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Mantener el pescado en el menú mundial

/content/dam/sites/blogs/img/detail/mgr/fish-postcard.jpgMe complace ver que los peces ocupan un puesto preferente en la agenda de esta semana. Ya sea en Bruselas, donde la Red Europea de Asesores de Desarrollo Pesquero (EFDAN, por sus siglas en inglés) (i) celebró reuniones técnicas, o en Cascais, Portugal, donde la publicación The Economist celebra su tercera Cumbre Mundial de los Océanos (i) hoy y mañana, el futuro de la pesca marítima y los recursos acuáticos se debate en los niveles que se merece.
 
Pero permítanme dejar claro algo en nombre del Banco Mundial: centrarse en la pesca es poner el foco en crear caminos para que las personas salgan de la pobreza y se mantengan fuera de ella, y puedan vivir de una manera digna. Cerca de 1000 millones de habitantes en los países en desarrollo dependen de los productos del mar como fuente principal de proteína animal, y millones de puestos de trabajo están vinculados a la actividad pesquera. A lo largo de la cadena de valor, muchos de esos empleos son desempeñados por mujeres. Los océanos son también un gran sumidero de gases de efecto invernadero, y el destino de las cada vez mayores poblaciones costeras está ligado al estado de las defensas naturales de las costas contra los fenómenos meteorológicos extremos. El concepto emergente de economía azul y crecimiento azul constituye la esencia de nuestros principales desafíos de desarrollo: alimentar, proporcionar empleo y mejorar en general las condiciones de vida de una población que aumenta en un contexto de clima cambiante.
 
Hemos llegado a comprender esto con el tiempo. En 2009, el Banco Mundial y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) se asociaron para estudiar el estado de las pesquerías marinas mundiales. A partir de los datos de 2004, se llegó a la conclusión de que la pesca intensiva y extensiva estaba deteriorando los recursos pesqueros marinos y costando miles de millones de dólares anuales a la economía mundial. Se creó conciencia sobre una crisis mundial y se tomaron medidas. Este año, estamos actualizando el estudio Sunken Billions (Miles de millones hundidos) para ver cuánto hemos avanzado.
 
Los resultados preliminares (i) muestran un panorama variado. Desde la época del estudio original Sunken Billions, muchos responsables de la toma de decisiones han respondido a la crisis y han ajustado las políticas pesqueras, y los ejecutivos del sector privado han modificado las maneras de hacer negocios. También el Banco Mundial cambió su participación en el sector de la pesca. La cartera del Banco Mundial en esta área se amplió de menos de US$100 millones en 2004 a unos US$1000 millones en la actualidad, poniendo énfasis en el fortalecimiento de la gestión pesquera para beneficiar primero y ante todo a los pescadores artesanales y a los pobres.
 
El próximo estudio se basa en datos de 2012 y concluye que la pesca marina mundial ha registrado una ligera mejora desde 2004. La salud de la población de peces puede aumentar los beneficios para las familias y las economías costeras y oceánicas, y los datos indican que se ha producido un aumento de los beneficios netos de la pesca desde 2004, aunque parece que hay diferencias regionales en las tendencias.
 
Pero el progreso a nivel mundial, aunque positivo, es todavía demasiado pequeño y demasiado lento. Aunque el mundo tomara las medidas más drásticas para limitar la pesca, tendrían que pasar aún unos 20 años antes que la población actualmente sobreexplotada se recuperara y la pesca mundial alcanzara un estado óptimo de sostenibilidad. En algunos casos, la población de peces simplemente nunca se recuperó, como tampoco los puestos de trabajo asociados. Las grandes pesquerías de bacalao en las costas de Nueva Escocia nunca se recobraron y los medios de subsistencia de cientos de comunidades pesqueras desaparecieron. Es claro que existe la necesidad de intensificar las medidas. Los autores del estudio destacan que si vacilamos, estaremos renunciando a los beneficios económicos que podrían impulsar el desarrollo inclusivo y sostenible.
 
El desafío —y de hecho el imperativo— para el Banco Mundial y sus asociados en la tarea del desarrollo es traducir el arduo análisis económico en políticas y acciones que beneficien a nuestras partes interesadas fundamentales: los pobres y los marginados; las mujeres que trabajan a lo largo de la cadena de valor del sector de la pesca; las generaciones que aspiran a mejores condiciones de vida, y los países en desarrollo que dependen de los recursos pesqueros para el crecimiento presente y futuro. Probablemente, esto dependerá de una mezcla de reformas en materia de gestión, mecanismos de financiamiento y nuevos estudios para promover una mayor inversión pública y privada. Espero con interés los debates de la Cumbre Mundial de los Océanos para que encontremos las maneras de transformar las pesquerías —junto con la acuicultura sostenible, la pesca de agua dulce, el turismo basado en la naturaleza y otras oportunidades— en un motor de las economías costeras y oceánicas. Siga en contacto para más información al respecto.

Autores

Paula Caballero

Former Senior Director, Environment and Natural Resources Global Practice

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