Publicado en Voces

Una novedosa herramienta de financiamiento está ayudando a que el sector privado llegue a mercados difíciles

Deux petites exploitantes à Kaolack, au Sénégal. Photo: Daniella Van Leggelo-Padilla / Banque mondiale Deux petites exploitantes à Kaolack, au Sénégal. Photo: Daniella Van Leggelo-Padilla / Banque mondiale

Más de un tercio de la población de Senegal trabaja en la agricultura, y muchas de estas personas se encargan de pequeñas parcelas de mijo, arroz y maní.  A pesar de su importancia para la economía nacional, estos agricultores a menudo no pueden costear los fertilizantes y las semillas de alto rendimiento, que son cruciales para mejorar la productividad.

Para cambiar esto, una de las principales instituciones microfinancieras de Senegal, Union des Mutuelles Alliance de Crédit et d’Epargne pour la Production (UM-ACEP), viene otorgando préstamos a agricultores desde hace mucho tiempo. No obstante, se enfrenta a un desafío que he visto con demasiada frecuencia en África al sur del Sahara. Para llegar a más agricultores, UM-ACEP necesita capital, y muchas instituciones financieras tienen reparos a la hora de prestar dinero a la entidad. Temen que sus actividades sean demasiado riesgosas porque sus clientes son empresas más pequeñas con escasa experiencia y un desempeño financiero que no consta en registros.

Aquí es donde interviene la Corporación Financiera Internacional (IFC).

Nuestra organización acordó recientemente proporcionar a UM-ACEP USD 10 millones en financiamiento en moneda nacional con el apoyo del Servicio de Financiamiento para el Sector Privado (SFSP) (i) de la Asociación Internacional de Fomento (AIF). Este servicio, por valor de USD 2500 millones, se puso en marcha en 2017 para movilizar inversiones privadas en los lugares menos adelantados del mundo —muchos de los cuales se encuentran en África— y compensar así parte de los riesgos.

En el caso de UM-ACEP, el apoyo del SFSP de la AIF facilita financiamiento a largo plazo a un costo asequible, lo que le permite llegar a clientes desatendidos. Con los fondos obtenidos, este año UM-ACEP tiene como objetivo proporcionar microcréditos a unos 13 000 pequeños agricultores.

El caso de UM-ACEP es uno de los casi 30 proyectos que ha respaldado el SFSP de la AIF en África desde el inicio de la pandemia de COVID-19. Mientras el continente se recupera de una escasez de crédito y de su primera recesión en una generación, este servicio ha sido fundamental para ayudar a las empresas a mantenerse a flote y a implementar nuevas inversiones. Desde marzo de 2020, el SFSP ha brindado apoyo para reducir el riesgo de las inversiones de IFC en empresas de toda África, entre ellas, bancos (i), firmas manufactureras (i), clínicas (i), productores de fertilizantes y compañías agrícolas (i).

Además de las muertes y enfermedades que ha causado, la pandemia de COVID-19 amenaza con sumir en la pobreza a hasta 150 millones de personas en todo el mundo.  En los últimos dos años, en mis visitas más recientes a países de la región, he visto el impacto en las familias: pérdida de puestos de trabajo, disminución de los ingresos, reducción de los ahorros. Para alguien cuyo trabajo es ayudar a África a hacer realidad su enorme potencial, ha sido alentador ver cómo el SFSP de la AIF está ayudando al continente a recuperarse de la pandemia.

Setenta y cuatro de los países más pobres del mundo, incluidos 39 Estados africanos, pueden recibir financiamiento de la AIF, que otorga donaciones y préstamos con intereses bajos o nulos.  Sin embargo, desde hace mucho tiempo está claro que, en esos países, los Gobiernos por sí solos no pueden proporcionar los empleos, las escuelas, los hospitales, los sistemas de saneamiento y la infraestructura eléctrica que se necesitan para poner fin a décadas de pobreza. Los Estados requieren la ayuda del sector privado. Con su creatividad y con el acceso adecuado al capital, las empresas privadas pueden crear empleos, generar innovación y estimular el crecimiento económico. Es un modelo que ha transformado a países de todo el mundo.

¿Pero cómo se puede alentar a las empresas a invertir en los Estados más pobres del mundo, donde las economías están socavadas por años de conflicto, pobreza y, en el último tiempo, COVID-19? Innumerables inversionistas me han dicho que, si bien ven oportunidades en África, hay muy pocas empresas con un historial establecido que favorezca la inversión. Esa es una de las razones por las que el Grupo Banco Mundial creó el SFSP de la AIF.

Es importante mencionar que este servicio no es una dádiva para las empresas privadas. Por el contrario, se trata de una herramienta de eliminación de riesgos y de inversión compartida que permite a IFC respaldar más proyectos de alto riesgo que tengan el potencial de transformar vidas. Todos los proyectos se ejecutan en estrecha sintonía con la estrategia de desarrollo del país y siguen directrices estrictas (i). Y lo que es más importante, es fundamental que el uso del SFSP de la AIF no distorsione los mercados locales. En pocas palabras, eso significa que, si hay una fuente de financiamiento privada disponible, no se deberían utilizar los recursos públicos.

Cuando un proyecto cumple los criterios establecidos, el impacto del servicio puede ser enorme. Hasta ahora, los USD 2100 millones utilizados del SFSP de la AIF han contribuido a movilizar más de USD 10 500 millones en fondos en todo el mundo. Esto muestra que el financiamiento en condiciones concesionarias puede aprovecharse efectivamente para aportar más recursos.

África al sur del Sahara, donde viven 1000 millones de personas, ha logrado algunos avances en la lucha contra la pobreza en las últimas décadas, pero ese progreso corre peligro.  Especialmente en los Estados más frágiles, la COVID-19 amenaza con anular los logros. El SFSP de la AIF es una herramienta esencial para evitar al menos parte de ese retroceso.

Sé que un solo servicio de financiamiento no puede remediar todos los males económicos del continente. Muchos Gobiernos aún deben establecer bases regulatorias más sólidas para el crecimiento del sector privado: reducir las burocracias, luchar contra la corrupción y elaborar leyes que fomenten las inversiones en todos los sectores, desde la agricultura hasta la atención de la salud y el suministro de energía eléctrica.

Sin embargo, creo que el éxito inicial del SFSP de la AIF muestra que, incluso en los países más pobres y en medio de una pandemia, es posible lograr avances reales. Por esa razón, espero que la vigésima reposición de los recursos de la AIF (i) en curso incluya un renovado compromiso con el SFSP. Esto nos permitirá ampliar aún más nuestro objetivo de buscar inversiones sostenibles y responsables para los lugares que más las necesitan.


Autores

Sérgio Pimenta

Vicepresidente regional para África, Corporación Financiera Internacional (IFC)

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