Publicado en Voces

¿Cómo podría ser el futuro del empleo en Europa?

woman doing research while holding equipment. | © National Cancer Institute / Unsplash woman doing research while holding equipment. | © National Cancer Institute / Unsplash

Cuando muchos de nosotros estábamos creciendo, los teléfonos sin botones, las videollamadas, los automóviles sin conductor y los asistentes virtuales como “Siri” eran conceptos que solo se veían en películas futuristas. Trabajos como “video bloguero” o “administrador de redes sociales” no se conocían hace dos décadas. En unos pocos años, los avances tecnológicos han alterado significativamente la forma de operar de las empresas y la manera de interactuar de las personas. El ritmo al que la tecnología está cambiando las economías y las sociedades no tiene precedentes: los avances tecnológicos serán el factor más crítico para definir la productividad y el crecimiento económico. El modo en que se fusionan la tecnología y las instituciones determinará cómo se distribuyen los beneficios tecnológicos entre los países, las regiones y los individuos.

En los últimos 40 años, los avances de la tecnología en los países europeos han favorecido principalmente a los graduados universitarios y a un reducido grupo de grandes empresas innovadoras (empresas “superestrella”), lo que ha llevado a un aumento de las tensiones distributivas. En respuesta, un informe (i) reciente del Banco Mundial tiene por objeto responder dos interrogantes cruciales:

  1. ¿Cómo podemos incentivar a las pequeñas empresas a adoptar tecnologías para evitar monopolios?
  2. ¿Qué reformas son necesarias para garantizar que los sistemas educativos doten a los estudiantes y a los alumnos en formación continua de las habilidades necesarias para tener éxito en un mercado laboral en constante cambio y dominado por los avances tecnológicos?
Students in a auditorium class. | © Dom Fou / Unsplash
 
Los graduados universitarios tendrán más demanda que nunca. | © Dom Fou / Unsplash
 

Las diferencias en las tasas de adopción de tecnologías entre las pequeñas y grandes empresas contribuyen a las tensiones distributivas. En el informe (i) se analizan encuestas a empresas de 32 países europeos entre 2014 y 2022 y se concluye que las compañías más grandes y productivas son más propensas a adoptar nuevas tecnologías. Las pequeñas empresas en la Unión Europea (UE) tardan en adoptar nuevas tecnologías —en comparación con las pequeñas empresas en Estados Unidos— ya que carecen de acceso suficiente al financiamiento, operan en un contexto de bajos niveles de capital humano y suelen tener poca capacidad de gestión.

 
Glass building under cloudy sky. © Christian Wiediger on Unsplash
 
La tecnología da a las empresas más grandes una ventaja competitiva. | © Christian Wiediger / Unsplash

Las compañías que adoptan nuevas tecnologías aumentan el número de tareas cognitivas no rutinarias realizadas, disminuyendo al mismo tiempo las tareas manuales tradicionales. Una vez adoptadas las tecnologías, estas incrementan la productividad y el total de ventas. Pero también aumenta la demanda de graduados universitarios, exacerbando las diferencias salariales entre los trabajadores con alto nivel educativo y el resto de la fuerza laboral.

Las empresas italianas más grandes y productivas son más propensas a adoptar nuevas tecnologías, lo que, a su vez, les permite crecer y crear una relación positiva entre la tecnología y la concentración del mercado. Como se muestra más adelante, los países y sectores con mayores niveles de adopción de tecnologías tienden a tener una mayor participación en el mercado representada por grandes empresas. Esta relación positiva entre la adopción de tecnologías y la concentración del mercado da lugar a una disminución de la proporción del ingreso total destinado a la mano de obra.

Gráfico 1: Concentración sectorial y adopción de tecnologías

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Concentración sectorial y adopción de tecnologías
Fuente: Estimaciones de los autores a partir de datos de la UE.

En el informe se destaca que los graduados de educación técnica y profesional carecen de las habilidades necesarias para adaptarse a los avances tecnológicos. Este es un dato crucial para la UE, donde la formación profesional es común, y la mayoría de los estudiantes matriculados en dichos programas provienen de entornos de bajos ingresos. Según nuestros hallazgos, los graduados con educación y formación profesional (EFP) tienen inicialmente más probabilidades de encontrar empleo que sus pares con un título de educación secundaria general. Sin embargo, esta ventaja desaparece al cabo de cinco o siete años de haberse incorporado a la fuerza de trabajo. Además, en el informe (PDF, en inglés), se indica que los graduados de EFP tienen un menor potencial de ingresos que los no graduados de EFP (ver gráfico a continuación). Esto se debe en parte a la escasa correspondencia entre las habilidades que poseen los graduados de EFP y las habilidades demandadas por las nuevas tecnologías, que requieren competencias básicas sólidas: aritmética, alfabetización y aptitudes socioemocionales.

Gráfico 2: Perfil etario de los ingresos de los graduados de EFP y de educación secundaria general

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Perfil etario de los ingresos de los graduados de EFP y de educación secundaria general
Fuente: Estimaciones de los autores a partir de datos del Programa para la Evaluación Internacional de las Competencias de los Adultos (PIAAC) (i).

¿Qué pueden hacer los responsables de formular políticas?

En primer lugar, los Estados miembros de la UE pueden promover la adopción de tecnologías entre las pequeñas empresas mejorando los incentivos para una mejor gestión y organización, simplificando las regulaciones, aumentando el acceso al financiamiento y desarrollando el capital humano en las regiones menos avanzadas.

En segundo lugar, los países tienen el potencial de utilizar mejor la tecnología para satisfacer las necesidades de la sociedad. En la UE, algunas políticas tributarias dan lugar a subsidios de capital no intencionados, que conducen a una mayor automatización y a tecnologías de sustitución de mano de obra. Modificar los incentivos fiscales puede alentar la inversión tecnológica, complementar la mano de obra y crear empleos de alta calidad. Además, las instituciones de la UE deben invertir en investigación e innovación para promover la difusión de los avances tecnológicos que integran a los trabajadores poco calificados en los procesos de producción.

En tercer lugar, los sistemas educativos europeos deben garantizar que todos los graduados posean un conjunto mínimo de competencias básicas fundamentales. Debido a los rápidos adelantos tecnológicos, las tareas que se realizan en las empresas están en constante evolución, y ello hace que las competencias profesionales específicas de los puestos de trabajo queden obsoletas rápidamente. En este escenario, las habilidades básicas se han vuelto más importantes que nunca para que los trabajadores se reinventen y puedan desempeñarse en nuevas ocupaciones.

De cara al futuro, es importante recordar que tenemos la capacidad de reconfigurarlo. Las pruebas y los datos de los que disponemos nos permiten identificar y abordar los desafíos que conllevan los avances tecnológicos. Con el establecimiento de instituciones que promuevan la igualdad y la productividad, podemos crear un futuro en el que todos se beneficien de la tecnología, especialmente aquellos que más lo necesitan. Podemos hacer realidad esta visión con liderazgo, recursos y un compromiso firme.


Autores

Iván Torre

Economista sénior, Oficina del Economista en Jefe, Europa y Asia central

Leonardo Iacovone

Economista principal, Práctica Global de Comercio, Inversión y Competitividad, Grupo Banco Mundial

Rafael de Hoyos

Jefe de programa, Desarrollo Humano en la Unión Europea, Banco Mundial

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