tan fundamental.
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¿Cómo ayudan las recomendaciones a mantener la salud del sistema financiero?
Si la presión arterial de una persona aumenta, ajustar a niveles más altos el rango de la presión arterial aceptable en términos médicos podría impedir una alerta roja en el monitor del hospital, pero eso no significa que el paciente deje de estar en riesgo. Del mismo modo, modificar la forma en que se definen y miden los «signos vitales» del sector bancario (capital, liquidez y calidad de los activos) no ayudará a que el sistema bancario se mantenga sano.
A modo de ejemplo, algunas jurisdicciones han congelado el estado de la clasificación de activos y el provisionamiento requerido para los préstamos que estaban en situación regular de pagos antes de comenzar la pandemia o modificaron la definición de préstamos dudosos extendiendo la cantidad de días de morosidad. Este enfoque corre el riesgo de perder de vista los signos vitales si parte de la cartera de préstamos sufre un impacto estructural y se debilita su desempeño. Si bien las medidas temporarias podrían ayudar a ganar tiempo hasta tener una visión más clara del impacto de la pandemia, la recomendación 4 exhorta a tomar medidas de supervisión para garantizar que los bancos sigan monitoreando la calidad de sus activos aplicando normas bien establecidas y constituyendo provisiones adecuadas a lo largo del tiempo. Este enfoque garantiza una medición correcta de los signos vitales de los bancos, lo que ayuda a sus autoridades directivas a actuar según sea necesario y permite tomar cuanto antes medidas de supervisión cuando se justifica, si es que se justifica. Para sentar las bases de una recuperación sostenible también es esencial proporcionar directrices claras sobre clasificación de activos y provisionamiento, garantizar que las medidas estén bien diseñadas y que tengan una duración limitada y estén bien focalizadas.
Al alentar que se utilice la flexibilidad del marco, respetando al mismo tiempo las normas mínimas, las recomendaciones buscan asegurar que los signos vitales del sistema bancario se mantengan en niveles saludables y se supervisen de manera transparente. Esto ayudará a reducir al mínimo los riesgos de una crisis financiera perjudicial que acrecentaría los grandes costos económicos de la pandemia.
EL FMI y el Banco Mundial han adoptado una posición unificada para asistir y apoyar a nuestros países miembros. Estas recomendaciones conjuntas contribuyen al desarrollo, el seguimiento y el fortalecimiento de las políticas para sostener la salud financiera durante esta pandemia y, lo que es igualmente importante, para transitar la recuperación.
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