Publicado en Voces

Prepararse ahora para las próximas emergencias sanitarias

A female health care worker vaccines a man against Covid-19 at the Maughataa Medical Center in Teyarett, Mauritania. Photo credit: World Bank A female health care worker vaccines a man against Covid-19 at the Maughataa Medical Center in Teyarett, Mauritania. Photo credit: World Bank

Aunque resulta tentador mirar la pandemia de COVID-19 por el espejo retrovisor, ahora es el momento de prepararse para futuras crisis de salud pública. Los Gobiernos deben centrarse en aumentar la resiliencia de sus sistemas de salud, lo que incluye fortalecer las capacidades de prevención y respuesta, mejorar la preparación y reforzar la atención primaria.


La pandemia de COVID-19 ha dejado al descubierto las deficiencias y la falta de preparación de los sistemas de salud a nivel mundial.  Cuando el virus estaba en punto álgido, muchos países de ingreso bajo y mediano enfrentaban dificultades para salvar vidas y, al mismo tiempo, mantener los servicios médicos esenciales, como la atención de la salud materna, la vacunación infantil sistemática y el tratamiento de enfermedades no transmisibles.

Después de este período traumático, resulta tentador esperar que lo peor haya quedado atrás. Desafortunadamente, es probable que en el futuro se produzcan crisis de salud pública más frecuentes debido al cambio climático, la urbanización, la deforestación, la escasez de agua, los cambios en el uso de la tierra, la transmisión de patógenos de los animales a los seres humanos y la fragilidad provocada por los conflictos.

Para limitar el impacto de las próximas crisis en las vidas y los medios de subsistencia, los Gobiernos deben adoptar medidas urgentes que permitan aumentar la resiliencia de los sistemas de salud.  De acuerdo con un reciente informe (i) del Banco Mundial, un sistema de salud resiliente es un sistema integrado que permite identificar con mayor rapidez las amenazas y los factores de riesgo; ágil y, por lo tanto, capaz de responder sin demora a las cambiantes necesidades; con capacidad de absorción para contener las crisis, y adaptativo para minimizar las interrupciones en los servicios de salud.

El Banco Mundial ha estado trabajando con los países de ingreso bajo y mediano en esta agenda de resiliencia. Nuestra cartera mundial de salud, de USD 34 000 millones, incluye más de 240 proyectos que ayudan a los países a adoptar un enfoque integral para mejorar los resultados, especialmente en el caso de las personas pobres y vulnerables, mediante el fortalecimiento de la atención primaria y las funciones clave de la salud pública. Por ejemplo, en junio de 2022, el Banco Mundial aprobó el otorgamiento de USD 258 millones para el Programa Nacional de Apoyo a la Salud de Pakistán, que tiene como objetivo fortalecer la capacidad del personal sanitario y equipar a los centros de salud comunitarios para que puedan responder mejor a las emergencias y prestar servicios de calidad, en particular a las comunidades más vulnerables.

El Fondo para Pandemias, creado recientemente, es una herramienta adicional que permite subsanar deficiencias críticas ayudando a canalizar apoyo financiero sumamente necesario a los países en desarrollo mientras  refuerzan las medidas de prevención y respuesta y mejoran su preparación antes de la próxima crisis sanitaria. Fue establecido con el apoyo del Grupo de los Veinte y está dirigido por una junta inclusiva integrada por representantes de donantes soberanos, Gobiernos de los países receptores, fundaciones filantrópicas y organizaciones de la sociedad civil. Asimismo, ya ha obtenido promesas por valor de USD 1600 millones, y se acaba de anunciar la primera ronda de financiamiento.

Estos recursos adicionales a largo plazo ayudarán a los países a fortalecer sus sistemas de salud pública, crear conciencia sobre los riesgos, mejorar las funciones de alerta temprana y ampliar el número de trabajadores sanitarios de la comunidad. Contar con sólidos procesos de comunicación de riesgos y participación comunitaria puede aumentar la confianza y forjar alianzas sólidas que respalden una respuesta rápida y eficiente a la crisis.

A medida que los países avanzan hacia la recuperación posterior a la pandemia, se enfrentan a desafíos adicionales, como la inflación, la sostenibilidad de la deuda, el cambio climático, el envejecimiento de la población, una elevada carga de enfermedades crónicas y retos vinculados a la igualdad socioeconómica y de género. Los sistemas de salud resilientes pueden mitigar el impacto de estos desafíos mejorando la preparación de los servicios para prevenir y gestionar otras crisis sanitarias y fortaleciendo las funciones esenciales. 
 

"Para limitar el impacto de las próximas crisis en las vidas y los medios de subsistencia, los Gobiernos deben adoptar medidas urgentes que permitan aumentar la resiliencia de los sistemas de salud".

Las necesidades y los enfoques varían de un país a otro y de una región a otra. Por ejemplo, Camboya, ubicada en un punto crítico de nuevas enfermedades infecciosas, tiene previsto mejorar la colaboración multisectorial para incorporar la salud humana, animal y ambiental. Kenya busca reforzar la capacidad de vigilancia y de los laboratorios para controlar las infecciones. Y Bangladesh se propone aumentar la capacidad de los establecimientos de salud, la fuerza laboral y los laboratorios de microbiología para hacer frente a futuras pandemias.

En todo el mundo, será crucial contar con una sólida gobernanza sanitaria y sólidas instituciones de salud pública, respaldadas por marcos legales y regulatorios estables, para garantizar la toma de decisiones basada en evidencias y la planificación para las crisis. Los países también deberán crear margen fiscal y atraer y utilizar los recursos externos de manera inteligente, entendiendo que la inversión en sistemas integrados y resilientes generará el mayor impacto posible. Las inversiones más eficaces en función de los costos consolidan las funciones de la salud pública, la promoción de la salud, la prevención de enfermedades y los servicios de atención primaria, minimizando así las perturbaciones cuando se producen las crisis. Al evitar los costos mucho mayores asociados con las emergencias de salud pública, dichos desembolsos generan dividendos a largo plazo.

Para generar resiliencia se necesitan alianzas dentro del sector de la salud y fuera de él, así como la interacción con la sociedad civil y el sector privado, que desempeñaron un papel importante en la respuesta a la COVID-19. La protección contra las crisis sanitarias también implica aumentar la capacidad de investigación y abrazar la innovación haciendo el seguimiento de nuevas tecnologías médicas o expandiendo la tecnología digital en la prestación de los servicios de salud.

La tarea es inmensa, pero las crisis pasadas ofrecen enseñanzas valiosas y muestran lo que se puede lograr. Por ejemplo, el brote de ébola de 2014-16, que provocó la muerte de más de 11 000 personas en África occidental, aceleró la creación de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de África en todo el continente, lo que mejoró las capacidades de vigilancia y seguimiento de la región.

Pese a que la pandemia de COVID-19 está perdiendo intensidad, no es momento de adoptar una actitud complaciente. Todos hemos sido testigos de los efectos devastadores de la pandemia. La Organización Mundial de la Salud estimó que casi 15 millones de muertes adicionales (i) que se registraron en todo el mundo en 2020 y 2021 podrían atribuirse a la COVID-19, que también ha socavado los avances logrados con mucho esfuerzo en materia de reducción de la pobreza, educación, salud e igualdad de género.

Para aumentar la resiliencia y la preparación se requieren medidas decisivas.  Dado que con toda seguridad se producirán nuevas crisis, los países que tomen ahora las decisiones políticas necesarias para generar políticas duraderas y sostenidas serán los mejor posicionados para proteger la salud de sus poblaciones y economías.

 

Este artículo se publicó originalmente en inglés en Project Syndicate el 6 de febrero de 2023.


Autores

Mamta Murthi

Vicepresidenta de Desarrollo Humano

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