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Madagascar: Desarrollar los recursos cognitivos de los más pobres

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​Foto: Laura B. Rawlings / Banco Mundial

Son las 8 de la mañana. El sol del invierno comienza a aparecer sobre la masa gris verdosa de árboles en la aldea de Tritriva ubicada en la meseta central de Madagascar. El patio de una iglesia de piedra ya está lleno de mujeres; muchas de ellas sostienen en sus brazos a niños que aún están durmiendo. Se han reunido por primera vez en dos meses para recibir un pago en efectivo del Estado malgache.

Las mujeres son pobres y todas viven con menos de US$2 al día. El dinero que reciben del Gobierno asciende a alrededor de un tercio de sus ingresos en efectivo para los dos meses que transcurren entre cada pago. Esta ayuda les permitirá en gran medida sustentar a sus familias durante el resto del invierno.

Estos pagos iniciados por el Gobierno de Madagascar, con el apoyo del Banco Mundial, son parte de un nuevo programa puesto en práctica por los Fonds d'intervention pour le Développement (Fondos de intervención para el desarrollo, FID) para combatir la pobreza en las zonas rurales de Madagascar y proporcionar vías sostenibles de desarrollo de las personas.
 

Vatsin’ankohonana (“apoyo familiar”) —conocido en inglés como el Programa de transferencias monetarias para el desarrollo humano (HDCT)— busca mejorar las condiciones de vida de las familias extremadamente pobres. En el caso de las familias con niños de entre 6 y 10 años, el objetivo de las transferencias es que se mantenga la asistencia regular a la escuela. En tanto, el apoyo a las familias con niños de entre 0 y 5 años es incondicional. Sin embargo, las mejoras en las prácticas de salud y nutrición de las familias, el desarrollo en la primera infancia y la crianza son materias destacadas en las capacitaciones y recursos informativos, que acompañan al programa.

La asistencia a la escuela ha disminuido abruptamente en las zonas rurales de Madagascar durante estos últimos años, al agravarse las simultáneas crisis políticas, económicas y ambientales. Pero, en Betafo, donde el programa de transferencias monetarias beneficia a 5600 familias, los primeros resultados muestran que la asistencia a clases de los niños preescolares ha subido al 98,5 %.

Si bien es impresionante, esto no debería ser sorprendente ya que la asistencia a la escuela es una condición obligatoria para recibir la ayuda del HDCT (aunque en algunos otros países, el uso del programa ha sido menos entusiasta). ¿Pero qué ocurre con las actitudes sobre la nutrición, las prácticas de salud, la crianza y las actividades del desarrollo en la primera infancia para las cuales no existe ningún requisito “severo”?

Un cambio de conducta es complejo y requiere una apreciación matizada del contexto en el cual las personas toman decisiones y actúan. En el caso de las mujeres malgaches de las áreas rurales, es poco probable que el simple hecho de aprender nuevos comportamientos en un taller o una sesión de capacitación sea suficiente para adoptarlos en sus hogares. Estas nuevas conductas deben convertirse en rutinas y hábitos bien establecidos, y deben guardar relación de alguna manera con la visión de sí mismas y del futuro de sus familias.
La pobreza hace que la adopción de estas conductas sea especialmente difícil. Los últimos avances en la ciencia del comportamiento han demostrado que el “ancho de banda” cognitivo es un recurso escaso, de manera muy similar a los recursos físicos, sociales o económicos que deben ser asignados deliberadamente como parte de la vida cotidiana.

Vivir en un estado de constante necesidad pone enormes exigencias sobre estos recursos cognitivos, forzando la capacidad de un individuo de buscar alternativas al tomar una decisión, establecer metas concretas para sí mismo o luchar contra las tentaciones. La pobreza exacerba los prejuicios sicológicos que todos los humanos enfrentan, haciendo que sea mucho más complicado para los pobres tomar las decisiones y las medidas para desarrollar capital de todos los tipos: financiero, humano, social o intangible. Desgraciadamente, esta sicología de la pobreza cumple una función muy importante en mantener a las comunidades y los hogares en situación de pobreza.

Existen soluciones. Al examinar el contexto de las vidas de los pobres, quienes diseñan los programas pueden tratar de minimizar los factores que causan la “escasez” cognitiva y destacar los que promueven la toma de decisiones y de medidas más activas. Dar “empujoncitos” conductuales como estos, puede traducirse en recordatorios útiles y oportunos, ejercicios de planificación o simplemente en “enmarcar” los objetivos de un programa para los beneficiarios de modo que las transferencias monetarias y sus fines estén estrechamente vinculados en sus mentes.

Una serie de estas intervenciones son parte del programa HDCT de Madagascar. Por ejemplo, para hacer que sea más fácil resistir los gastos que no son adecuados en el mercado (solo comprar más arroz con el dinero adicional), se realizan ejercicios de planificación que ayudan a los beneficiarios a establecer metas y realizar acciones concretas que pueden ser definidas en juegos y discusiones grupales.

En una de las intervenciones "para impulsar" los cambios de conducta, las madres beneficiarias eligen autoadhesivos con imágenes de alimentos nutritivos disponibles en los mercados locales, analizan la fijación de prioridades para las compras y se llevan a casa los autoadhesivos para no olvidar sus propósitos. En otro ejercicio, las beneficiarias eligen tarjetas con imágenes de “buenas prácticas de crianza” y las usan para fomentar debates sobre el desarrollo infantil, ayudando a las madres a reafirmar su papel parental. 

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​Foto: Laura B. Rawlings / Banco Mundial

Otra innovación —importada de un programa similar en Colombia— es la elección de Reny Mavitska o “Madres Líderes” . Se trata de mujeres elegidas entre las beneficiarias para servir como líderes, facilitadoras y catalizadoras de un grupo pequeño de beneficiarias. Capacitadas de manera extensa en crianza, prácticas de salud infantil y participación ciudadana, las Madres Líderes asumen una gran parte de la responsabilidad de animar y supervisar la adopción de conductas que necesitan ser fomentadas dentro de sus comunidades.
Aprovechando el éxito del proyecto experimental de Betafo, los planes del Gobierno son ampliar el programa HDCT a más de 39 000 familias en seis distritos de Madagascar en 2016. El Gobierno malgache —representado por los Fondos de intervención para el desarrollo (FID) y el Ministerio de Población, Protección Social y Promoción de las Mujeres, que supervisa el sector de la protección social— tiene muchos asociados ejecutores. Estos incluyen a la Oficina Nacional de Nutrición y el Ministerio de Educación (para promover la participación en sus servicios); Unicef, que da asesoría en prácticas esenciales para las Madres Líderes, e ideas42, (i) que está diseñando las intervenciones conductuales y una evaluación rigurosa del impacto en colaboración con el Gobierno y el Banco Mundial para expandir el programa.

De regreso en Tritriva, donde comenzamos, cerca de 800 mujeres esperan con notorio entusiasmo. El sol se eleva en el cielo —ya es casi mediodía— y su turno para recibir el efectivo finalmente ha llegado. Se acercan a un escritorio bajo la sombra atendido por empleados de una agencia móvil de pagos local, quienes verifican las identidades de las beneficiarias y pagan varias cuentas. Las sonrisas se vuelven más amplias en la medida que las madres colocan cuidadosamente el dinero en sus carteras tejidas y retornan a sus hogares. Ellas regresarán en dos meses, con nuevas necesidades financieras, nuevos planes acerca de cómo gastar el efectivo, y nuevas esperanzas para el futuro.

Para obtener más información sobre las redes de protección social, lea el informe Estado de las redes de protección social 2015 .

Revise esta infografía sobre las redes de protección social para conseguir datos de manera rápida.

Siga al equipo de Protección Social y Trabajo del Banco Mundial en Twitter . (i)
 

Autores

Andrea Vermehren

Lead Social Protection Specialist

Josh Martin

Senior Associate at ideas42

Laura B. Rawlings

Lead Economist with the Human Capital Project

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