Fuente: Ashraf et collab. 2018
Principio 1: Yo. Las niñas aprendieron a entender sus propios intereses, identificar un plan B cuando se marchan de una negociación (en el caso de que las opciones no satisfagan las necesidades de las niñas) y cómo controlar las emociones tomando un descanso breve en el caso de que el enojo interfiera con un buen proceso de negociación.
Principio 2: Tú. Las niñas aprendieron a hacer preguntas abiertas para entender los intereses de la otra persona y acercarse al otro de manera respetuosa.
Principio 3: Juntos. Las niñas aprendieron a identificar cosas en común con la otra persona, y a determinar si “una respuesta negativa” de la otra persona se origina en obstáculos externos que la niña y la otra persona podrían solucionar de manera conjunta.
Principio 4: Lograr acuerdos. Las niñas aprendieron a establecer acuerdos beneficiosos para ambas partes.
"Le pedí a mis padres si podían hablar conmigo. Me puse michitenge [una falda tradicional], y me arrodillé ante ellos. Elegí acercarme a ellos con respeto, por lo que me pidieron que me pusiera de pie, que me sentara en la silla cerca de ellos y que les dijera que quería contarles. Les dije que quería realmente volver a la escuela, pero que no podía porque la matrícula no la habíamos pagado. Me dijeron que yo sabía que la familia no tenía más dinero, por lo cual era algo imposible de hacer. Les señalé que sabía que mi mamá vendía pollos fuera de la casa, y que veía que algunas personas lo hacían en el mercado cercano, proponiéndoles: ‘Si puedo vender algunos pollos en el mercado durante las vacaciones escolares, ¿podría usar el dinero para pagar mis gastos de matrícula?’.Ellos estuvieron de acuerdo, y así logré retornar a la escuela".
En este ejemplo, se puede observar cómo esta niña aplicó los principios de la negociación. Yo:identificó su interés, esto era regresar a la escuela. Tú: se acercó a sus padres con respeto y escuchó sus preocupaciones. Juntos:vio que sus padres decían que “no” debido a un obstáculo externo, y no por falta de interés. Lograr acuerdos:propuso una solución beneficiosa para todos. No todas las negociaciones se relacionaron con los gastos de la matrícula escolar. Una niña relató que usó lo aprendido para rechazar las exigencias sexuales de su novio. Otra escribió sobre la negociación que tuvo con su hermana para cuidar los hijos de esta a cambio de un arreglo del cabello.
Dos meses después de las sesiones de capacitación en negociación, las niñas participantes (“negociadoras”) obtuvieron mejores resultados en una prueba sobre cómo encontrar el tiempo para estudiar para un examen cuando un hermano más pequeño necesita atención. A lo largo de los próximos dos años, las tasas de deserción escolar fueron 10 puntos porcentuales más bajas en el caso de las negociadoras, y la asistencia—de las niñas matriculadas en la escuela—fue ligeramente más alta. Si bien algunos otros indicadores—desempeño en el cuarto superior en las pruebas de inglés y matemáticas y tasas de embarazo informadas— no mostraron variaciones, un índice de los efectos conjuntos mejoró, incluso cuando se excluyen los impactos en la matrícula. (Al interpretar la falta de efecto en las tasas de embarazo, hay que tener presente que los embarazos informados en el grupo de comparación ya eran muy bajos, solo 4 %.) Las habilidades de negociación mantuvieron a las niñas en la escuela. Los padres señalaron que las negociadoras propendieron a pedir más comida, e hicieron menos quehaceres durante los días de semana, pero también indicaron que ellas fueron más respetuosas, tuvieron menos probabilidades de crear problemas para hacer las tareas que les correspondían y más probabilidades de efectuar deberes los días viernes, cuando las tareas escolares son menos urgente.
Para las niñas con la habilidad lingüísticamás elevada con respecto al punto de referencia, los efectos en la matrícula y la asistencia son incluso más importantes, y el rendimiento en una prueba de inglés también subió.
Pero, un momento, ¿son realmente las capacidades de negociación? Quizás el hecho de tener contacto con mentoras universitarias en un entorno seguro es lo que verdaderamente impulsóestos resultados. O tal vez interactuar con esas mentoras simplemente ayudó a proporcionar mejor información acerca de los beneficios de la educación, lo cual sabemos puede mantener a los jóvenes en la escuela. (PDF, en inglés) Para poner a prueba esto, las investigadoras trataron otras dos intervenciones: una con las mismas mentoras y en el mismo entorno seguro, pero sin sesiones de capacitación en negociación, y otra en que se proporcionó información sobre los beneficios de la educación y la prevención del VIH. La intervención de información no tuvo ningún impacto en ninguno de los resultados, y la intervención de un espacio seguro tuvo un impacto similar—ligeramente menor— en la matrícula para el programa de negociación,e impactos estimados menores en los otros resultados (aunque no significativamente diferentes en términos estadísticos). La intervención de un espacio seguro tampoco tuvo impacto en los informes de los padres sobre el comportamiento y las tareas de las niñas en casa.
Pero, un momento (¡de nuevo!), ¿esto perjudica a los otros niños en la familia? Las investigadoras analizaron los impactos en los otros niños en la escuela y en el hogar y encontraron poca evidencia de consecuencias secundarias negativas. No afectó la distribución de los deberes y, de hecho,los padres esperaban que las hermanas de las negociadoras destinaran más tiempo a hacer sus propias tareas escolares. Los padres de las negociadoras informaron una probabilidad más alta de pagar los gastos de matrícula de las niñas que de los niños, pero no disminuyeron sus expectativas de los años de educación para los varones en la familia. Como las autoras señalan: “Si bien puede parecer sorprendente que una mayor inversión en la educación de las niñas participantes no afectó negativamente a sus hermanos, esto podría deberse a que los recursos provinieron del consumo de los padres o porque las niñas usaron la negociación para encontrar soluciones que mejoraron el bienestar de la familia”.
De manera más directa, demuestra que es posible ayudar a las niñas a permanecer en la escuela al aumentar su capacidad de defender sus causas con mayor eficacia.
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