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Nombrar un gabinete con igualdad de género es bueno para Canadá, pero no por los motivos que Ud. cree

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Recientemente, el nuevo primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, nombró un gabinete en el que el 50 % de los integrantes son mujeres. Al explicar sus elecciones, Trudeau declaró que era importante “presentar a Canadá un gabinete que se parezca a Canadá”, y “porque estamos en 2015”.

El anuncio tuvo una respuesta negativa considerable entre la prensa, llegando algunos medios de comunicación a dar a entender que la promoción de la diversidad no es buena para la gobernabilidad. Esta visión implica que si bien el nombramiento de mujeres y la incorporación de un equilibrio de género con cuestiones positivas para la diversidad del país, estas socavarían la calidad de la gestión de gobierno. Se podrían nombrar probablemente a muchos candidatos de sexo masculino que en el papel parecen tener más méritos que algunas de las personas designadas por Trudeau.

Sin embargo, esto no se debe a que los candidatos masculinos sean en realidad más capaces de hacer el trabajo. Comparar los logros del pasado, o incluso cotejar a los hombres y las mujeres usando una medida de la capacidad objetiva (si tal cosa existiera) es engañoso cuando las mujeres enfrentan prejuicios en la manera cómo son percibidas en el lugar de trabajo. Tener éxito obliga a las mujeres a interactuar con otras personas en la sociedad, donde son objeto de discriminación. Los mercados laborales en la economía moderna rara vez ofrecen oportunidades para que las personas trabajen y tengan éxito de manera aislada: la mayoría de los trabajos requieren capacitar, manejar o supervisar a otros, o interactuar con clientes. Numerosas pruebas realizan un seguimiento de cómo los prejuicios de género funcionan en el hogar (PDF, en inglés) y continúan (i) en el lugar de trabajo, (PDF, en inglés), y esos prejuicios pueden impedir que a las mujeres les vaya bien.

Un experimento reciente en Malawi, (i) en el que se usaron datos de miles de agricultores, exploró si las mujeres registran un rendimiento menor debido a una diferencia natural de capacidad, o debido a prejuicios sociales derivados de las normas y actitudes de la sociedad. Los investigadores pidieron a los agricultores y las agricultoras de maíz de 140 aldeas del país que aprendieran primero una nueva técnica agrícola productiva y la aplicaran en sus propias granjas. Luego les pidieron que enseñaran a otras personas de la aldea cómo aplicar la nueva técnica, y las convencieran de adoptarla. Los investigadores a veces pagaban incentivos basados en el desempeño a los comunicadores que tenían éxito en persuadir a muchos otros a adoptar el mencionado método.

Los datos muestran que en la primera tarea, los hombres y las mujeres aprenden y retienen igual de bien la información sobre la nueva tecnología. De hecho, las mujeres capacitadas la aplican en su propia granja con más frecuencia que sus homólogos masculinos. Los comunicadores de ambos sexos parecen tener una capacidad innata y natural para aprender similar.

Luego, los investigadores estudiaron qué tan bien este conocimiento se traducía en el desempeño de los comunicadores para enseñar y convencer a otros a adoptar la técnica. Hicieron el seguimiento a una muestra aleatoria de otros agricultores de cada aldea para ver cuánto habían aprendido estos acerca de la tecnología enseñada por el comunicador que se les asignó, y si la habían adoptado en las próximas dos temporadas agrícolas. En esta etapa, las mujeres se habían desempeñado peor que sus homólogos masculinos: los otros agricultores habían adoptado con menos frecuencia la técnica en aquellas aldeas donde hubo comunicadoras, a pesar del hecho de que esas mujeres conocían el material igual de bien.

¿Por qué el desempeño de las mujeres fue inferior al de los hombres? No se trata simplemente de que las mujeres sean mejores alumnas que maestras. Los otros agricultores que aprendieron la técnica a partir de las enseñanzas de las mujeres tuvieron mejores cosechas en sus granjas que aquellos que la aprendieron de los hombres. Las mujeres pusieron, además, más esfuerzo en enseñar, llevando a cabo eventos de divulgación formales.

La diferencia surge cuando examinamos quiénes asistieron a esos eventos: era menos probable que los agricultores de ambos sexos fueran a los eventos organizados por mujeres. ¿Por qué? Los investigadores recopilaron datos detallados sobre las percepciones, y observaron que tanto los agricultores como las agricultoras percibían que los comunicadores masculinos tenían mayores conocimientos agrícolas, a pesar de que, según las medidas objetivas, esos hombres no sabían más sobre la nueva tecnología introducida a través del experimento. En consecuencia, los otros agricultores no prestaron tanta atención a los comunicadores de sexo femenino. Los prejuicios en la percepción y la atención parecen ser las causas más probables subyacentes de los patrones documentados, en los que las mujeres se desempeñan igual de bien en las tareas particulares, pero su rendimiento es inferior cuando están obligadas a interactuar con los demás en la sociedad.

Los prejuicios desperdician el talento, y las cualificaciones son el resultado de esta misma discriminación. Entonces ¿por qué privarnos de quienes se esforzarían por ayudar a sus vecinos a aumentar sus cosechas o a gestionar eficazmente el gobierno?

La evidencia indica que debemos aspirar a crear una cultura en la que todas las personas, incluidas las mujeres y otros grupos que sufren discriminación, sean empoderadas para rendir al máximo de su capacidad. Políticas como la de Trudeau son importantes para empujar a nuestras sociedades en esta dirección, ya que predican a través del ejemplo. Las percepciones que socavan los buenos esfuerzos de las mujeres campesinas de Malawi solo pueden cambiar si empezamos a ver a más mujeres en posiciones de liderazgo.

Al avanzar con este tipo de políticas, permitimos que sobresalgan las personas más adecuadas para liderar sin ser obstaculizadas por los prejuicios, formando líderes que son “un reflejo de la sociedad” y que, al mismo tiempo, están bien preparados para “gobernar el país”.


Autores

Florence Kondylis

Research Manager, Lead Economist, Development Impact Evaluation

Ahmed Mushfiq Mobarak

Professor of Economics, Yale University

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