Más de 2000 millones de personas en el mundo aún carecen de acceso a los servicios financieros formales. A pesar de los importantes avances (i) realizados en materia de inclusión financiera y el aumento de los medios financieros y tecnológicos dedicados a fomentar tal inclusión, todavía queda mucho por hacer.
Existe un consenso general de que el acceso a una cuenta de transacciones puede ayudar a las personas a manejar mejor sus vidas e implementar planes para emergencias.
Pero a menudo el acceso a los servicios financieros y la existencia de infraestructura financiera que se da por sentado en los países ricos, tales como las cuentas de ahorro, las tarjetas de débito o crédito así como los sistemas de pagos en que operan, aún no están al alcance de muchas personas en los países en desarrollo.
En septiembre participé en el Foro Mundial sobre Políticas de la Alianza para la Inclusión Financiera (AFI, por sus siglas en inglés) (i) que se realizó en Mozambique. Esta reunión anual congregó a encargados de formular políticas y a representantes del sector privado y de otras partes interesadas con el objetivo de asumir nuevos compromisos, analizar las mejores prácticas y acordar el camino a seguir.
Me impresionaron los enriquecedores debates que tuve con miembros de la AFI y representantes de otras instituciones sobre los éxitos y trabas que existen para ampliar el acceso a los servicios financieros en sus respectivos países.
Educación financiera y capacidad. Los países deben desarrollar programas de educación financiera que aseguren que las personas puedan tomar decisiones acertadas, seleccionar productos financieros que se ajusten a sus necesidades y saber de qué manera usar otros recursos relacionados, como los cajeros automáticos o la banca móvil. Las recientes Encuestas sobre capacidad financiera llevadas a cabo por el Grupo Banco Mundial en Marruecos y Mozambique así como estudios sobre el uso de servicios de remesas entre emigrantes en Francia e Italia muestran que la falta de información impide que la gente emplee servicios y productos financieros apropiados. Los conocimientos sobre comportamientos contribuyen a llevar a cabo iniciativas de educación financiera más efectivas y menos costosas —como los mensajes de texto personalizados—, que pueden hacer aumentar el uso de cuentas nuevas y el ahorro.
Documentos de identificación v álidos . Facilitar que las personas tengan un documento de identificación válido es esencial para acceder a los servicios financieros. Sin la existencia de una identificación apropiada, no es posible mover grandes flujos de pagos, por ejemplo transferencias de servicios sociales y salarios, hacia cuentas de transacciones. Se necesita simplificar tanto el proceso para obtener un documento de identidad como el proceso para abrir una cuenta. En aquellos países donde se exigen varios documentos de identidad al abrir una cuenta, los esfuerzos de inclusión financiera no han dado los mismos resultados que en los países donde este proceso es más sencillo.
Protección al consumidor y regulación. Si bien es cierto, que los servicios de pago como el dinero móvil y los productos de dinero electrónico pueden ampliar más el acceso, resulta también imprescindible establecer plataformas seguras y fiables para proteger tanto los fondos como la privacidad de los datos. Con el objetivo de aumentar la confianza de los consumidores en el uso de medios de pago electrónicos, es importante tratar a los nuevos consumidores de una manera equitativa, informar adecuadamente acerca de los productos principales y establecer normas de seguridad y fiabilidad que permitan a los clientes tomar decisiones informadas sobre los productos que ellos eligen.
La mujer y los pobres en las zonas rurales. Las mujeres en los países en desarrollo tienen un 20 % menos (i) de posibilidades que los hombres de tener una cuenta y un 17 % menos de probabilidades de haber recibido un préstamo de una institución financiera formal el año pasado. Las instituciones financieras deben adaptar sus productos para responder a las necesidades de las mujeres. (i) Esto se puede hacer mediante medidas que van desde ayudar a las mujeres a obtener documentos de identidad válidos y a abrir sus propias cuentas hasta aumentar la capacidad de ellas de tomar decisiones financieras básicas. La Encuesta sobre capacidad financiera realizada en Marruecos en 2014 por el Grupo Banco Mundial indicó que tanto las mujeres como la población rural obtienen puntajes significativamente más bajos en varios de los parámetros de capacidad financiera (elaborar presupuestos, hacer frente a acontecimientos imprevistos, etc.) en comparación con los hombres y la población urbana. En general, las mujeres y las personas pobres en las zonas rurales tienden a tener un menor nivel de instrucción o una menor probabilidad de trabajar en el sector formal.
Utilidad. La apertura de una cuenta de transacciones es el primer paso, no el objetivo final. Estas cuentas deben ser útiles y servir como una puerta de acceso a otros servicios financieros, como el ahorro, el crédito y los seguros. Unos 355 millones de adultos (i) en los países en desarrollo, que declaran tener una cuenta, aún envían dinero en efectivo o realizan transacciones fuera del mercado formal. Tanto los Gobiernos como el sector privado pueden jugar un papel fundamental en el aumento del uso de las cuentas, depositando los salarios en cuentas en vez de realizar los pagos en dinero en efectivo. Por ejemplo, en India la iniciativa Pradhan Mantri Jan-Dhan Yojana (PMJDY) (i) realiza el pago de subsidios, incluidos aquellos al gas líquido de petróleo (GLP), en cuentas de transacciones pertenecientes a los beneficiarios, y se ha informado que se han abierto más de 170 millones de cuentas.
Tenemos que trabajar juntos para abordar estos desafíos.
En los dos últimos años, el Grupo Banco Mundial ha comprometido más de US$8000 millones en ayuda financiera (i) para esfuerzos en favor del acceso a los servicios financieros y la inclusión financiera, así como para el desarrollo de infraestructura financiera nacional y regional.
La primavera pasada, el Grupo Banco Mundial y varias partes interesadas de los sectores público y privado (i) se comprometieron llegar a 2000 millones de personas en los próximos cinco años a través de la iniciativa Acceso Universal a los Servicios Financieros para el año 2020 (UFA2020). (i) La UFA2020 se centra en 25 países, donde vive el 73 % de la población que carece de servicios bancarios en el mundo. Sin embargo, tenemos sumo interés en trabajar con todos los países, donde podemos contribuir como un asociado técnico o entregar apoyo financiero vital.
La iniciativa mundial complementa la Declaración Maya (i) a la que varios países miembros de la AFI ya se habían comprometido durante los últimos cuatro años. Más del 85 % de la reducción en el total de personas sin acceso a servicios bancarios entre 2011 y 2014 se produjo en países miembros de la AFI, y cerca de un 55 % en países signatarios de la Declaración Maya.
A nivel global, el Grupo Banco Mundial y el Comité sobre Pagos e Infraestructuras de Mercado (CPMI, por sus siglas en inglés) (i) del Banco de Pagos Internacionales (BPI) han analizado estos desafíos en un informe consultivo sobre los aspectos de la inclusión financiera vinculados con los pagos,(i) que fue recientemente publicado y que nos ayudará a entender cómo los sistemas y servicios de pago promueven el acceso y el uso de los servicios financieros.
El informe propone medidas concretas que los países deberían tomar para realizar avances en materia de acceso a cuentas de transacción. Estas acciones serán cruciales para que la inclusión financiera se convierta en realidad, con lo cual contribuirá a reducir la pobreza en el mundo y fomentar la prosperidad compartida.
Este blog fue publicado originalmente en The Guardian. (i)
Gloria Grandolini (i) es directora superior del Departamento de Prácticas Mundiales de Finanzas y Mercados del Grupo Banco Mundial. Siga a @WBG_Finance en Twitter y use la etiqueta #FinAccess2020 para saber más acerca de la labor del Grupo Banco Mundial en materia de inclusión financiera.
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