Publicado en Voces

Todos ponemos manos a la obra para garantizar que existan suficientes alimentos en el futuro

ImageAl celebrarse el Día Mundial de la Alimentación, he aquí un dato que da que pensar: demasiados habitantes en el mundo sufren hambre.

Una de cada nueve personas(i) sufre hambre crónica, más de 1000 millones están desnutridas, y 3,1 millones de niños mueren cada año debido (i) al hambre y la malnutrición. Esta es una enorme merma para el desarrollo: cuando las personas padecen hambre y están desnutridas, tienen menos posibilidades de mejorar sus medios de sustento, atender adecuadamente a sus familias, vivir una vida plena y saludable y salir de la pobreza.

El problema se intensificará en el futuro, a medida que la población aumente, que el cambio climático afecte cómo producimos nuestros alimentos y que los recursos naturales que ayudan a alimentar a la población mundial sean exigidos aún más. Si no tenemos suficientes alimentos para la población del planeta en 2014 ¿cómo podremos hacerlo en el futuro, cuando en el mundo haya que mantener y nutrir a 9000 millones de personas en 2050?

La semana pasada invitamos a líderes de Gobiernos, el sector privado, el mundo académico y la sociedad civil para que nos ayudaran a responder esa pregunta en una mesa redonda sobre la alimentación en el futuro. (i) A pesar de que los panelistas abordaron la cuestión desde diferentes ángulos, sus respuestas convergieron en la necesidad de reconsiderar los sistemas alimentarios de modo que sean más sostenibles, y la urgencia de encontrar soluciones integradas que abarquen varios sectores. En el Grupo Banco Mundial, estamos de acuerdo en que todos debemos poner manos a la obra, trabajando juntos, para enfrentar el desafío de la inseguridad alimentaria. No es solo una cuestión de gestión sostenible de los recursos o de almacenamiento y transporte más eficientes, o incluso de una mayor producción de alimentos. Comprende todo lo anterior, y mucho más. Proveer de suficientes alimentos a la población mundial es una tarea —y una oportunidad— demasiado grande para que alguien la lleve a cabo solo.

Entonces, ¿qué medidas está tomando el Banco para poner fin al hambre ahora y en el futuro?

Hemos fortalecido nuestro compromiso (i) con la agricultura climáticamente inteligente, (i) que es un enfoque potencialmente poderoso para proveer los alimentos que se necesitan en el mundo. Su objetivo es producir más alimentos en una menor extensión de suelo, mejorar la resiliencia incluso cuando el cambio climático amenaza con bajar los rendimientos de los cultivos en más de un 25 %, y disminuir al mínimo el impacto ambiental mediante la reducción de las emisiones y la posible captura de carbono. Esto es importante, porque la agricultura es vulnerable al cambio climático, y a la vez una parte importante del problema. Las investigaciones han demostrado que la agricultura, junto con la deforestación asociada a la transformación del suelo, es responsable de un 30 % (i) de las emisiones de gases de efecto invernadero.

También estamos ayudando a los países a mejorar la forma en que administran los activos naturales de los que depende la producción de alimentos mediante el apoyo a la restauración de las tierras degradadas y la gestión sostenible de los bosques, (i) las cuencas hidrográficas (i) y la actividad pesquera. La experiencia del Banco Mundial ha demostrado que tanto las comunidades como los Gobiernos se benefician de enfoques productivos del paisaje terrestre y marítimo que mejoran los servicios de los ecosistemas (como abastecimiento de agua, control de la erosión, polinización y calidad del suelo), crean capacidad de adaptación al clima y aumentan los rendimientos e ingresos en el largo plazo. Una gestión adecuada basada en la ciencia, los incentivos y las normas fáciles de aplicar (i) es especialmente importante para la pesca, tanto marina como de agua dulce, que proporciona la principal fuente de proteína animal para 1000 millones de personas.

En un esfuerzo por respaldar sistemas de alimentos nutritivos, estamos trabajando para ampliar nuestro apoyo a las inversiones que incluyen componentes relativos a la nutrición en otros sectores más allá de la salud, tales como la agricultura, la educación, la protección social, y el agua y saneamiento. De hecho, ya que la agricultura puede afectar positivamente la producción y el consumo de alimentos nutritivos, estamos revisando todos los proyectos agrícolas en tramitación para aumentar las actividades que mejoran los resultados nutricionales.

El Banco también trabaja para frenar el desperdicio de alimentos. Nuestra investigación muestra que un tercio de todos los alimentos producidos se desperdicia, principalmente durante la producción, el almacenamiento y el transporte. El Banco está apoyando a los países en la puesta en práctica de sistemas modernos de depósito y distribución de alimentos, (i) y en la adopción de medidas que mejoren las cadenas de suministro agrícola (i) que llevan los alimentos desde los productores a los consumidores.

A pesar de la magnitud del desafío de la seguridad alimentaria, la mesa redonda de la semana pasada estuvo marcada por el optimismo, la energía y un compromiso para encontrar soluciones. Compartimos esa perspectiva de que si se pueden lograr avances. Para ayudar a proveer alimentos para todos, debemos implementar enfoques holísticos, innovadores e integrados. Poner fin al hambre es clave para acabar con la pobreza, y estamos más comprometidos que nunca para ayudar a conseguir que haya suficientes alimentos nutritivos en los platos de las personas más pobres del mundo.


Autores

Juergen Voegele

Vicepresidente de Desarrollo Sostenible del Banco Mundial

Paula Caballero

Former Senior Director, Environment and Natural Resources Global Practice

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