Aquellos que hemos trabajado en el tema del cambio climático en los últimos años, hemos sido testigos de una serie de anuncios alentadores como un anticipo de la Conferencia de las Partes (COP) en París, (i) donde la comunidad mundial se reunirá para acordar una acción colectiva con el fin de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) más allá de 2020. Los dos mayores emisores han anunciado medidas: China acordó por primera vez el objetivo de lograr un nivel máximo de sus emisiones de GEI a más tardar en 2030 (mediante una serie de herramientas, como el comercio de emisiones) y Estados Unidos anunció como meta reducir sus emisiones entre un 26 % y 28 % por debajo de los niveles de 2005 antes de fines de 2025. En el informe Situación y tendencias de la fijación del precio del carbono (i) del Banco Mundial se dio a conocer que cerca de 40 países y 23 ciudades, estados o regiones han fijado un precio a las emisiones de carbono, internalizando explícitamente los costos de los daños al medio ambiente. Esto significa que alrededor de 7000 millones de toneladas de dióxido de carbono, o un 12 % de las emisiones mundiales de GEI están cubiertas por algún tipo de mecanismo de fijación del precio del carbono. Y los países continúan presentando sus promesas de reducir las emisiones de GEI —a través de las contribuciones previstas determinadas a nivel nacional— (i) antes de la COP en París.
En el mundo de la energía, se observa un entusiasmo parecido por los avances recientes. Los precios de las energías renovables, en particular la energía eólica y la energía solar, se han reducido significativamente en los últimos años. El Organismo Internacional de Energía (OIE) anunció a principios de este mes (i) que las energías renovables serán la mayor fuente de nueva capacidad de generación energética en todo el mundo: 700 gigavatios (GW) en los próximos cinco años. El OIE no estima que la caída de los precios del petróleo afecte el crecimiento de las energías renovables, y espera que el sector energético siga liderando el camino en la transformación de la energía mundial. Además, calcula que la proporción de generación de energía de fuentes renovables modernas (incluyendo la energía hidroeléctrica) aumentará del 22 % en 2013 al 26 % en 2020.
A pesar de este último aumento en la generación de energías renovables, la contribución de estas al consumo total será proporcionalmente menor dada la intermitencia de las energías eólica y solar en particular. Por lo tanto, queda mucho por hacer si tenemos la oportunidad de mantener los aumentos de la temperatura mundial por debajo de los 2 °C, que se considera el umbral de un cambio climático peligroso. Entonces surge la pregunta: ¿qué se necesita para profundizar la transformación del sector de las energías renovables?
(Para saber más sobre el tema, vea el 9 de octubre el debate en vivo Estimular la inversión privada en energías renovables).
La experiencia a nivel internacional del Banco Mundial en su trabajo conjunto con los países en desarrollo durante las últimas décadas en el tema de la transformación del sector energético puede proporcionar algunas pistas:
Innovación: a pesar de las considerables reducciones de los costos de la energía eólica y la energía solar en la última década, se requieren innovaciones sustanciales en el área del almacenamiento de energía para aumentar la confiabilidad, y en la eficiencia operativa de las empresas públicas y la estructura del mercado para aumentar la penetración de las energías renovables en las redes existentes. Se necesitan enfoques más sistemáticos e innovadores en el caso de las tecnologías más consolidadas, como la energía hidroeléctrica y la energía geotérmica, para garantizar la sostenibilidad ambiental y social. A pesar de su potencial, la energía hidroeléctrica está en gran parte siendo desaprovechada en África al sur del Sahara, Asia meridional y otros lugares en el mundo en desarrollo, donde podría ser la mayor fuente disponible de energía renovable asequible.
Reducción de los subsidios a los combustibles fósiles: las energías renovables serían más competitivas en términos de costos si sus precios reflejaran los costos de los servicios. Según la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), los subsidios a los combustibles fósiles siguen siendo sustanciales en la región de la OCDE. La región de Oriente Medio y Norte de África recibe cerca de la mitad de los subsidios estimados, y la proporción de energías renovables en la combinación energética de la región es bastante pequeña, tal vez debido a los cuantiosos subsidios a los combustibles fósiles. Cambiar a precios que reflejen los costos tendría un impacto significativo en la combinación energética, como se ha visto en Jordania, que se encuentra en las etapas finales del proceso de reformas de los subsidios. En Jordania, el Gobierno tiene la intención de lograr la recuperación total del costo para 2017 (más que duplicando así las tasas de recuperación de costos de la electricidad), a través de una combinación de medidas: cambio a combustibles de menor precio, aumentos modestos de las tarifas e iniciativas de conservación.
Reforma de las empresas públicas de electricidad: las empresas públicas de energía eléctrica de los países en desarrollo a menudo están en una mala situación financiera y no pueden invertir en energías renovables. Esto surge de un ciclo que incluye la fijación de un precio inferior al que corresponde, la falta de inversión, las pérdidas de los sistemas, los robos, y la deficiente recaudación de las tarifas, lo que significa que a menudo están endeudadas. Esto genera obstáculos para lograr las ambiciosas metas relacionadas con las energías renovables, como las que se han observado en Europa y otros lugares. Además, las energías renovables se pueden generar a partir de diversas fuentes de distribución, como es el caso de los techos solares. Las empresas públicas y los organismos reguladores deberán adaptarse y aprovechar esto para liberar el potencial de las energías renovables. Aunque este tema es a menudo dejado fuera en los debates mundiales sobre el cambio climático, un desempeño operacional eficiente y financieramente sólido del sector es un elemento importante para lograr los objetivos en materia de energías renovables.
En definitiva, el entorno normativo importa cuando se aborda el cambio climático. El desarrollo de la industria de las energías renovables ha sido impulsado en gran medida por las políticas gubernamentales y el interés de las entidades públicas y privadas de cumplir con estas políticas al menor costo posible. Afortunadamente, hay muchos factores e intereses nacionales que han impulsado las energías renovables: la necesidad de reducir la dependencia de los combustibles fósiles, especialmente de los países importadores de energía; la necesidad de diversificar la combinación de energías y promover la seguridad energética; el interés de desarrollar los mercados de exportación de los conocimientos y las tecnologías; la mayor disponibilidad de recursos energéticos renovables en relación con los combustibles fósiles, y la necesidad de atraer capital del sector privado y reducir la carga fiscal del sector energético. Como el daño ambiental no está implícitamente incluido en la fijación del precio de la energía, las energías renovables recibieron US$120 000 millones en subsidios ecológicos en 2013, que se espera se dupliquen en la próxima década.
La comunidad del desarrollo tiene una función muy importante, proporcionando financiamiento exclusivo o contingente para compensar los costos superiores a los normales en comparación con las tecnologías convencionales, instrumentos de mejora del crédito para reducir los riesgos de los proyectos y fondos para la preparación de proyectos, así como promoviendo principios sólidos en el sector energético.
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