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Comprender la «nueva ruralidad» en América Latina y qué significa para el sector de agua y saneamiento

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Un niño bebiendo agua en Panabaj, Solola, Guatemala Un niño bebiendo agua en Panabaj, Solola, Guatemala

A pesar de las tendencias de urbanización observadas en América Latina y el Caribe (ALC), al parecer la población rural en la región está disminuyendo en términos relativos.  En 2001, según cifras oficiales, 125 millones de personas en ALC vivían en zonas rurales, representando el 24 % de la población total de la región. En 2013, este porcentaje bajó al 21 % (130 millones de una población total de 600 millones de habitantes), y se estima que para 2030 disminuirá hasta representar el 16,5 % de la población total (CEPAL, 2014).

«Existe una ‘nueva ruralidad’ en América Latina, y es esencial estar al tanto de sus características distintivas en vista de que se deben diseñar e implementar reformas institucionales y proyectos de inversión sostenibles para el sector de agua y saneamiento rural». Esto es una conclusión preliminar importante de la Iniciativa de Servicios de Asesoramiento y Análisis en Materia de Seguridad Hídrica y Saneamiento Rurales impulsada por el Departamento de Prácticas Mundiales de Agua del Banco Mundial, y que se ejecuta actualmente en ALC. El objetivo de esta iniciativa es apoyar el diseño y la ejecución de proyectos de agua y saneamiento en las zonas rurales de la región mediante la recopilación, la sistematización y la difusión de conocimientos de innovaciones y soluciones para los desafíos relacionados con la seguridad hídrica y el saneamiento que enfrenta ALC.

El concepto de ‘nueva ruralidad’ quizás significa que nosotros, los profesionales del desarrollo, necesitamos revisar —o actualizar— nuestra definición convencional sobre el contexto rural de ALC. Esto es especialmente cierto en el marco de la Agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en que se exhorta a diseñar y aplicar reformas institucionales sostenibles que consideren los cambios en las esferas políticas, económicas y sociales, y que aborden la amenaza del cambio climático. En el fondo, como se señala en el informe, «lograr resultados sostenibles a partir de las reformas en el sector de agua y saneamiento depende de una comprensión más profunda de toda la lógica institucional del sector y esto incluye conocer las normas sociales que son definidas por el contexto nacional local y las realidades de la economía política». (i) Y, a medida que seguimos cerrando la brecha en materia de agua, saneamiento e higiene en ALC y que nos acercamos al plazo para lograr el ODS 6, necesariamente se pondrá cada vez más atención en las zonas rurales. Una mejor comprensión de la nueva ruralidad es fundamental también a fin de asegurar el financiamiento y la asignación de recursos adecuados para las comunidades rurales y hacer realidad el acceso universal.

De acuerdo con información de 2016 del Programa Conjunto OMS/UNICEF de Monitoreo del Abastecimiento de Agua y del Saneamiento (JPM), en las zonas rurales de ALC se ha observado un gran aumento de la cobertura de mejores fuentes de agua potable desde 1990, debido en parte a la expansión de los servicios de agua por tubería en las viviendas. Si bien la cobertura de los servicios de agua por tubería en las viviendas es elevada en América del Sur (89 %), es considerablemente más baja en las zonas rurales de México y América Central (27 %) y del Caribe (38 %). Entre 1990 y 2015, la cobertura de los servicios mejorados de saneamiento aumentó del 36 % al 64 % en las zonas rurales de ALC. Relativamente pocos hogares comparten instalaciones de saneamiento en América del Sur, pero la práctica de compartir una instalación sanitaria mejorada es más común en el Caribe y América Central y México, donde lo hace al menos el 10 % de la población.

Para saber más acerca de la ‘nueva ruralidad’, la iniciativa aborda dos preguntas importantes: ¿qué no ha cambiado en el sector de agua y saneamiento rural en ALC? Y ¿qué ha cambiado?

¿Qué no ha cambiado en el sector de agua y saneamiento rural en ALC? Desafortunadamente, muchas cosas. Aunque las tasas de desempeño del sector de agua y saneamiento van en aumento, no se observa la misma tendencia fuera del ámbito urbano, y persisten las desigualdades. De acuerdo con información de 2015 del JPM, el 14,1 % de la población rural de ALC carecía de acceso a servicios básicos de agua potable (en comparación con el 1,9 % de la población urbana) y 8,5 millones de personas usaban agua superficial para beber. En el mismo año, solo el 68,4 % de la población rural tenía acceso a un servicio básico de saneamiento (en comparación con el 90 % de la población urbana) y 18 millones de personas defecaban al aire libre en las zonas rurales de ALC.

Datos del Sistema de Información de Agua y Saneamiento Rural (SIASAR) de julio de 2019 señalan que de 10 370 comunidades de usuarios de agua registradas en esta base de datos, el 71 % se ubicaba en la categoría D del Índice de Sostenibilidad de los Servicios de Agua (ISSA), lo que indica una menor sostenibilidad de los servicios hídricos. Entre los factores subyacentes se incluyen: falta de gobernanza, distribución desigual de los recursos públicos para apoyar a las organizaciones comunitarias del sector de agua y saneamiento, deterioro de la infraestructura, baja calidad del agua, modelos de gestión comunitaria deficientes, operaciones y prácticas de mantenimiento deficientes, puntos débiles de los proveedores de servicios y los Gobiernos locales para proporcionar apoyo externo a las organizaciones comunitarias, entre otros desafíos en los ámbitos de la gestión y de la economía política.

La gobernanza y la gestión deficiente del sector en las zonas rurales de ALC conduce a estrategias ineficaces continuas que no dan lugar a la adopción de prácticas de higiene y cambios de conducta, en particular que fomenten actitudes y prácticas higiénicas saludables, como el lavado de manos con jabón y la eliminación adecuada de los excrementos. Conflictos sociales persistentes por la propiedad y el uso compartido del agua tienden a ser más graves ya que hay una mayor escasez de agua. La falta de desinfección de los sistemas de agua potable continúa siendo un punto débil crónico a nivel regional; se estima que menos del 50 % de las comunidades rurales en ALC realizan esta práctica, debido principalmente a la carencia de infraestructura y elementos necesarios para la cloración del agua. Por ejemplo, solo el 12 % de la población rural en Colombia tenía acceso a alguna forma de agua tratada y menos del 1 % de los hogares rurales en Perú accedía a agua clorada. En resumen, se puede decir con seguridad que el acceso universal a servicios de agua y saneamiento de calidad y sostenibles continúa siendo un desafío en las zonas rurales.

Sin embargo, existe también una larga lista de factores que han cambiado el panorama del sector de agua y saneamiento rural —entre ellos, la urbanización, el mayor conocimiento sobre el impacto del cambio climático y varios cambios sociales— y estos deben ser entendidos y considerados al momento de diseñar y llevar a cabo reformas sectoriales apropiadas. Visite nuestra página para ver la próxima publicación (la segunda parte de este blog) y obtener mayor información sobre el tema.


Autores

Malva Baskovich

Water Supply & Sanitation Specialist

Berenice Flores Arias Uijtewaal

Water Supply and Sanitation Specialist

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