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Un mundo sin redes de protección social

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Los recientes acontecimientos han recordado a los políticos la fragilidad de los medios de subsistencia de muchas personas en este planeta. Con cada nueva crisis –el drástico aumento del precio de los alimentos y el combustible en 2008 y nuevamente en 2011, la implosión financiera y la contracción económica mundial de 2009, el terremoto de Haití y las inundaciones de Pakistán en 2010, y la sequía que comenzó en 2011 en el Cuerno de África,– las exigencias para que las autoridades respondan a las mismas se vuelven rápidas y furibundas.

Como nunca antes, ellas se apresuraron a responder –para ofrecer subsidios a los alimentos, mantener los cultivos en sus países de origen, respaldar a las empresas para evitar los despidos, o ampliar las transferencias con fines sociales– mediante una mezcla de cosas buenas y malas. ¿Por qué estaban tan preocupadas?

Muchas de las razones de su respuesta pueden ser de corto plazo, pero también se comprende cada vez más cuán irreparable y perjudicial podría ser el impacto de la crisis a largo plazo.

Una de las motivaciones fue el temor al incremento de la pobreza. La pobreza aumentó en algunos países (i): hasta 4% a 6% en Guatemala, Egipto, Camboya, Letonia, Turquía y la República Kirguisa en 2009-2010, en comparación con los niveles anteriores a la crisis. Y el ritmo de reducción de la pobreza contrajo en muchos países más, disminuyendo menos de lo que lo habría hecho en ausencia de las crisis.

Por ejemplo, en Europa oriental y Asia central la tasa de pobreza no aumentó en 2009 con relación a 2008, pero la pérdida en términos del potencial de reducción de la pobreza en la región fue significativa: cerca de 11 millones de personas que de otro modo probablemente hubieran salido de la pobreza extrema o moderada no pudieron hacerlo debido a la crisis.

Sin embargo, el aumento de la pobreza, por dramático que fuera, no era el impacto más fuerte de la crisis.

Tomemos el ejemplo de la crisis no tan reciente de Asia oriental. Indonesia (i) fue uno de los países más afectados. La crisis financiera de 1997-98 aumentó los riesgos de mortalidad infantil un 3,2%, la anemia se incrementó del 52% al 70% en tan solo 1,5 años. La disminución más pronunciada fue para las cohortes de niños nacidos o concebidos durante la crisis, que nunca se recuperaron de los efectos, permaneciendo unos pocos centímetros más bajos, menos educados y más propensos a las enfermedades. Estas son las cicatrices visibles que esta generación llevará para siempre.

Otro ejemplo de la consecuencia de la crisis climática es la bien estudiada (por Harold Alderman y otros) sequía en Zimbabwe, que no es el país más pobre  de África que sufrió una sequía a comienzos de la década de 2000. Los niños menores de 2 años en el momento de la sequía tuvieron considerablemente menor altura durante la adolescencia, asistieron tarde a la escuela y completaron menos grados de educación, lo que equivale a una pérdida del 7% de los ingresos de toda la vida.

Los perjuicios irreversibles para el desarrollo de los niños durante la crisis pueden socavar sus perspectivas de futuro en la vida y las crisis anteriores han dejado marcas imborrables. En la serie más reciente de crisis, los efectos fueron drásticos en algunos países. Ciertos estudios (i) de Bangladesh, Camboya y Mauritania muestran aumentos del orden del 50% en los niveles de desnutrición aguda de los niños pobres menores de 5 años.

El impacto del alza de los precios de los alimentos o la pérdida de ingresos es muy grande debido a que la principal estrategia de supervivencia de las familias es reducir la calidad de la comida (diversidad de la dieta). Esto puede no conducir a consecuencias visibles inmediatas, pero puede provocar consecuencias a largo plazo, todavía por aparecer, como la deficiencia de micronutrientes, que lleva al aumento del retraso del crecimiento en el futuro.

Impactos a largo plazo en el capital humano

El efecto de la crisis en las familias sin protección también es grave para la educación, sobre todo donde más se necesita, que son las partes más pobres del mundo. El Informe sobre seguimiento mundial 2010 (i) del Banco Mundial  informa los cálculos globales sobre cómo afecta la crisis de manera diferente a las niñas y los niños. La esperanza de vida de ambos aumentó dos años durante las épocas buenas, pero disminuyó siete años para las niñas y seis para los varones durante los tiempos malos.

Las tasas de terminación de la enseñanza primaria aumentaron el 5% para las niñas y el 3% para los niños durante las épocas buenas, pero se redujeron el 29% y el 22%, respectivamente, durante las épocas de crisis. La relación de matrícula mujeres-hombres disminuyó gravemente, con mayores caídas en la educación terciaria y secundaria que en la educación primaria.

Los efectos adversos sobre el capital humano se encuentran incluso en los países que son menos pobres, y afectan no solo a niños sino también a adultos, especialmente en su salud. En Armenia, por ejemplo, los hogares más afectados (i) por la crisis financiera fueron 15% más propensos a reducir las visitas a los médicos, y gastaron 14% menos en medicamentos que un grupo menos afectado por la crisis.
El retraso en la atención de la salud a menudo significa que las enfermedades que no se tratan se convierten en crónicas. Y esto representa una mayor carga en el futuro para las familias afectadas. Esa es la trampa de la pobreza del siglo XXI.

En algunos países, la presencia de redes de protección social durante la reciente crisis fue un factor compensatorio que impidió que el daño se extendiera. Los países que tuvieron éxito con esta estrategia proporcionaron asistencia previsible a las familias afectadas, lo que las ayudó a actuar de modo adecuado y proteger la inversión en los hijos y la salud.

Mi colega Arup Banerji explicará la importancia de contar con redes eficaces de protección social antes de que ocurra una crisis —un componente esencial de la nueva Estrategia de protección social y empleo (i) del Banco—en el blog de mañana.

Información relacionada

Estrategia de protección social y empleo del Banco (i)
Sitio web: Redes de protección social (i)
Redes de protección social: Una infografía
Artículo: Cerrar brechas en nutrición, género y oportunidades
Webcast y blog en vivo: Labor de las redes de protección social (18 de abril de 2012)

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Autores

Ruslan Yemtsov

Human Development Program Leader for China, Mongolia and Korea

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