El 14 de enero de 2011, el presidente de Túnez, Zine El Abidine Ben Ali, huyó a Arabia Saudita tras el levantamiento popular contra su régimen que lo mantuvo en el poder durante 24 años. Se trató del primer jefe de Estado que fue derribado de su cargo durante la Primavera Árabe, el movimiento de descontento social contra las autocracias de larga data en la región. Después de su salida forzada, el Gobierno tunecino interino acusó al expresidente de lavado de dinero y tráfico de drogas, y envió solicitudes internacionales para lograr su detención y el congelamiento de los activos que supuestamente robó. En 2011, Ben Ali fue condenado en ausencia a cadena perpetua por incitar a la violencia y el asesinato, y también fue declarado culpable (junto con su esposa) de robo a gran escala.
Han pasado tres años, pero los esfuerzos por descubrir sus activos continúan y no han dado frutos de manera completa, planteando la inquietud si las medidas adoptadas contra la impunidad tienen un impacto real. ¿Significa esto que las autoridades tunecinas y la comunidad internacional han fracasado en su búsqueda de justicia?
Aunque queda mucho por hacer, es un error negar los importantes logros que se han alcanzado hasta la fecha. En primer lugar, se ha producido un notable avance y una rápida recuperación de algunos activos y es probable que haya nuevos progresos en los próximos meses. En segundo lugar, el esfuerzo de Túnez ha sentado un precedente y ha establecido un modelo para el fortalecimiento de la capacidad.
Tras la caída de Ben Ali, en febrero de 2011, las autoridades tunecinas crearon un comité especial sobre el tema con el fin de establecer la planificación, el liderazgo y la cooperación estratégica, tanto a nivel nacional como internacional. Para ello contaron con el apoyo de la Iniciativa para la Recuperación de los Activos Robados (Iniciativa StAR), una alianza del Banco Mundial y la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD).
Este comité diseñó una estrategia integral que combina varias herramientas legales y de investigación, entre ellas acciones penales nacionales, cooperación internacional informal, peticiones de asistencia legal mutua y participación como una parte civil en el proceso penal en Francia y Suiza.
La Iniciativa StAR ayudó además a la Unidad de Inteligencia Financiera de Túnez a tener acceso a las redes financieras mundiales, y a forjar relaciones con organizaciones como Interpol, el Grupo Egmont (una red internacional informal de unidades de inteligencia financiera) y Eurojust (el órgano de la Unión Europea encargado del refuerzo de la cooperación judicial entre los Estados miembros). StAR también facilitó lazos importantes a través de la labor del Foro Árabe sobre Recuperación de Activos. Por último, pero no menos importante, proporcionó capacitación y asistencia técnica para la creación y el apoyo de las unidades especializadas en Túnez y otros lugares.
Después de estas medidas, se encontraron más de US$80 millones, dos aviones y dos barcos, que se inmovilizaron o incautaron en Suiza, Francia, Bélgica e Italia. Uno de los aviones, requisado por orden de la Fiscalía de París y de propiedad del yerno de Ben Ali, fue devuelto a Túnez en julio de 2011. Posteriormente, también se recobraron los dos yates en Italia y España y el segundo avión en Suiza. Aunque el valor de estos activos representa solo una pequeña parte de lo que se estima ha sido robado, su recuperación fue muy importante para demostrar que la propiedad encontrada en jurisdicciones extranjeras puede ser devuelta, incluso antes de que finalicen los procesos judiciales.
En abril de 2013, un hecho de mayor visibilidad demostró que los esfuerzos constantes y pacientes de las autoridades tunecinas y otros actores daban sus frutos. Túnez recuperó US$28,8 millones escondidos en una cuenta bancaria del Líbano controlada por la esposa de Ben Ali. Este hallazgo, que debe ser confirmado por la Corte de Apelaciones, fue el resultado de una cooperación sin precedentes en el mundo árabe, una firme voluntad política en el Líbano, y los esfuerzos realizados por el abogado especial de las Naciones Unidas para la recuperación de activos robados, el fiscal general de Qatar Ali bin Fetais Al-Marri, así como por la Iniciativa StAR para desarrollar contactos bilaterales entre los profesionales libaneses y tunecinos.
En los próximos meses, hay buenas perspectivas de mayores avances con el regreso de los fondos congelados en Suiza y los bienes inmuebles identificados en París. Pero no será fácil recuperar los restantes activos, que han sido cuidadosamente escondidos. La experiencia de los últimos tres años muestra que, aunque se necesita tiempo, se puede hacer. Pero será un proceso complejo, largo e incierto.
En primer lugar, se requerirá que las autoridades tunecinas realicen extensas investigaciones para obtener pistas, seguir el rastro del dinero, levantar los velos corporativos, definir los beneficiarios reales de las cuentas bancarias y otros activos, y vincularlos a la perpetración de delitos.
En segundo lugar, se necesitará un mayor dinamismo en los centros financieros en los que se encuentren los bienes o los acusados. Las autoridades tunecinas solo podrán seguir logrando avances si sus contrapartes proporcionan respuestas efectivas a sus peticiones de asistencia legal mutua y, en algunos casos, manifiestan más voluntad política y llevan a cabo una mayor movilización de recursos.
Y en tercer lugar, las iniciativas internacionales, como el Foro Árabe y StAR, deberán entregar más asistencia aún para iniciar e impulsar la cooperación bilateral entre Túnez y sus contrapartes, los cuales jugaron un papel decisivo en los buenos resultados obtenidos en el pasado y serán cruciales en el logro de futuros avances.
En suma, la recuperación de activos de Túnez está lejos de ser un fracaso, pero ha tenido un éxito limitado, mostrando lo que puede y debe hacerse. Esto demuestra que una estrategia integral y coherente para la recuperación de activos puede producir adelantos significativos, a pesar de los grandes desafíos. Ahora es el momento de que los centros financieros, entre ellos los de Europa, América y Oriente Medio, brinden una asistencia aún más oportuna y eficaz.
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