"Producir mascarillas de tela lavables y reutilizables nos ayudó a apoyar a nuestras comunidades a mantenerse seguras y limitar la propagación del virus, y superar las dificultades económicas que creó la pandemia de COVID-19", dijo una de las beneficiarias de un grupo de apoyo a los medios de subsistencia para mujeres en Ali Addeh en el sur de Djibouti, no lejos de la frontera con Etiopía y Somalia.
En Djibouti, el 61 % de las mujeres son analfabetas y solo el 19 % están empleadas. Y, sin embargo, cuando la pandemia de COVID-19 azotó el país, los grupos de medios de subsistencia para mujeres en zonas remotas tomaron medidas para apoyar la salud pública y generar ingresos en un momento de dificultades económicas. ¿La solución? Producir mascarillas.
Djibouti ya estaba luchando contra la pobreza antes de la aparición de la COVID-19. Aproximadamente 250 000 personas necesitaban asistencia directa antes de la pandemia. Con un clima desértico árido, el país se ve afectado por una limitación de los recursos hídricos. Proporcionar acceso a servicios básicos para los pobres es un desafío que ha sido exacerbado por la COVID-19, que llegó en el peor momento. Una sequía prolongada reciente en la región provocó la desertificación y expuso a más del 75 % de los hogares rurales a la inseguridad alimentaria. Esto incluyó no solo a los nativos de Djibouti que vivían en la pobreza extrema, sino también a las personas desplazadas por la fuerza internamente y de los países vecinos.
En Djibouti, como en muchos lugares del mundo, las mujeres y los niños son quienes más se han visto afectados por la COVID-19. Suelen tener menos activos financieros para recuperarse de una conmoción (por ejemplo, para reabrir un negocio después de un periodo prolongado de cierre) y menos oportunidades de empleo. Los niños se han visto afectados principalmente por la interrupción de su educación.
Cuando la COVID-19 apareció en Djibouti en marzo de 2020, el Gobierno actuó rápidamente para preparar un Plan de Preparación y Respuesta a la COVID-19 con el fin de prevenir la propagación del virus y enfrentar sus impactos. Este incluyó la suspensión de los viajes internacionales, una medida importante para un país que depende del comercio entre Oriente Medio y el continente africano.
El Proyecto de Respuesta de Desarrollo a los Impactos del Desplazamiento en el Cuerno de África (DRDIP, por sus siglas en inglés) (i), financiado por el Banco Mundial, apoyó el plan con la formulación de una Estrategia de Respuesta a la Pandemia de Coronavirus. El DRDIP trabaja para apoyar el bienestar social, económico y ambiental de las comunidades que reciben a refugiados en Djibouti. El proyecto, que opera en el país desde 2017, ha demostrado ser una manera eficaz de prestar apoyo para el desarrollo de las comunidades remotas en Holl Holl y las regiones de Ali Addeh y Obock, incluso durante la pandemia.
Para ayudar a las comunidades a gestionar los impactos de la COVID-19, el proyecto apoyó sesiones de sensibilización sobre las medidas de salud y de higiene. También se adaptaron las actividades de subsistencia para apoyar a los grupos de mujeres y jóvenes emprendedores. La adaptación de las medidas de subsistencia redujo el impacto directo de la COVID-19 en estos grupos vulnerables a través de medidas compensatorias, como el pago del alquiler de sus negocios, así como una subvención de apoyo a los medios de subsistencia por una sola vez. Un joven que participó en el programa de medios de subsistencia señaló: "Me beneficié de una subvención compensatoria que me ayudó a pagar mis costos fijos (electricidad, agua, teléfono, alquiler, etc.) y subsanar la pérdida de ingresos de mi negocio".
Los grupos de medios de subsistencia para mujeres también comenzaron a producir mascarillas. Esta iniciativa tuvo dos beneficios importantes. En primer lugar, desde una perspectiva de salud, ayudó a abordar la escasez de mascarillas en zonas alejadas. En segundo lugar, proporcionó a las mujeres una fuente adicional de ingresos durante tiempos difíciles. Desde abril de 2020, los grupos de mujeres (formados por 328 mujeres) han producido más de 17 500 mascarillas en las regiones de Ali Sabieh y Obock. Estos artículos se han distribuido en hospitales, centros de capacitación y entre los usuarios del transporte y otros grupos vulnerables para reducir la propagación del virus.
Una vez que la situación de la COVID-19 mejoró y las actividades del proyecto que se habían suspendido se reiniciaron (las sesiones de capacitación sobre medios de subsistencia, pero también el trabajo de mejora de las infraestructuras socioeconómicas en estas regiones, que es parte de otro componente del DRDIP), el equipo del proyecto garantizó una implementación segura de acuerdo con las normas sanitarias nacionales y locales. Además de las medidas habituales del distanciamiento social y el uso de mascarillas, se instaló una estación de lavado de manos frente a las salas donde se llevaba a cabo la capacitación sobre medios de subsistencia para garantizar una higiene adecuada. Asimismo, cada jornada de capacitación se acompañó de una sesión de concientización sobre la COVID-19 donde se revisaban y analizaban las medidas sanitarias. En todos los centros de capacitación se colgaron carteles sobre la COVID-19 hechos por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Para ayudar a los beneficiarios del proyecto a recuperarse de manera rápida y sostenible del impacto de la COVID-19 en el mediano y largo plazo, el equipo del proyecto del Banco Mundial inició una encuesta para comprender mejor las necesidades de los grupos de medios de subsistencia y analizar los resultados financieros de las actividades generadoras de ingresos relacionadas con la COVID-19. Los resultados de la encuesta orientarán la futura implementación de actividades sobre los medios de subsistencia impulsadas por el DRDIP en Djibouti.
La pandemia de COVID-19 sigue representando un enorme desafío para las comunidades de todo el mundo. Sin embargo, a pesar de las continuas perturbaciones de los medios de subsistencia, el ingenio de la gente se mantiene. Mientras Djibouti atraviesa este periodo difícil, el Banco Mundial (i) continúa apoyando la resiliencia de las comunidades mediante la entrega de financiamiento para el bienestar social, económico y ambiental de las poblaciones que reciben a refugiados.
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