Estas cifras no se pueden dejar de resaltar: más de 1000 millones de personas no tienen acceso a la electricidad en todo el mundo, y 2900 millones aún usan combustibles dañinos y contaminantes, como la leña y el estiércol, para cocinar.
Al celebrar el Día de la Tierra, buscamos maneras de brindar acceso a energía a esas comunidades y transformar sus vidas y, al mismo tiempo, proteger los recursos de nuestro planeta. ¿Cómo podemos asegurarnos de que el progreso que es apropiado para las comunidades, también lo sea para el planeta?
Una buena noticia es que en el mundo están surgiendo constantemente nuevas tecnologías para abordar este desafío. Tenemos cargadores solares para teléfonos móviles, lámparas solares portátiles y cocinas de bajo consumo energético, que son asequibles y prácticos para las comunidades que no están conectadas a la red eléctrica. El problema ahora es cómo garantizar que las tecnologías adecuadas sean sostenibles y estén al alcance de las comunidades que más las necesitan.
Solar Sister es una empresa social que contrata, capacita y apoya a las mujeres africanas para que inicien negocios de energía limpia en sus comunidades, vendiendo lámparas y cocinas a sus vecinos. Estamos organizados en torno al principio de que las mujeres deben ser intencionalmente incluidas en los debates acerca de la energía.
¿Por qué?
Porque las mujeres son las más afectadas por la falta de acceso a la energía: en la abrumadora mayoría de los casos, ellas recolectan el combustible para los fogones, preparan la comida en cocinas llenas de humo, y caminan kilómetros para llenar un tarro con queroseno. Con frecuencia, ellas también están a cargo de los costos diarios relacionados con la energía en sus hogares, y tienen la motivación, el conocimiento y las conexiones comunitarias que se necesitan para garantizar que el acceso a la energía conlleve beneficios para todos los miembros de la comunidad. Lo que hemos visto en terreno, una y otra vez, es que el liderazgo y las voces de las mujeres son esenciales en el movimiento en favor del acceso equitativo a formas de energía limpia.
Las historias de Natalia y Wamayo ayudan a poner de relieve esa realidad.
Antes que Natalia comprara las linternas solares, a sus niños no les estaba yendo muy bien en la escuela: su estado de salud no se los permitía.
“Ellos no podían estudiar con confianza. Cuando usábamos queroseno, empezaron a toser y a ahogarse por el humo”, contó Natalia.
Ella decidió comprar linternas a pila como una alternativa, pero rápidamente se frustró cuando estas se rompieron y no se podían reemplazar. Entonces, Rose —una empresaria de Solar Sister—, le mostró a Natalia una linterna solar, segura y confiable, junto con una garantía de dos años y un recibo. Esto le daba la opción de cambiarla sin tener que gastar más dinero. Además, Natalia podía confiar en Rose, quien había sido su amiga y vecina durante muchos años.
Natalia compró una linterna para probarla, y asegurarse que este aparato estaba a la altura de lo que decía Rose. Ella ahorró dinero de la venta de sus cultivos de hortalizas y de su trabajo como costurera para comprar dos linternas más, una a la vez. Eso funcionó. Las notas de sus niños mejoraron rápidamente y, lo que es incluso mejor, ellos no tosen tanto como antes.
Y está el caso de Wamayo, quien no puede dejar de sonreír cuando coloca su linterna solar en frente de su máquina de coser para mostrar cómo la usa hasta tarde en la noche. La linterna, comprada a una empresaria de Solar Sister en Sango Bay (Uganda) ha llegado a ser una parte esencial de su negocio de costura. Wamayo ahorró durante todo un año para comprarla. Ahora que ya no tiene que gastar 700 chelines al día en queroseno, sus ahorros y los mayores ingresos que obtiene al trabajar más horas le permiten tener suficiente dinero para construir una nueva vivienda para su familia.
También están las propias empresarias. Moshi vendió más de 250 linternas solares y cocinas no contaminantes durante su primer año como empresaria de Solar Sister. Cuando Moshi se enteró de la existencia de Solar Sister y de la oportunidad de obtener electricidad para ella y su comunidad —la cual no está conectada a la red eléctrica de Tanzanía—, supo que le gustaría ser una empresaria y ayudar a poner fin a la pobreza existente en su aldea. Pero, pronto se dio cuenta que se trataba de una tarea demasiado grande para que fuera asumida por una sola mujer.
Así que convenció a otras tres para que se unieran a ella.
“Estamos lejos del (fin del) camino... Pensamos, vamos a asumir la responsabilidad de conseguir el acceso a la energía limpia”, dijo Moshi.
Las cuatro mujeres empezaron a vender linternas solares en los encuentros de la aldea, la mezquita local, el mercado y las reuniones de sus grupos de ahorro. Ellas se han dado cuenta que existe, de hecho, una alta demanda de linternas solares y cocinas no contaminantes. Las primeras ayudan a aliviar el alto costo del queroseno, mientras que las segundas disminuyen la cantidad de viajes que una mujer debe hacer semanalmente para recolectar leña.
Las mujeres calculan que el 75 % de los hogares de su pueblo cuenta ahora con energía solar y energía limpia. Esperamos que podamos ayudarlas a lograr el 100 % pronto.
Los estudios de caso y las fotografías fueron aportados por Lindsey Allen y Serena Chan del Miller Center for Social Entrepreneurship de la Universidad de Santa Clara, y están incluidos en el documento “Solar Sister Social Impact Report” (Informe sobre el impacto social de Solar Sister).
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