Cuando cumplí 22 años, tuve algunas dificultades. Llevaba apenas dos meses en mi primer año en la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard. Había pasado desde un ambiente de estudios de pregrado en la Universidad de Brown, donde era un activista que compartía con un grupo de pares muy diversos, a una situación en la que tenía que aprender de memoria anatomía usando un manual todas las noches. Esto fue realmente decepcionante.
Durante los próximos meses y años, conocí a compañeros activistas como Paul Farmer, con quien creé Partners In Health (Socios en Salud), y eso abrió nuevas posibilidades para mí. Unos años después, ingresé a un programa de doctorado en Antropología. Ambas actividades conectaron las lecciones de la Escuela de Medicina con mis verdaderas pasiones.
Cuando tenía 22 años, una cosa llevó naturalmente a la otra. Sin embargo, ojalá hubiera sabido entonces lo que entiendo mejor ahora acerca de estar listo para el futuro. Me habría gustado que alguien me hubiera hecho las siguientes tres sugerencias cuando era joven.
Primero: empieza a trabajar en tu capacidad de liderazgo.
Nunca eres demasiado joven para pensar que puedes ser un líder. Existen aspectos “naturales” como el carisma, la inteligencia emocional y el pensamiento visionario, pero ninguna habilidad individual por sí misma será suficiente para abordar los desafíos más complejos y significativos del liderazgo.
El liderazgo no tiene que ver con ser el jefe de una gran organización; tiene que ver con hacer que los grupos sean más eficaces. Y casi sin importar la actividad que realices, siempre será útil contar con mejores aptitudes de liderazgo.
Comienza ahora a tener un compromiso para toda la vida de escuchar humildemente a tus compañeros de trabajo y establece un programa para mejorar las cosas que marcarán una diferencia en el logro de tus objetivos. Si hay una manera de conseguir algunas opiniones concretas, empieza a hacerlo ahora mismo.
Los profesionales y los estudiosos en el campo del liderazgo coinciden en gran medida en la importancia de las evaluaciones de 360 grados. Pero no pienses en estas solo como una técnica. Lo verdaderamente valioso de este método es tener la actitud receptiva y la modestia de oír realmente lo que los demás opinan de ti.
Segundo: averigua cómo viven otras personas.
Debes aprender a conocer gente de todos los niveles de ingreso y comprender sus realidades. Cuando estaba cerca de cumplir 30 años, empecé a trabajar en comunidades pobres o desfavorecidas, primero en la meseta central de Haití y luego en un barrio pobre al norte de Lima y en las prisiones de Siberia.
En los pueblos de Haití, las personas sobreviven con prácticamente nada; muchos son analfabetos y tienen pocas oportunidades de educación o atención de salud, por no hablar de las posibilidades de encontrar un trabajo que les permita sustentarse a ellos mismos y a sus familias. Pero son increíblemente sabios; serías ignorante si los subestimaras.
Recuerdo a una paciente de Paul Farmer, mi colega, en Cange. Ella creía en los poderes de los hechiceros, a través del vudú, y había recurrido a ellos por una tos terrible, que luego diagnosticamos que era tuberculosis. Además de recibir tratamiento del practicante del vudú, ella vino también a nuestra clínica todos los días para tomar una combinación de medicamentos que son necesarios para tratar y curar esta enfermedad. Un día, Paul le preguntó: “¿Por qué viene acá cada día si cree en el vudú?”.
La mujer se puso las manos en las caderas y le dijo: “¡Cariño!, ¿no eres capaz de ver la complejidad?”.
Sé capaz de ver la complejidad. Escucha a los pobres porque sus aspiraciones son tan elevadas como las de cualquier persona y todos nosotros necesitaremos enfrentar la tarea de hacer el mundo más inclusivo y más justo.
Tercero: entiende las ventajas de la meditación o de otras prácticas que aclararán tu mente y te ayudarán a ser más eficaz y más compasivo.
Una vez que conoces la ciencia, tendrás una motivación adicional para encontrar algún tipo de práctica contemplativa, como el yoga, la meditación u otras técnicas de conciencia plena, que te ayudarán de muchas maneras.
Los científicos han descubierto que la meditación a largo plazo puede producir cambios físicos en la parte del cerebro relacionada con la atención y el procesamiento sensorial. Incluso breves periodos de meditación, por ejemplo, pueden mejorar el humor, la percepción visoespacial, la memoria de trabajo y la función ejecutiva; además de reducir la fatiga y la ansiedad.
Ya sea que tengas 22, 32, 42, o mi edad –54 años–, creo que estas enseñanzas de trabajar en tu capacidad de liderazgo, ya sea explorando cómo viven las otras personas e incorporando algún tipo de práctica contemplativa te ayudarán a lo largo de tu vida.
Este artículo se publicó por primera vez en LinkedIn Influencers.
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