Daw Aung San Suu Kyi, consejera de Estado de Myanmar y ganadora del Premio Nobel de la Paz, se dirigió a representantes de Gobiernos de países ricos y pobres durante una reunión realizada esta semana en Myanmar. En la ocasión, ella dijo que para reducir la pobreza y garantizar que todos se beneficien del crecimiento económico se debe poner especial atención a los problemas de la fragilidad y el conflicto, el cambio climático, la igualdad de género, la creación de empleo y el buen gobierno.
Suu Kyi habló al inicio (i) de una reunión de la Asociación Internacional de Fomento (AIF), el fondo del Banco Mundial para los más pobres, (i) en la cual donantes, representantes de los prestatarios y directivos del Grupo Banco Mundial buscan formas para lograr estos objetivos. Señaló que los habitantes de Myanmar constituyen la verdadera riqueza del país, y que ellos necesitan ser apoyados de la manera adecuada.
El encuentro se realiza en medio de un contexto de desafíos mundiales extraordinarios, que tienen profundos impactos. La economía mundial se está debilitando y volviéndose más volátil. El cambio climático amenaza con sumir en la pobreza a 100 millones de personas. La inestabilidad aumenta debido a las crecientes tensiones geopolíticas y los conflictos. Los pronósticos señalan que el porcentaje de los pobres que viven en países afectados por situaciones de fragilidad y conflicto se triplicará para 2030, subiendo del 14 % en la actualidad a alrededor del 50 % en dicho año.
El progreso sigue siendo obstaculizado por la desigualdad de género y el aumento de la disparidad en la riqueza. Hoy en día en el mundo, básicamente hay demasiadas personas que no tienen oportunidades. Ellas carecen de acceso a educación de buena calidad y a empleos con ingresos estables. En los países en desarrollo, donde se necesitará crear 600 millones de puestos de trabajo adicionales en los próximos 15 años, solo seguir el ritmo del aumento de la población constituye un desafío.
IDA Works for Everyone: Gender Equality
El crecimiento y las oportunidades deben estar sustentados por Gobiernos eficientes que puedan realizar tareas esenciales como proteger a los ciudadanos más vulnerables y proveer servicios básicos, entre ellos agua limpia y transporte.
Necesitamos una respuesta internacional rápida, coordinada y efectiva que proporcione soluciones locales a estos problemas globales. Si no actuamos usando maneras muy diferentes, es probable que las consecuencias para los más pobres y vulnerables resulten devastadoras.
La AIF constituye una de las herramientas más poderosas de la comunidad internacional para encarar los desafíos más difíciles, aquellos que nos quitan el sueño. Problemas como el hambre, un cambio dramático del clima, el conflicto y la fragilidad, los desastres naturales, los sesgos por razón de género profundamente arraigados, la falta de agua limpia y el desempleo.
Desde su creación en 1960, la AIF ha proporcionado USD 300 000 millones en financiamiento para proyectos en los países más pobres (alrededor de medio billón de dólares de hoy), el cual ha producido amplios resultados.
Por ejemplo, en solo cinco años, ayudamos a más de 400 millones de personas a tener acceso a atención médica y a financiar la elaboración y la distribución de 78 millones de libros de texto en Etiopía. Además, ayudamos a crear 52 millones de días de trabajo en Afganistán en un periodo de 12 años. Entre 2010 y 2014, posibilitamos que más de 6 millones de pakistaníes obtuvieran acceso a microcréditos. Y en Myanmar, el lugar de nuestra reunión, 3 millones de personas en 5000 aldeas se benefician de donaciones que permiten a las comunidades mejorar obras de infraestructura básica, como escuelas, centros de salud y caminos locales.
Durante nuestro encuentro, estamos hablando seriamente de aumentar la vara de nuestra capacidad de hacer frente a estos desafíos. Estamos presentando una novedosa propuesta para movilizar el marco de financiamiento de la AIF y esta representa la transformación más radical en los 55 años de historia de la AIF. La propuesta procura movilizar nuestro capital accionario, combinando contribuciones de los donantes con fondos obtenidos a través de mercados de deuda, lo que hará que podamos entregar a los clientes recursos adicionales por un monto de miles de millones de dólares.
Esta es la proposición más concreta e importante formulada hasta la fecha en el marco de la Agenda de Acción de Addis Abeba, en la cual la comunidad mundial se comprometió a movilizar la asistencia oficial y ampliar considerablemente todas las vías del financiamiento para el desarrollo. Nuestra propuesta usaría y se focalizaría en los escasos recursos para el desarrollo de modo de optimizar estos recursos, dando a los donantes el mayor rendimiento posible de su inversión en términos de marcar una diferencia para los pobres y vulnerables. El financiamiento extra nos ayudaría a lograr avances importantes en las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, sobre la base del ya sólido historial de resultados de la AIF.
Aún se necesita que nuestros asociados en el desarrollo den apoyo de largo plazo a esta innovadora propuesta. De hecho, este no es un tiempo para hacer menos. Con el respaldo de los donantes y prestatarios de todos los niveles de ingreso, nuestras innovaciones en materia de financiamiento podrían movilizar el capital accionario de la AIF como nunca antes y colocar firmemente a los más pobres y vulnerables del mundo en la senda hacia un crecimiento económico sostenido y equitativo.
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