Disponible en: Inglés
Al salir del aeropuerto de Keflavik y mientras la brisa del Ártico golpeaba mi rostro a 50 kilómetros por hora, me dije a mí misma: “Me encanta mi trabajo”. Es difícil superar un empleo que permite que una ciudadana de zonas tropicales como yo pueda disfrutar de la hospitalidad de los cálidos islandeses y aprender de su experiencia. Con 320.000 habitantes y un tamaño como el del estado de Kentucky en Estados Unidos, la subpolar Islandia tiene mucho para enseñar a los profesionales del desarrollo.
Recién estamos comenzando a elaborar una visión de cómo abordar el problema de un clima que se vuelve más caluroso y, en consecuencia, impredecible y amenazante (i) y las necesidades energéticas cada vez mayores. Pero los islandeses hace tiempo que se concentraron en ese desafío y ahora viven de manera productiva y pacífica en un medio ambiente que les impone enormes retos y ofrece grandes regalos.
Mi aprecio de la estrategia de Islandia de usar su entorno y aprovechar su energía renovable surgió cuando visité la planta geotérmica de Hellisheiði. (i) Al escuchar el estruendo de la tierra y ver el vapor que emergía de su centro contra el telón de fondo de un paisaje volcánico, quedé maravillada con la naturaleza y las personas que han aprovechado su imponente poder.
Supe que el 95% de Islandia se calienta con agua caliente volcánica y el 25% de la electricidad del país se genera en plantas geotérmicas. Escuché que si no fuera por este tipo de energía, la economía islandesa no habría sobrevivido a la crisis. Sus necesidades energéticas lo hubieran hecho imposible desde el punto de vista fiscal.
Hoy en día, Islandia está tratando de determinar cómo vender y exportar toda la energía que el país puede producir. (i) Al igual que con muchos recursos naturales, resulta complejo el desarrollo y uso de la energía geotérmica. Pero Islandia ofrece a los países desarrollados y en desarrollo muchas enseñanzas a las que podemos recurrir para aumentar el acceso al calor y la energía de origen geotérmico y gestionar los riesgos técnicos y financieros inherentes a la ampliación de esta fuente renovable de energía.
Sin embargo hay una buena noticia: se puede hacer. Lo que funciona en Islandia puede funcionar en los países en desarrollo. En Kenya, por ejemplo, hay un “gigante” geotérmico. El 13% de toda la electricidad del país ya es generado por las plantas geotérmicas y, con la ayuda del Banco Mundial, el plan es aumentar esa cifra al 30% en pocos años. (i) Como resultado, 150 millones de hogares y muchas empresas podrán obtener energía asequible y fiable próximamente. Este logro implicará aprovechar muchas enseñanzas de la experiencia geotérmica de Islandia. En el camino de regreso al aeropuerto de Keflavik, a través de una pintoresca ventisca, se me ocurrió que esto es verdadero desarrollo en su máxima expresión.
Únase a la conversación