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Con la aprobación del histórico acuerdo sobre el cambio climático (i) en París, ha quedado de manifiesto que el sector de la construcción inmobiliaria, que da cuenta del 32 % del consumo total de energía y del 19 % de las emisiones de gases de efecto invernadero, es un candidato clave para su transformación si se han de alcanzar los objetivos mundiales de mitigación del cambio climático. El sector privado ha respondido con ambiciosas promesas de tomar medidas al respecto, y ahora debe aplicar soluciones prácticas para que el sector de la construcción inmobiliaria contribuya a reducir las emisiones de carbono.
Lo positivo de todo esto es que el nivel de expectativa es muy alto. Tuve la ocasión de participar en el primer Día de los Edificios (i) que se celebró durante la COP21, donde pude comprobar los ambiciosos compromisos tanto del sector público como del sector privado. Más de 90 países han incluido en sus respectivas contribuciones determinadas a nivel nacional la promesa de prestar atención a los edificios —promesa que incluye más de 1300 compromisos (i) de empresas y organizaciones profesionales y sectoriales.
Bajo el liderazgo del Consejo Mundial de Construcción Sostenible, varias de sus organizaciones miembros prometieron que en los próximos cinco años se registrarán, renovarán o certificarán como superficie edificada en forma sostenible más de 1250 millones de metros cuadrados de construcción. También se puso en marcha la Alianza Mundial para los Edificios y la Construcción, que se comprometió públicamente a ayudar a los países a cumplir sus contribuciones determinadas a nivel nacional a través de la construcción sostenible. El Fondo para el Medio Ambiente Mundial, entidad de financiamiento de importancia clave, anunció la asignación de USD 23 millones en financiamiento (PDF, en inglés) para dos iniciativas, el Acelerador de Eficiencia Energética en Edificaciones y el Acelerador de Energía Distrital.
Si bien se están logrando avances, el problema es que el mundo necesita medidas inmediatas. El nivel de emisiones que generan los edificios podría duplicarse —o incluso triplicarse— a mediados de siglo, debido en gran parte al auge de la construcción en el mundo en desarrollo, donde el crecimiento de la población, la migración hacia las ciudades y los cambios de estilo de vida contribuirán al consumo de energía en los edificios. Para evitar que se sigan construyendo edificios que requieran un uso intensivo de recursos, las expectativas de cambio deben traducirse rápidamente en acciones concretas.
¿Qué habrá que hacer para encauzar el rubro de la construcción hacia la meta de reducir las emisiones de carbono en el entorno construido? En el Grupo Banco Mundial, observamos que el problema no suele estar en las tecnologías o en los conocimientos técnicos. Las ventajas económicas de construir en forma sostenible están documentadas. Sin embargo, observamos que hay un valor económico desaprovechado. Según el Organismo Internacional de Energía, el sector de la construcción inmobiliaria es la fuente de eficiencia energética menos explotada, ya que solo se aprovecha el 20 % de su potencial. Existen las herramientas, pero faltan la confianza y las pruebas para que este sector se decida a construir de manera sostenible.
¿Por qué está ocurriendo todo esto? ¿Por qué no hay más avances en lo que respecta a la construcción sostenible en el mundo en desarrollo, que es precisamente donde el entorno construido crece con mayor rapidez? El sector de la construcción inmobiliaria es complejo. Hay muchos actores con intereses divergentes. La asimetría de información y la creación de valor entre las empresas constructoras y los compradores son un aspecto fundamental. Se conoce como “el ciclo de la culpa” entre propietarios, constructoras, promotores inmobiliarios e inversionistas.
Por ejemplo, cada actor del ecosistema de la construcción culpa al otro de no estar dispuesto a pagar los costos adicionales que entraña la construcción sostenible. Hay costos adicionales reales, pero los estudios muestran que la percepción acerca de esos costos suele ser mayor que la realidad. Por ejemplo, un estudio realizado por el Consejo Mundial de Construcción Sostenible demostró que los promotores inmobiliarios tienen la impresión de que los costos de construir en forma sostenible son hasta un 30 % más altos que en la realidad. Nuestra experiencia —que actualmente está documentada en proyectos piloto desarrollados en Sudáfrica y en todo el mundo— muestra que los costos en el caso de viviendas para el sector de ingresos moderados son solo alrededor de un 3 % más altos. Además, suele haber otros beneficios financieros que mitigan los mayores costos, como cuentas de servicios básicos (agua, electricidad, etc.) más bajas, mayor rapidez de venta de las propiedades, mayor valor de reventa, reducción de las tasas de morosidad, entre otros.
La clave está en atender a las inquietudes de cada parte y romper el ciclo de la culpa. Esto se puede lograr con los siguientes cuatro elementos:
1) La definición de una norma de construcción sostenible que se centre en el ahorro comprobable de energía, agua y materiales para el usuario final, y que además se traduzca en reducciones comprobadas de los costos de los servicios. Este es un factor importante, especialmente en el mundo en desarrollo, donde los costos de estos servicios pueden representar hasta el 20 % del ingreso disponible de una familia de ingresos moderados, como hemos observado en Nigeria.
2) Una herramienta fácil de usar que permita a los diseñadores elegir las opciones de menor costo que les ayuden a establecer una norma de construcción sostenible, junto con un sistema de certificación rápido y barato para verificar que los edificios cumplen dicha norma.
3) Un entorno propicio de políticas públicas de respaldo que eleve el nivel de exigencia mediante el uso de códigos de construcción cada vez más ecológicos, y ofrezca incentivos adecuados (no siempre financieros) para construir en forma sostenible.
4) La recopilación de pruebas que demuestren que construir en forma sostenible arroja una rentabilidad financiera positiva para todas las partes que conforman el ecosistema de la construcción. Esto reviste particular importancia para aquellos bancos que pueden financiar un conjunto de proyectos de construcción sostenible a tasas aceptables mediante la monetización de los beneficios económicos que reportan los edificios ecológicos. En la medida que podamos demostrar que todos obtienen ganancias financieras al construir en forma sostenible, tendremos una oportunidad para la acción colectiva. La Corporación Financiera Internacional (IFC), (i) la institución del Grupo Banco Mundial dedicada al sector privado, puso en marcha el Programa EDGE para la Transformación del Mercado de la Construcción Sostenible (i) con el fin de atender estas necesidades del mercado.
EDGE (acrónimo de “Excellence in Design for Greater Efficiencies”) es un programa integral constituido por cuatro elementos que incluye a todos los actores del ecosistema de la construcción: las inmobiliarias y los fabricantes; las instituciones financieras; los responsables de las políticas, y los compradores finales. El componente central de este programa es un software gratuito y fácil de usar que ayuda a los promotores inmobiliarios a determinar, desde las primeras etapas de un proyecto, cuáles son las medidas en materia de eficiencia que resultan más acertadas desde el punto de vista de los negocios.
EDGE (i) se encuentra disponible en Internet y se puede usar para diseñar proyectos en más de 100 países. Tenemos sólidas alianzas en cinco países, y la meta es ampliarlas a 20 países en los próximos años. Además, contamos con asociados de nivel internacional que abarcan el resto del mundo.
La certificación EDGE de IFC y otras certificaciones similares que existen en el mercado abordan las cuestiones antes señaladas al proporcionar una norma común para los constructores, los compradores y los bancos. EDGE también permite recabar los datos necesarios para analizar los ahorros a nivel operacional. Y a través de nuestra colaboración con los proveedores de certificaciones, podemos mostrar que existe interés y demanda por parte de los clientes, de modo que otros inversionistas también apoyen esta tendencia. El financiamiento para la construcción inmobiliaria ya es una realidad; lo que debemos hacer ahora es reorientar los flujos existentes hacia alternativas más ecológicas. Creemos que el sector de la construcción inmobiliaria puede contribuir considerablemente a la acción climática. Con la cooperación de todos, es posible lograr una transformación fundamental del mercado.
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