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La información sobre la economía colaborativa (Uber, Airbnb y otros ejemplos) es escasa, pero en un último estudio se estima que el crecimiento de los ingresos generados por estas plataformas ha sido enorme. En la Unión Europea (UE), los ingresos totales de la economía colaborativa aumentaron de alrededor de 1000 millones de euros en 2013 a 3600 millones de euros (PDF, en inglés) en 2015. Si bien este cálculo equivale a apenas el 0,2 % del PIB de la UE, las tendencias más recientes indican una expansión rápida y constante.
Esto es importante, ya que la economía colaborativa tiene el potencial de aumentar la eficiencia y mejorar el bienestar de muchos habitantes en la región.
Esto también puede generar perturbaciones importantes.
Aunque las plataformas en línea representan una proporción pequeña de los ingresos totales, la cantidad de personas que participan en estas plataformas es importante en muchos países europeos. Por ejemplo, aproximadamente 1 de cada 3 habitantes en Francia e Irlanda ha utilizado una plataforma de economía colaborativa, mientras que por lo menos 1 de cada 10 lo ha hecho en los países del norte y el centro de Europa (vea el gráfico a continuación).
Al mismo tiempo, el porcentaje de la población que ha utilizado los servicios ofrecidos por estas plataformas y ha obtenido ingresos es también significativo, llegando al 10 % o más en Francia, Letonia y Croacia. Esto significa que por lo menos 1 de cada 10 adultos en estos países trabajó como conductor para una empresa de transporte compartido como Uber, (i) alquiló una habitación de su casa usando una plataforma de alquiler entre pares como Airbnb, (i) o proporcionó servicios de tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) a través de una plataforma digital de trabajo independiente como Upwork, (i) por citar algunos ejemplos.
Como señalé anteriormente, la economía colaborativa puede aumentar la eficiencia, (i) permitiéndoles a las personas utilizar activos que de otra manera no serían utilizados. (PDF, en inglés) También puede proporcionar beneficios ambientales, ya que los activos pueden ser compartidos por múltiples usuarios y, por lo tanto, se necesitan pocos recursos para producirlos. Por otra parte, el sistema de calificaciones y evaluaciones ayuda a reducir las asimetrías de información, creando un mecanismo para penalizar a quienes ofrecen malos servicios y recompensar a los que ofrecen buenos servicios.
La evidencia acerca del impacto de la economía colaborativa en los resultados económicos es aún escasa. Sin embargo, Cramer y Krueger (2016) (i) concluyen que, en comparación con los taxistas tradicionales, los conductores de Uber pasan una mayor cantidad de tiempo con los pasajeros y los viajes que realizan son más largos en términos de distancia. Estos autores sostienen que Uber es más eficiente porque:
- El uso de Internet y teléfonos inteligentes permite poner en contacto de mejor manera a los conductores y pasajeros que la anticuada tecnología de los taxis.
- Los reglamentos ineficientes de los taxis en algunas ciudades permiten a los taxistas dejar pasajeros en zonas no autorizadas, pero les impiden recoger a otros pasajeros en esos mismos lugares.
- Las oportunidades de trabajo y los precios flexibles de Uber permiten combinar mejor la oferta y la demanda durante los periodos de alta y baja demanda. Los datos empíricos sobre Airbnb (i) también muestran importantes beneficios para los consumidores, ya que la competencia adicional representada por esta plataforma ayuda a reducir las tarifas de los hoteles.
En primer lugar, el trabajo independiente en línea —una versión de la economía colaborativa— plantea desafíos importantes para las regulaciones actuales del mercado laborals, debido a que rara vez se rige por contratos legales. Por ejemplo, en una muestra compuesta mayoritariamente por rusos y ucranianos, (i) solo alrededor del 12 % de las personas que trabajaban por cuenta propia tenía un contrato legal con sus empleadores.
Además, muchos de ellos incluso puede que no tengan acceso a subsidios de desempleo, seguro médico o pensión, y enfrenten mayores riesgos de caer en la pobreza durante la vejez o cuando atraviesen por situaciones de crisis.
En segundo lugar, si bien la economía colaborativa puede contribuir a la inclusión económica, también puede contribuir a las desigualdades económicas. En Europa, existen brechas significativas en materia de género, edad y habilidades en el campo de la economía colaborativa. Por ejemplo, mientras solo alrededor del 10 % de personas no calificadas ha utilizado plataformas de la economía colaborativa, el 27 % de las personas calificadas sí lo ha hecho.
En tercer lugar, tal como en el caso del comercio internacional y los cambios tecnológicos en general, la economía colaborativa genera costos de ajuste, especialmente para los trabajadores desplazados que no tienen las habilidades para encontrar un nuevo empleo o que hicieron inversiones significativas en sus trabajos previos, como los taxistas.
¿Estos riesgos superan los beneficios de la economía colaborativa? Dado que las nuevas tecnologías siempre encuentran una manera de romper las barreras, en nuestro informe (i) argumentamos que las políticas diseñadas para facilitar la transición de los trabajadores desplazados hacia nuevos empleos y adaptar las instituciones del mercado laboral a las nuevas formas de trabajo quizás sean más efectivas para fomentar el desarrollo económico en comparación con las medidas regulatorias destinadas a prevenir cambios inevitables.
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