Nepal agradece a sus amigos de la comunidad internacional por la rápida respuesta humanitaria en el periodo inmediatamente posterior al desastre. Les debemos nuestro profundo respeto por su generosidad y heroísmo.
Las primeras estimaciones de nuestra Evaluación de necesidades posdesastre (PDNA, por sus siglas en inglés) valuaron los daños y pérdidas económicas en unos US$7000 millones, aproximadamente un tercio de nuestra economía. Se prevé que la tasa de crecimiento económico de este ejercicio que finaliza a mediados de julio será la más baja en ocho años, del 3,04 %. Los ingresos recaudados no lograrán el objetivo en al menos un 8 % y resultarán en una base inferior para el próximo ejercicio. La prioridad inmediata es restaurar los medios productivos de subsistencia para millones de personas en la agricultura, los servicios y la industria.
Antes del terremoto, Nepal había logrado buenos avances hacia una trayectoria de crecimiento más alto. Estábamos trabajando en una nueva generación de reformas económicas, promulgando y revisando una serie de políticas, leyes y reglamentos. También estábamos bien encaminados a lograr los restantes objetivos de desarrollo del milenio antes de finales de este año. Nepal también reunía los criterios requeridos para graduarse de los países menos adelantados (PMA) en 2022. El sismo ha asestado un duro golpe a nuestras aspiraciones.
El desastre ha afectado de manera desproporcionada a los pobres. Las estimaciones preliminares sugieren que un 3 % adicional de la población ha sido empujado a la pobreza como resultado directo de los terremotos. Esto se traduce en al menos 700 000 personas. Hasta la fecha, el Gobierno de Nepal ha anunciado que se destinarán cerca de US$1300 millones a la asistencia en efectivo inmediata y a mediano plazo de los más afectados por el desastre con el fin de ayudarlos a reconstruir sus vidas.
El 25 de junio, el Gobierno de Nepal organizará una conferencia internacional en Katmandú sobre la reconstrucción de Nepal. Hemos invitado a más de 60 asociados en la tarea del desarrollo y muchos han confirmado su participación. La PDNA contribuirá a los debates de la conferencia, en particular en lo que respecta a la escala de la devastación y la magnitud de nuestras necesidades para recuperarnos. Es importante también señalar que la conferencia nos ayudará a articular una visión propia ampliada para la reconstrucción y las estrategias para planificar y prepararse mejor frente a los riesgos, los peligros y la vulnerabilidad.
Nepal ha gestionado sus fundamentos económicos con prudencia por muchos años. Tuvimos la suerte de que nuestro espacio fiscal y la balanza de pagos fueran holgados cuando ocurrió el desastre. Pero, en adelante, nuestras necesidades de reconstrucción serán enormes y no podemos financiarlas solos. Por otra parte, tendremos que garantizar que se sigan atendiendo las necesidades de desarrollo en las zonas menos afectadas del país y que nuestros logros anteriores estén bien protegidos.
Organizar una conferencia y presentar nuestras necesidades no se traduce automáticamente en promesas generosas de apoyo. Como ministro de Finanzas, no me hago ilusiones sobre esto. Esperamos que nuestros amigos y asociados nos hagan muchas preguntas, incluyendo algunas difíciles. Eso es lo que hacen los buenos amigos. Después de todo, nuestros asociados en la tarea del desarrollo también tienen prioridades que compiten con las nuestras en sus países y en el extranjero y deben rendir cuentas a los contribuyentes de sus circunscripciones. Sin embargo, la conferencia será una buena plataforma para debatir nuestros planes y tranquilizar a nuestros asociados de que la ayuda externa se usará de la mejor manera posible.
Como se mencionó anteriormente, muchas de las reformas, incluidas las relativas a la gestión de las finanzas públicas, ya estaban entre las tareas antes del terremoto y ahora las agilizaremos. Se establecerán medidas extraordinarias para abordar circunstancias extraordinarias. Pero, al hacerlo, no vamos a buscar hacer recortes en las salvaguardias fiduciarias, ambientales y sociales. Eso solo perjudicaría nuestros propios intereses de desarrollo. Más bien, vamos a buscar maneras de alentar a los servicios públicos a tomar riesgos informados y agilizar los procesos engorrosos para que las decisiones, los flujos de fondos, las acciones y los resultados ocurran de forma oportuna y responsable.
Por lo que se refiere a la estructura institucional para implementar los programas de reconstrucción, estamos considerando varias propuestas sobre la base de experiencias mundiales y posibles innovaciones adaptadas a nuestro contexto local. Estamos abiertos a ideas. Nuestra intención es mantener una estructura liviana, empoderar a los organismos competentes, atraer a los mejores y más brillantes profesionales a nivel nacional y de la diáspora, crear sinergias y coordinar las actividades a través de un organismo central dotado de poderes especiales. Los controles y balances serán parte integrante de los acuerdos institucionales. La arquitectura para el flujo de fondos está siendo rediseñada en pos de la simplicidad y transparencia. Para estos fines, se están revisando las leyes y los reglamentos.
Estoy profundamente consciente de la crítica que rodea a la política de “ventanilla única” del Gobierno para la asistencia para la reconstrucción. Creo que el debate actual está mal informado y el escepticismo es infundado. Hay mucha buena voluntad hacia Nepal entre las organizaciones benéficas mundiales, las fundaciones, las organizaciones no gubernamentales, los filántropos y los ciudadanos particulares. Está en nuestro interés aprovechar esta oleada de solidaridad. Dicho esto, cualquier Gobierno responsable tratará de garantizar que la entrega de ayuda sea inclusiva y equitativa. Lo último que queremos es que la asistencia mal orientada exacerbe el conflicto. El propósito de la ventanilla única no es controlar o dirigir la asistencia sino garantizar que la ayuda llegue a los más necesitados de una manera socialmente coherente. Estamos trabajando en una política que aclare las funciones y responsabilidades y tenga en cuenta las aspiraciones públicas, privadas y cívicas para participar en el esfuerzo de reconstrucción.
Nuestros programas de reconstrucción rendirán cuentas socialmente. Serán diseñados para fomentar la participación de la comunidad e involucrar la supervisión por parte de terceros, así como la certificación, por ejemplo, en el caso de reconstruir viviendas con nuevas normas de resiliencia. Estos programas usarán lo mejor de la experiencia de Nepal en cuanto a la voz de los ciudadanos, la transparencia y la tramitación de las quejas a nivel local. A nivel central, la supervisión estará a cargo de los órganos con mandato constitucional como las comisiones parlamentarias, la Comisión para la Investigación del Abuso de Autoridad (la agencia de lucha contra la corrupción) y la Oficina del Auditor General. Estos esfuerzos serán complementados por los vibrantes medios de comunicación de Nepal y el derecho del ciudadano a la información garantizado por la Constitución.
Por último, nuestros esfuerzos de reconstrucción serán diseñados para trabajar con el mercado –no contra él– para restaurar las economías locales, los puestos de trabajo y los medios de subsistencia a la mayor brevedad. Los enfoques integrados y las asociaciones innovadoras con el sector privado serán fundamentales en este sentido.
El desastre nos ha unido frente a la adversidad. La semana pasada, los principales partidos políticos de Nepal se despojaron de sus diferencias de larga data para superar un punto muerto de ocho años en llegar a un acuerdo sobre los fundamentos de una nueva constitución que prometa concluir nuestra prolongada transición hacia la paz y la estabilidad. Esto ha sido recibido con un optimismo generalizado y con esperanza. Ahora es el momento de comenzar de cero. Trabajando en conjunto con la comunidad internacional, creo que estaremos bien preparados para asumir el desafío de manera colectiva.
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