El novelista Jack London describió en su libro “La gente del abismo” una devastadora tormenta que afectó a Londres a principios del siglo XX. Los habitantes sufrieron terriblemente —algunos perdieron hasta 10 000 libras, una suma desastrosa en 1902— pero nadie perdió más que las personas más pobres de la ciudad.
Los desastres naturales son catastróficos para todos los afectados. Sin embargo, no todo el mundo los experimenta de la misma manera. Un dólar en pérdidas no significa para una persona rica lo mismo que para una persona pobre , que tal vez vive a un nivel de subsistencia o carece de los medios para reconstruir y recuperarse después de un desastre. Ya sea por una sequía o una inundación, los pobres siempre sufren más que los habitantes más ricos.
Esta desigualdad se examinó detenidamente en el informe Unbreakable: Building the Resilience of the Poor in the Face of Natural Disasters (Irrompible: Generar resiliencia en los pobres frente a los desastres naturales) del Fondo Mundial para la Reducción de los Desastres y la Recuperación (GFDRR). En la publicación Unbreakable se recomendaron diversas políticas para ayudar a los países a reducir la pobreza y crear resiliencia, proporcionándose un análisis de vanguardia (i) sobre cómo la gestión de riesgos de desastres y un desarrollo bien diseñado pueden aliviar la pobreza y los riesgos en 117 países.
El análisis muestra claramente que proteger a los pobres de los peligros naturales es un imperativo moral, económico y social. Los pobres pueden perder todo en un desastre, y no solo el dinero. Por ejemplo, después del huracán Mitch, que azotó Nicaragua en 1998, la malnutrición infantil en los hogares pobres aumentó casi un 9 %, y el trabajo infantil se incrementó un 5,6 % dada la desesperación de las familias nicaragüenses por lograr sobrevivir, ya que carecían de cualquier otra forma de enfrentar las pérdidas provocadas por el huracán.
Si no se aborda la carencia de mecanismos eficientes para que los pobres puedan encarar las pérdidas, esto eleva el costo de los desastres naturales. En la publicación Unbreakable se estima que las pérdidas anuales ocasionadas por los desastres sobrepasan los USD 500 000 millones al año , superando todos los cálculos en un 60 %.
Por suerte, hay medidas de sentido común que los Gobiernos pueden adoptar en la actualidad para proteger a sus ciudadanos más vulnerables de las consecuencias de los fenómenos meteorológicos adversos . En primer lugar, pueden reducir los riesgos y evitar que los peligros se conviertan en desastres invirtiendo en infraestructura y diques, y aplicando políticas sobre el uso de la tierra y reglamentos de construcción adecuados. Estos esfuerzos deben estar dirigidos a proteger específicamente a los ciudadanos más pobres y vulnerables, y no solo a aquellos con activos de mayor valor.
No menos importante, sin embargo, es reconocer que no todos los desastres se pueden evitar y que debemos también brindar a la población herramientas para hacer frente a los desastres y recuperarse rápidamente de las crisis. Esto incluye disponer de sistemas de alerta temprana, mejor acceso a servicios bancarios, pólizas de seguro y sistemas de protección social (como transferencias de efectivo y programas de obras públicas).
Estas medidas no solo son convenientes, sino que también tienen sentido desde el punto de vista económico: podrían ayudar a los países y las comunidades a ahorrar USD 100 000 millones al año y a reducir el costo humano de los desastres en un 20 %. Si Malí, por ejemplo, implementara redes de protección sociales que se puedan ampliar para beneficiar a sus ciudadanos más pobres, las pérdidas causadas por desastres disminuirían en un 25 %.
Después de la publicación de Unbreakable, el GFDRR dio a conocer dos libros complementarios que incluyen resultados detallados del análisis. El primer libro (PDF, en inglés) proporciona reseñas de los 117 países examinados. Estos perfiles presentan un marco integrado que se puede usar para debatir y comparar opciones en materia de reducción de riesgos, y mejorar la comunicación y la colaboración entre los Gobiernos, las autoridades locales y otras entidades encargadas de la protección social, las normas de construcción y la planificación urbana.
El segundo libro (PDF, en inglés) incluye una lista de los 15 países principales donde las políticas consideradas en Unbreakable son más eficientes para reducir riesgos. Esta lista muestra patrones interesantes: por ejemplo, la creación de sistemas de protección social básicos (o adaptativos) genera más interés en África al sur del Sahara. Esto refleja el alto nivel de desigualdad y pobreza de la región, lo cual se combina con el hecho de que la mayoría de las personas pobres no tiene cobertura de ninguna red de protección social en África. Como resultado, las consecuencias de las crisis no afectan a toda la población por igual como sucede en otras regiones.
Se espera que el análisis fomente el diálogo entre diferentes sectores, reuniendo a expertos y organismos encargados de la gestión del riesgo de desastres con otros especialistas y entidades que puedan contribuir a generar resiliencia (incluso si este tema no es su principal mandato), como los encargados de asuntos sociales, laborales o relativos a inclusión financiera. Esto, a su vez, garantizará que el desarrollo, la reducción de la pobreza y la gestión de riesgos de desastres se integren en una estrategia de desarrollo sostenible y resiliente que beneficie a los ciudadanos más pobres.
Por lo tanto, en este análisis se ponen de relieve las medidas prioritarias que son eficaces en términos económicos, pero no se olvidan los impactos de las pérdidas pequeñas que sufren las familias pobres.
Una protección social más sólida podría reducir drásticamente las pérdidas causadas por desastres en África al sur del Sahara.
Las estrellas blancas indican los países en que el fortalecimiento de los sistemas de protección social es una medida particularmente eficaz para reducir el impacto de los desastres naturales en el bienestar de las personas, en términos relativos. Por ejemplo, aumentar las transferencias sociales para que representen el 33 % de los ingresos de las personas pobres en Angola, Níger o Malí reduciría las pérdidas de bienestar ocasionadas por desastres en más de un 20 %. Las estrellas anaranjadas indican los países en que esta política es particularmente eficaz para reducir las pérdidas de bienestar en términos absolutos; estos son en su mayoría países con niveles de riesgo muy altos, como Colombia, Filipinas o Bangladesh.
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