Con ocasión del Día Mundial Sin Tabaco, el 31 de mayo, vamos a evaluar el impacto del tabaquismo en las consecuencias del coronavirus. El virus ha infectado a más de 5,5 millones de personas en 188 países y territorios (i), causando más de 350 000 muertes.
Existe una relación causal (i) entre el tabaquismo y las enfermedades que afectan a casi todos los órganos del cuerpo. En estudios (i) realizados en diversos países se descubrió que los fumadores de mediana edad tienen una tasa de mortalidad dos a tres veces mayor que los no fumadores de edad similar, lo que reduce la esperanza de vida en un promedio de 10 años. El tabaquismo y el uso de cigarrillos electrónicos aumentan el riesgo y la gravedad de las infecciones pulmonares debido al daño en las vías aéreas superiores, la inflamación de los pulmones y la menor función pulmonar e inmunológica.
No debería sorprendernos, entonces, que las evidencias preliminares (i) indiquen que fumar también es un factor de riesgo para contraer la COVID-19, ya que los fumadores tienen 1,91 veces más probabilidades de enfermarse más gravemente que los no fumadores. Esa conclusión se reforzó en otro estudio (i) que muestra que la infección se asocia con tasas de gravedad y mortalidad considerablemente más altas en pacientes que sufren la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y entre las personas que actualmente son fumadores.
Los hombres corren mayor riesgo de sufrir efectos más graves cuando contraen la COVID-19
Datos de China, el primer país en verse afectado por la pandemia, proporcionan información sobre la biología, la epidemiología y las características clínicas de la COVID-19. La distribución de los pacientes por sexo muestra un predominio de los casos entre los varones. Investigadores chinos señalaron en un informe (i) publicado en el New England Journal of Medicine que el 58,1 % de los pacientes de 30 provincias eran varones. Asimismo, de los 425 casos iniciales que se produjeron en Wuhan, el 56 % eran varones. Además, en un artículo (i) publicado en el Journal of the American Medical Association se sostuvo que las tasas de mortalidad entre los hombres infectados, particularmente de 50 años o mayores, superaron a las de las mujeres.
En brotes anteriores de coronavirus, como el SRAG y el SROM, los hombres también se vieron afectados de manera desproporcionada. En Hong Kong en 2003, investigadores concluyeron (i) que los varones enfermos con el SRAG tenían un 50 % más de riesgo de muerte que las mujeres.
¿Qué explica esta discrepancia?
Una mayor prevalencia de tabaquismo entre los hombres, que a menudo compromete el funcionamiento pulmonar, puede ayudar a explicar (i) la mayor tasa de mortalidad de los varones que contraen la COVID-19.
El consumo de tabaco también contribuye a la aparición de afecciones que ocurren simultáneamente, como las enfermedades cardiovasculares, el cáncer de pulmón, la EPOC y la diabetes. Estas son más frecuentes entre los hombres y también aumentan el riesgo de gravedad de la enfermedad y de muerte entre los pacientes con la COVID-19 (i).
Los datos presentados en el artículo del New England Journal of Medicine ilustran el impacto que tiene el tabaquismo en la progresión y la mortalidad de la COVID-19 en China:
- Entre aquellos gravemente afectados por la enfermedad, el 16,9 % eran fumadores activos y el 5,2 % eran exfumadores.
- Entre los pacientes ingresados en una unidad de cuidados intensivos, sometidos a ventilación mecánica, o que fallecieron, el 25,8 % eran fumadores activos y el 7,6 % eran exfumadores.
Datos de Italia (i) muestran de manera similar que un alto porcentaje de pacientes contagiados con la COVID-19 tenía antecedentes de tabaquismo y altas tasas de EPOC y enfermedades cardíacas. Investigadores de Indonesia (i) también descubrieron que la alta prevalencia de tabaquismo entre los hombres (una de las más altas del mundo) es responsable de la alta tasa de mortalidad entre los pacientes de COVID-19 en el país.
La epidemia del consumo de tabaco en China
China tiene la mayor población de fumadores del mundo, con alrededor de 316 millones de fumadores adultos que representan casi un tercio de las personas que fuman y representa el 40 % del consumo de tabaco a nivel mundial. Mientras que la prevalencia del tabaquismo entre las mujeres es relativamente baja, con un 1,9 %, aproximadamente el 48,4 % (i) de los varones son fumadores.
Se estima que, en 2010, 1,2 millones de muertes prematuras se atribuyeron al tabaquismo en China, y las tres principales causas de muerte (accidente cerebrovascular, enfermedad cardíaca y EPOC) se relacionaban con el consumo de tabaco. En un estudio reciente (PDF, en inglés) también se concluye que China atraviesa por una epidemia de cáncer de pulmón en una escala sin precedentes, impulsada en gran medida por el consumo de tabaco. Este tipo de cáncer representó el 21,7 % de la tasa de mortalidad total por cáncer en 2015.
¿Cómo afecta el hábito de fumar a la salud pulmonar y al riesgo de contraer la COVID-19?
Como se explica en el Informe de 2004 del Cirujano General de EE. UU.: (i)
“Las toxinas en el humo del tabaco dañan el cuerpo desde el momento en que ingresan por la boca y la nariz. Dañan tejidos y células hasta llegar a los pulmones. Cuando se inhala el humo del cigarrillo, los productos químicos del humo son absorbidos por los pulmones. Como resultado, fumar causa enfermedades pulmonares... hace que las enfermedades pulmonares crónicas sean más graves, y aumenta el riesgo de infecciones respiratorias... Aunque el pulmón tiene maneras de protegerse de las lesiones causadas por los agentes inhalados, estas defensas se ven desbordadas cuando el humo del cigarrillo se inhala repetidamente a lo largo del tiempo. Después de años de exposición al humo del cigarrillo, el tejido pulmonar queda marcado por cicatrices, pierde elasticidad y ya no puede intercambiar el aire de manera eficiente".
Existen pruebas suficientes para inferir una relación causal entre el tabaquismo y las enfermedades respiratorias agudas, incluida la neumonía. El fumar no solo es la causa subyacente predominante, sino que también puede aumentar la frecuencia o la gravedad de las infecciones. Por ejemplo, en un estudio reciente (i) se mostró que el hábito de fumar se asociaba sistemáticamente con un mayor riesgo de ingresos hospitalarios por gripe. Los investigadores (i) también indicaron que podría aumentar en los pulmones la presencia de la proteína ACE2, la molécula que el coronavirus usa para infectar las células humanas, facilitando la propagación del virus y posiblemente provocando una mayor tasa de morbilidad en pacientes con COVID-19.
¿Qué hacer?
Además de monitorear el consumo de cigarrillos convencionales y electrónicos, los Gobiernos tienen la obligación de abordar el tabaquismo en sus estrategias para contener y mitigar el impacto de la COVID-19. La medida normativa más eficaz en función de los costos (i) para controlar el tabaquismo es la tributación, y por tal razón los Gobiernos deben actuar con audacia y rapidez aumentando los impuestos sobre los cigarrillos convencionales y los cigarrillos electrónicos. Se ha demostrado que esto reduce y evita el consumo de tabaco, particularmente entre los jóvenes, y por lo tanto mejora la salud y reduce el riesgo de mortalidad prematura. Gravar estos productos ayudaría también a ampliar la base impositiva y movilizar ingresos públicos adicionales para iniciativas de recuperación económica después de que la pandemia disminuya.
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