Según la última edición de la reseña sobre migración y desarrollo (i) del Banco Mundial, las remesas hacia los países de ingreso bajo y mediano registradas oficialmente alcanzaron una cifra estimada de USD 656 000 millones en 2023. El verdadero volumen de las remesas, incluidos los flujos no registrados a través de canales informales, es aún mayor. Dicho esto, la tasa de crecimiento de las remesas en el último año llegó solo al 0,7 %, un porcentaje significativamente inferior al 10,8 % y el 8,3 % registrados en 2021 y 2022, respectivamente (gráfico 1). Sin embargo, las remesas superaron la inversión extranjera directa (IED) y la asistencia oficial para el desarrollo (AOD).
Gráfico 1: Patrones de crecimiento regional: las remesas disminuyeron en Europa y Asia central (ECA) y Oriente Medio y Norte de África (MENA) en 2023, y se espera que se recuperen este año
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A nivel regional, los flujos de remesas hacia América Latina y el Caribe registraron el mayor aumento (7,7 %). En cambio, las remesas hacia Oriente Medio y África cayeron casi un 15 %, debido fundamentalmente a la disminución de los flujos hacia Egipto. Los flujos hacia Europa y Asia central se redujeron un 10 %, producto principalmente de la baja de las transferencias de Rusia a los países vecinos. El valor de los flujos de remesas que salen de Rusia se vio afectado por la debilidad del rublo frente al dólar estadounidense
.Los factores principales que impulsan las tendencias regionales son: a) los mercados laborales sólidos en las economías avanzadas, particularmente en Estados Unidos, la principal fuente de remesas y el principal destino de los migrantes en todo el mundo; b) la caída de los precios del petróleo que afectó las remesas que salen de los países del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) y de Rusia; c) los tipos de cambio que tuvieron un impacto en las remesas procedentes de Rusia debido a los efectos de la valorización del rublo más débil frente al dólar estadounidense y los flujos hacia Egipto, Nigeria y Etiopía que se vieron afectados por múltiples tipos de cambio, como resultado de las dificultades en la balanza de pagos que enfrentan estas naciones, y d) la guerra y los conflictos que también repercutieron en los flujos, especialmente a través de los canales formales. Las regulaciones relacionadas con la lucha contra el lavado de dinero y el financiamiento del terrorismo fueron mucho más estrictas en muchos corredores. De hecho, en la región de Europa y Asia central, el costo de enviar dinero fue mayor en el cuarto trimestre de 2023 que en el cuarto trimestre de 2022.
La desaceleración de los flujos de remesas en 2023 refleja un retorno a un crecimiento más normal luego del aumento posterior a la pandemia en 2021 y 2022. Se espera que el crecimiento sea mayor en 2024 y 2025. Según las previsiones, las remesas enviadas a los países de ingreso bajo y mediano ascenderán a USD 690 000 millones en 2025.
A pesar de la desaceleración del crecimiento, las remesas superaron la IED y la AOD (gráfico 2). Se prevé que la diferencia entre las remesas y la IED se ampliará aún más en los próximos años. Durante la última década, las remesas aumentaron un 55 %, mientras que la IED disminuyó un 48 % (ver el informe de MIGA). Se prevé también que en los próximos años se ampliará la brecha entre las remesas y la AOD. Es probable que las remesas sigan aumentando debido a las enormes presiones migratorias impulsadas por las tendencias demográficas, las brechas de ingresos y el cambio climático.
Gráfico 2: En 2023, las remesas superaron la IED y la AOD
Con esto no queremos decir que las remesas pueden reemplazar la IED o la AOD. Los países en desarrollo necesitan IED, especialmente para infraestructura crítica e inversiones verdes. También requieren AOD para afrontar necesidades de financiamiento público y externalidades tales como la fragilidad y el cambio climático. En lugar de ello, los países deben prestar atención al volumen y el nivel de resiliencia de las remesas y encontrar formas de aprovechar estos flujos para reducir la pobreza, financiar la salud y la educación, promover la inclusión financiera de los hogares, y mejorar el acceso de las empresas estatales y no estatales a los mercados de capital.
El envío de remesas sigue siendo demasiado costoso debido a la competencia limitada entre los proveedores y la interoperabilidad transfronteriza deficiente. En el cuarto trimestre de 2023, el costo promedio mundial de mandar USD 200 era del 6,4 % del monto enviado, valor ligeramente superior al 6,2 % del año anterior y muy por encima de la meta del 3 % establecida en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). El costo de enviar remesas a África subsahariana llegó a alrededor del 8 %.
Los cargos que se cobran a los remitentes (y, a veces, a los destinatarios) suelen estar ocultos debido a márgenes cambiarios poco transparentes. En muchos países con múltiples tipos de cambio, las remesas tienden a fluir a través de canales no regulados. En tales casos, es posible que la moneda extranjera ni siquiera cruce las fronteras, privando así al país receptor del acceso a las divisas. El problema se agudiza en los países que enfrentan situaciones de fragilidad y conflicto (PDF, en inglés).
En un panel de debate (i) organizado recientemente por MIGA (i) en vísperas del Día Internacional de las Remesas Familiares, algunos de los principales actores del mercado abordaron la cuestión de cómo pueden los bancos multilaterales de desarrollo (BMD) ayudar a reducir los costos de las remesas y fomentar un mayor volumen de flujos a través de los canales formales. Los panelistas propusieron la creación de un Grupo de Trabajo del Sector Privado para estudiar la posibilidad de promover la competencia y las alianzas inclusivas, reducir los márgenes cambiarios, fomentar la interoperabilidad de la tecnología y la estandarización, simplificar y armonizar las regulaciones (relativas, por ejemplo, a los requisitos de identificación) y aumentar los conocimientos financieros.
En la medida en que los riesgos políticos —como la expropiación, las restricciones a la transferencia y la convertibilidad de monedas y el incumplimiento de contratos— limiten las inversiones en el sector de las remesas y los pagos, MIGA y otros BMD pueden ofrecer garantías para mitigar esos riesgos. Los operadores de transferencias monetarias que intenten ampliar sus operaciones en los países en desarrollo o que consideren invertir en países afectados por fragilidad y conflictos pueden aprovechar dichas garantías. Es posible que dicha cobertura también sea necesaria en el caso del capital de trabajo requerido por los operadores de transferencias de dinero para las transacciones de prefinanciamiento. Asimismo, los países o las empresas que consideren movilizar inversiones a través de bonos o fondos de la diáspora también podrían utilizar los seguros contra riesgos políticos.
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