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¿Puede el crecimiento beneficiar a todos?

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Como economista, siempre pensé que el crecimiento sostenido durante muchos años era la clave para reducir la pobreza y promover el desarrollo. Ahora sé, que si bien el crecimiento es importante, hay solo un tipo particular de crecimiento, el inclusivo, que es fundamental para que se produzca un desarrollo sostenido.

Como responsables de la formulación de políticas, centramos ahora todos nuestros esfuerzos en identificar y promover políticas dirigidas a aumentar los ingresos del 40 % más pobre de la población. Debemos garantizar que el crecimiento proporcione beneficios a quienes están en los deciles más bajos de la distribución de ingresos.

¿Por qué hacemos esto?

En primer lugar, se trata de un imperativo moral. Un proceso de crecimiento que no ofrezca oportunidades para todos y no proteja a los que están rezagados es injusto y resulta indefendible desde el punto de vista ético.

En segundo lugar, le da sentido al desarrollo, y queremos alcanzar el objetivo de reducir la incidencia de la pobreza extrema (quienes sobreviven con USD 1,90 al día) al 3 % para 2030. Si de aquí a 2030, los países crecen a la tasa promedio registrada en los últimos 20 años y no hay cambios en la distribución de sus ingresos y consumo (es decir, la tasa de crecimiento no se traduce en un crecimiento más rápido para las personas más pobres en relación con el crecimiento general), la proporción de personas extremadamente pobres en el mundo alcanzaría el 5,8 % en 2030, un porcentaje superior al objetivo del Grupo Banco Mundial. En cambio, si la tasa media de crecimiento sigue siendo la misma, pero se añade un crecimiento de 1 punto porcentual al 40 % más pobre, la población en situación de extrema pobreza en el mundo bajaría al 2,9 % a fines de 2030 (Ferreira, Galaso y Negre, 2016).

La prosperidad compartida también se vincula con un crecimiento sostenido. Cada vez existen más pruebas de que el exceso de desigualdad puede ser perjudicial para la sostenibilidad del crecimiento. La inequidad podría privar a los pobres de la capacidad de mantenerse saludables y acumular capital humano, sobre todo si se tienen en cuenta las limitaciones financieras; generar inestabilidad política y económica que hace disminuir las inversiones, e impedir el consenso social necesario para adaptarse a las crisis y mantener el crecimiento.

En tercer lugar, es factible. Entre 2006 y 2011, en 67 de 86 países en desarrollo que tienen datos disponibles, los ingresos del 40 % más pobre de la población crecieron más rápido que la media de crecimiento general. Esta es una buena noticia, pero debemos hacer más.

Por eso en el Grupo Banco Mundial diferentes equipos trabajan para identificar opciones normativas y programas que puedan ayudar a quienes se encuentran en el 40 % más pobre de la sociedad. Fundamentalmente, necesitamos establecer igualdad de condiciones para que todos tengan las mismas oportunidades, entre ellas oportunidades económicas, mediante inversiones en educación, salud y otras actividades similares que desarrollan el capital humano y mejoran las perspectivas de empleo.

Algunas de las preguntas que estamos tratando de responder son: i) ¿qué se entiende por fomentar la igualdad de oportunidades y por qué es importante para el crecimiento inclusivo?; ii) ¿de qué manera las políticas públicas pueden promover la igualdad de oportunidades y establecer prioridades entre necesidades en pugna?; iii) ¿cómo los mercados laborales pueden facilitar que los pobres y el 40 % más pobre de la población participen en el proceso de crecimiento, incluidas ciertas políticas regulatorias que son necesarias para hacer que estos mercados sean más eficientes y equitativos?, y iv) ¿cómo las políticas pueden abordar la falta de oportunidades para los grupos históricamente desfavorecidos en una sociedad?

También lo miramos desde una perspectiva fiscal y nos preguntamos: i) ¿cómo se puede usar un paquete fiscal para promover la igualdad de oportunidades, y cómo esto se diferencia de una atención especial en la reducción de la desigualdad en materia de ingresos y riqueza?; ii) ¿cuán importante es que la política fiscal sea “justa” y sea percibida como tal?, y iii) ¿cuáles son los desafíos políticos que existen para implementar una política fiscal que respalde la igualdad de oportunidades?

Todo esto se debatirá en la Conferencia sobre crecimiento inclusivo (i) de 2016 que organiza el Grupo Banco Mundial. Si pudiera pensar en una propuesta concreta para beneficiar al 40 % más pobre de la población de su país, ¿qué recomendaría?
 

Autores

Carlos Felipe Jaramillo

Vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe

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