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En las aldeas y los pueblos de Nepal, en los primeros días después del terremoto de magnitud 7,8 — ocurrido el 25 de abril—, las familias se protegieron bajo toscos cobertizos hechos de cualquier material relativamente impermeable que tuvieran a mano.
Keshav y su familia
Keshav Thapa Magar vive con su esposa, un hijo y dos hijas en el sudeste del valle de Katmandú en Kot Gaon. Él tuvo la misma experiencia con el sismo que el resto de las familias de los 100 hogares que componen su aldea. El villorio está habitado por miembros de los pueblos Newar, Magar, Chhetri y Tamang, que en su mayoría vivían en casas tradicionales de ladrillos hechos de barro o de adobe y piedras antes de que el terremoto las desvastara. El sismo del 25 de abril destruyó la vivienda de Keshav al igual que la de su primo (una casa tradicional como la suya) y la vivienda de concreto, postes y vigas de su madre.
En la siguiente semana, Keshav y su familia pudieron recuperar algunos muebles de entre los escombros de su vivienda, y tuvieron sillas, camas y un armario en su refugio. Ya no dormían en el suelo. Al mismo tiempo, comenzaron a construir un nuevo refugio en un pequeño campo de maíz próximo al invernadero: esta nueva estructura, hecha con maderas y planchas de acero corrugado galvanizado que reciclaron de las ruinas de su casa, sería su hogar durante la temporada de monzones, que empezará en unas pocas semanas.
Al mismo tiempo, Keshav y su hijo mayor se dedicaron a la larga y dura tarea de derribar su casa y la de Kaili, separando los escombros en piedras y ladrillos, vigas, marcos de puertas y de ventanas que se pudieran volver a usar, y otros materiales salvables. La madera no reciclable fue apilada para usarla como leña en el invierno. Las piedras, que no se podían utilizar, fueron amontonadas para ser eliminadas posteriormente, o esparcidas en las calles de tierra.
Keshav participó en esta ardua tarea después del trabajo y durante los fines de semana, porque había regresado a su oficio de conductor un par de días después del 25 de abril. No hay una red de protección social del Gobierno para ayudar a su familia, por lo que no no tuvo otra opción que volver a trabajar lo más pronto posible.
En las zonas rurales de Nepal, que han sido autosuficientes durante siglos, todos colaboran. El ebrio del pueblo en Kot Gaon no ha podido ayudarse a sí mismo después del terremoto, pero sus vecinos —a pesar de sus propias dificultades— le están dando apoyo.
Como las operaciones de rescate y socorro se reducirán paulatinamente en las próximas semanas, el Gobierno y sus asociados en la tarea del desarrollo están comenzando a evaluar la rehabilitación y la reconstrucción. Es en estas áreas donde el Banco Mundial ha participado activamente.
Labor del Banco en terreno
El personal de las oficinas del Banco en todo el mundo se movilizó a los pocos días del primer terremoto para comenzar a pensar en las actividades y los mecanismos que permitirían a los nepalíes —que más sufrieron— reanudar sus vidas lo más rápido posible.
Los funcionarios del Banco, en colaboración con la Unión Europea y las Naciones Unidas, están realizando una evaluación de los daños y las necesidades tras el terremoto. Un equipo está asesorando al Gobierno en la realización de un examen exhaustivo de la seguridad de las estructuras y la posibilidad de reparar los edificios dañados por los sismos. Otro equipo está preparando una operación de apoyo en materia de presupuesto para ayudar al Gobierno a financiar las necesidades inmediatas, basándose en un crédito para políticas de desarrollo del sector financiero que iba a ser analizado por el Directorio Ejecutivo cuando se produjo el primer sismo. Equipos sectoriales también están revisando los proyectos de nuestra cartera actual para ver cómo los fondos ya comprometidos pueden ser reasignados y hacer frente a situaciones de emergencia: de hecho, una misión que había llegado a Katmandú justo antes del sismo se quedó en Nepal para trabajar con las autoridades viales a fin de garantizar que los obstáculos en el sector del transporte se abordaran lo más rápidamente posible en los primeros días de los cruciales esfuerzos de socorro y recuperación.
El personal del Banco también está trabajando arduamente para ayudar al Gobierno y sus asociados a abordar el desafío inmediato más difícil que surge de la emergencia del terremoto: ayudar a los pobres de las zonas rurales a soportar la próxima temporada de monzones y el invierno, reconstruir sus casas (sobre la base de normas de construcción antisísmicas) y reanudar sus actividades agrícolas. Muchos hogares rurales necesitarán pequeñas transferencias de efectivo durante un periodo de seis a 12 meses para mantenerlos a flote y ayudarlos a adquirir los insumos necesarios para restaurar sus casas. No es fácil determinar quiénes deberán ser los beneficiarios en miles de pequeñas aldeas esparcidas a lo largo de remotas laderas en las montañas, y qué sistema funcionará mejor para transferirles el dinero en efectivo y los conocimientos de manera oportuna y confiable.
Con la amplia experiencia adquirida después de los terremotos en Haití, India, Pakistán y Turquía —entre otros lugares— el Banco está en una buena posición para ayudar en esta tarea.
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