Publicado en Voces

Una reorganización para poner fin a la pobreza y reducir las desigualdades

Una reorganización para poner fin a la pobreza y reducir las desigualdades

Hace dos años, en un día como hoy, asumí con mucho honor y humildad el cargo de presidente del Grupo del Banco Mundial, cuya misión —poner fin a la pobreza— es un área en la que he trabajado la mayor parte de mi vida. Una de mis primeras preguntas para los economistas del Banco Mundial fue si era posible acabar con la pobreza extrema y cuánto tiempo tomaría. La respuesta fue que era una meta difícil pero  factible de ser alcanzada a más tardar en 2030.


Desde entonces, los 188 países accionistas del Banco Mundial han respaldado este objetivo, que previamente pocas personas creían que sería alcanzable, y mucho menos en el curso de nuestras vidas. Mi misión ha sido encontrar las formas más apropiadas de aprovechar el talento, los conocimientos y el poder de influencia del Grupo del Banco Mundial para que esto sea una realidad.


Me reuní con todos los departamentos y consultamos a todos los empleados acerca de las fortalezas y debilidades de la organización. Lo que averiguamos me convenció de que necesitábamos una reestructuración. Teníamos que encontrar un nuevo modelo de operaciones que nos permitiera trabajar juntos de manera más fácil en los desafíos en materia de desarrollo. Básicamente, requeríamos convertirnos en un único Grupo del Banco Mundial más integrado, capaz de ayudar a los países a superar décadas de pruebas y errores de modo que millones de personas pudieran salir de la pobreza.

Pero primero teníamos que cambiar. Aquellos de ustedes que ya han pasado por una reorganización, o han dirigido una, saben que el cambio puede ser difícil, especialmente si la organización no ha vivido un proceso de este tipo en alrededor de 20 años, como era el caso del Grupo del Banco Mundial. Sus metas empresariales puede que sean diferentes a las nuestras, pero sus razones para reorganizarse, y sus experiencias, son probablemente similares. A continuación, algunas de las medidas cruciales que estamos implementando y las razones por las cuales lo estamos haciendo.

Dejar de trabajar en forma aislada

Nuestra primera medida fue terminar con los compartimentos estancos. Nuestra estructura nos había impedido aprovechar plenamente la experiencia de nuestro personal en toda la organización. Los expertos en salud, educación, energía y otras áreas trabajaban en su propio rincón del mundo y rara vez se relacionaban con colegas que a menudo estaban enfrentando la misma clase de desafíos. Teníamos acumuladas décadas de experiencia sobre cómo solucionar  problemas, pero las lecciones aprendidas permanecían, por ejemplo, al interior de América Latina, aunque podrían haber ayudado a África o a otra región. La respuesta es: mantener nuestra fuerte presencia en los países, pero mediante una reorganización hacer que los especialistas trabajen de manera colaborativa para proporcionar el mejor conocimiento global a todos nuestros clientes.

Tampoco estábamos aprovechando la plena potencia del Grupo del Banco Mundial, que incluye la amplia experiencia del Banco en la entrega de  financiamiento, asesoría y capacitación a algunos de los países más pobres del mundo; el vasto conocimiento de la Corporación Financiera Internacional (IFC) respecto de los mercados de capital, el sector privado y las maneras de ampliar el acceso al financiamiento y estimular el espíritu emprendedor, o los seguros contra riesgos políticos y las herramientas de mejora del crédito provistos por el Organismo Multilateral de Garantía de Inversiones (MIGA), el cual ayuda a las empresas a ingresar en nuevos mercados asegurando las inversiones. Cuando las diversas instituciones de nuestra organización han trabajado juntas ha ocurrido prácticamente sin querer. La respuesta es: unir al Banco Mundial, IFC y MIGA con el fin de desarrollar estrategias comunes para los países en desarrollo.

Reagrupar a los expertos

Fundamentalmente, necesitábamos dar asistencia  a los países que tienen que ofrecer soluciones a sus habitantes. Esto es distinto a simplemente compartir conocimientos sobre las mejores prácticas. Para hacerlo, hemos organizado a los expertos en 19 grupos, cubriendo temas que van desde el cambio climático hasta el comercio. Ellos tienen la tarea de encontrar las mejores y más innovadoras soluciones que puedan ayudar —incluso a los países más pobres— a implementar programas de alta calidad en los sectores de energía, transporte, educación, salud y otros, y hacerlo con nuestra colaboración para  producir resultados reales al final del día. Nuestra mayor aspiración y, al mismo tiempo, nuestro mayor desafío es convertirnos en una organización que sea la mejor en el mundo en cuanto a brindar respaldo a los países y a las empresas en la entrega de las mejores soluciones para el desarrollo.

Impulsar los factores que reducen la desigualdad

El influyente libro de Thomas Piketty El capital en el siglo 21, que aborda la creciente desigualdad, plantea que dos factores que parecen contrarrestar la tendencia hacia un mundo menos equitativo son la difusión del conocimiento y la inversión en las personas, es decir en sus habilidades y capacitación. Otra área, creo yo, que puede reducir la desigualdad es la inversión en la salud. Sabemos ahora que una salud de mejor calidad puede dar como resultado un crecimiento económico sólido e inclusivo. De hecho, una comisión de importantes economistas y expertos impulsada por la revista The Lancet concluyó que los avances en materia de salud representaron el 24 % del crecimiento en los países de ingreso mediano y bajo entre 2000 y 2011.

Si una reorganización del Grupo del Banco Mundial puede mejorar nuestra capacidad de difundir los conocimientos y las soluciones desde un rincón del mundo a otro, también avanzaremos en nuestro otro objetivo de impulsar “la prosperidad compartida”, es decir que los beneficios del crecimiento económico lleguen a todos. Mejores servicios de conocimiento y de asesoría y mejores conocimientos técnicos ayudarán a disminuir la desigualdad tal como lo harán las medidas destinadas a mejorar los sistemas de educación y los programas de capacitación laboral, y a estimular la actividad empresarial.

Si esperamos poner fin a la pobreza extrema, debemos ser capaces de producir resultados. Estaré supervisando de cerca los progresos en mi organización durante el próximo año para cerciorarme de que estamos en la senda correcta.

Esto es lo que le puedo contar de nuestra reorganización hasta ahora. Me gustaría conocer sus historias, ya sean exitosas o no. Compártalas con nosotros.


Autores

Jim Yong Kim

Ex Presidente del Grupo del Banco Mundial

Únase a la conversación

Este contenido no se mostrará públicamente
Caracteres restantes: 1000