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Pasar de miles de millones a billones: El financiamiento de los objetivos mundiales

The Penonomé project in Panama will be the largest wind farm in Central America. © Penonomé

Mañana por la mañana, el Papa Francisco dará inicio a la sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas en la que se tratarán los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Para cuando termine el día, los líderes mundiales habrán ratificado los 17 objetivos. Este es un hecho trascendental, que merece celebrarse, pero el trabajo arduo comienza el lunes por la mañana. Ese será el momento en que dejemos de centrarnos en el qué para enfocarnos en el cómo.
 
Los primeros 16 objetivos se refieren a una serie de necesidades críticas en materia de desarrollo y amplían los objetivos de desarrollo del milenio, que guiaron los esfuerzos en esta área desde el año 2000. El último ODS es cualitativamente distinto. En lugar de exponer lo que se quiere lograr, plantea el modo en que se alcanzarán los objetivos. Pone el énfasis en los medios de implementación.

¿Qué hará falta para lograr los objetivos? Principalmente, conocimientos, financiamiento y alianzas. El primero de estos elementos abunda. Si bien no cabe duda de que los grandes avances tecnológicos y conceptuales serán de utilidad, contamos ya con la experiencia y los conocimientos prácticos y técnicos suficientes para resolver los problemas más graves que afligen a los pobres y a los sectores desatendidos y vulnerables del mundo. El problema radica en cómo financiar esas soluciones y cómo conformar alianzas para implementarlas con rapidez y eficacia en el momento y en el lugar en que se necesitan.
 
¿Cuánto financiamiento hace falta? Junto con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y otros bancos multilaterales de desarrollo, el Grupo Banco Mundial acuñó la frase "pasar de miles de millones a billones", con la que se busca ilustrar la escala del desafío mundial del desarrollo. En vista de la magnitud de la tarea, debemos segmentarla e identificar qué medidas dan ya buenos resultados y cuáles debemos mejorar.
 
¿Qué medidas dan buenos resultados? En primer lugar, ha surgido un nuevo consenso respecto de que la empresa privada es la principal fuente de crecimiento económico y creación de empleo, y el capital privado es esencial para alcanzar los ODS. Cuando la comunidad del desarrollo se reunió en Addis Abeba en julio de este año para celebrar la Tercera Conferencia Internacional sobre Financiamiento para el Desarrollo, se observó una marcada diferencia respecto de los encuentros anteriores de Doha y Monterrey: la aceptación inequívoca de que el financiamiento deberá provenir del sector privado y no solo de las arcas públicas.
 
Los líderes de todos los ámbitos (Gobiernos, empresas, entidades de financiamiento, círculos académicos, sociedad civil, fundaciones) reconocen que en el mundo actual, los flujos financieros que reciben los países en desarrollo están dirigidos en mayor medida por actores privados que por los países donantes. En 2014, por ejemplo, la asistencia oficial para el desarrollo se ubicó en unos US$135 000 millones, (i) un monto significativamente menor que la inversión extranjera directa, que alcanzó aproximadamente los US$680 000 millones, (PDF, en inglés) y las remesas, que totalizaron cerca de US$430 000 millones.
 
En la Corporación Financiera Internacional (IFC), hemos observado estos cambios de primera mano. También hemos aprendido que es posible obtener importantes ganancias ajustadas en función de los riesgos y a la vez generar un fuerte impacto en el desarrollo. Esto nos ha permitido movilizar capital comercial adicional para las empresas privadas que financiamos. Hace seis años, creamos IFC Asset Management Company, (i) una plataforma de gestión de fondos de terceros que en la actualidad administra activos por más de US$8000 millones y que nos permite acoplar el capital comercial con las necesidades en materia de desarrollo.
 
¿Qué más se necesita? Tan importante como obtener financiamiento es convocar a los asociados adecuados para generar el mayor efecto multiplicador posible con los escasos recursos oficiales disponibles. Debemos trabajar en estrecha colaboración con los asociados operativos, en especial los de los países, que están en mejor posición para construir obras de infraestructura más adecuadas, generar mayor crecimiento y más empleos.
 
En vista de las diferencias entre el volumen del financiamiento público y el privado, un tema que cobra cada vez más importancia para los países donantes es cómo utilizar los recursos limitados de modo de obtener el máximo provecho posible. Por tal motivo, diversos donantes procuran destinar una proporción mayor de su presupuesto de asistencia al desarrollo del sector privado y a la movilización de flujos de capital privado, incluso a través de asociaciones con otros donantes.
 
Ejemplo de ello es la iniciativa Convergence, (i) auspiciada por Canadá y puesta en marcha en julio, que constituye una plataforma internacional para que los inversionistas públicos y privados se pongan en contacto y diseñen y respalden inversiones de financiamiento combinado en los países en desarrollo. Incluye un mercado virtual, un nuevo mecanismo de diseño de productos con talleres colaborativos y financiamiento mediante donaciones, y herramientas tales como una base de datos históricos sobre convenios de financiamiento combinado y un directorio de entidades intermediarias que pueden ayudar en la implementación.
 
Mañana, como parte de la Cumbre de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible, IFC oficiará de anfitrión del Foro Empresarial sobre los ODS conjuntamente con la Cámara Internacional de Comercio, el Foro Económico Mundial y el Pacto Mundial de las Naciones Unidas. El propósito es colocar a los líderes del ámbito empresarial y financiero en el centro del debate sobre los ODS, con la vista puesta en el decimoséptimo objetivo, referido a la implementación, esto es, a los medios para alcanzar las demás metas.
 
Los ODS no son objetivos lejanos. El plazo vence en 2030, es decir, dentro de 15 cortos años. Por lo tanto, no es solo esencial sino urgente que pasemos del qué al cómo, y que empecemos a hacerlo hoy mismo. El mundo no puede esperar hasta el lunes.
 
Publicado originalmente en el Huffington Post (i) el 24 de septiembre de 2015.


Autores

Gavin E.R. Wilson

Chief Executive Officer, IFC Asset Management Company

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