Cambiando el rumbo de la pobreza de aprendizajes en todo el mundo

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Students participate in class while listing to class teacher at the Sujat Nagar urban slum school in Dhaka, Bangladesh on October 11, 2016. Los cierres de escuelas y las interrupciones causadas por la pandemia probablemente han hecho que la tasa de pobreza de aprendizajes sea mucho mayor. © Dominic Chavez/Banco Mundial

La profunda crisis de aprendizajes que el mundo había venido enfrentando antes del COVID se ha agravado aún más con la pandemia. Hacer seguimiento de lo que ha sucedido con la tasa global de pobreza de aprendizajes –que ya era inaceptablemente alta antes del COVID y que probablemente es mucho más alta ahora– enfatiza este punto. 

La pobreza de aprendizajes, uno de los indicadores más sencillos para describir la crisis de aprendizajes, mide el porcentaje de niños que no pueden leer y comprender un texto simple a los 10 años. La pobreza de aprendizajes es anterior a la pandemia. Nuestro nuevo informe sobre El Estado de la Pobreza de Aprendizajes Mundial: Actualización de 2022 muestra que en 2019, antes que azotara la pandemia, la tasa de pobreza de aprendizajes ya se calculaba en 57% en los países de ingresos medios y bajos, y en África subsahariana era de 86%. Es más, el progreso global contra la pobreza de aprendizajes ya se había estancado: entre 2015 y 2019 no se registró ninguna reducción en términos de pobreza global de aprendizajes.  

¿Por qué el indicador de pobreza de aprendizajes se centra en la lectura? Porque la lectura –junto con la escritura, la aritmética y las habilidades socioemocionales– es un pilar fundamental para todos los demás resultados de educación que las sociedades valoran. Asimismo, todos los grupos de interés saben que los niños deben aprender a leer bien en la escuela primaria. El altísimo nivel de pobreza de aprendizajes mundial es una señal de que muchos sistemas educativos, a pesar de su progreso en décadas recientes de haber mejorado el acceso a las escuelas, no están posibilitando el aprendizaje. El reto del aprendizaje en el mundo en desarrollo es inmenso, y ahora es incluso mayor que antes como consecuencia de la pandemia.

Desde el comienzo del COVID-19, es probable que los cierres de escuelas y las interrupciones debido a la pandemia hayan elevado la tasa de pobreza de aprendizajes mucho más. Nuevas simulaciones de 2022 en el informe, que se basa en los datos y la evidencia más recientes sobre el aprendizaje y los impactos de la pandemia, siguieren que la pobreza de aprendizajes mundial en países de ingresos medios y bajos se ha disparado a alrededor de 70%. Los aumentos han sido especialmente elevados en Asia del sur y en América Latina y el Caribe, las regiones donde las escuelas han permanecido cerradas por más tiempo. Dado que las habilidades fundamentales son esenciales para el desarrollo de las personas y las sociedades, esta pobreza de aprendizajes generalizada amenaza con socavar el futuro de los niños de hoy y las perspectivas económicas en sus países.

Ahora se necesitan con urgencia acciones concertadas contra la pobreza de aprendizajes y que todas las sociedades prioricen el bienestar de los niños y jóvenes de hoy. La movilización política en el plano nacional es fundamental y debe empezar al más alto nivel, tales como la iniciativa “Mi Educación, nuestro Futuro”, donde los jefes de Estado de varios países de América Latina están uniendo esfuerzos para mostrar su compromiso con la educación y acciones de recuperación del aprendizaje a nivel nacional. Con la finalidad de salvaguardar el futuro, es fundamental hacer de esto un punto de inflexión, tal como se destacó durante la Precumbre sobre la Transformación de la Educación (Transforming Education Pre-Summit) que tuvo lugar en París (28-30 de junio). Necesitamos garantizar una marcada aceleración del aprendizaje, empezando en el corto plazo con una rápida recuperación frente al choque generado por el COVID.

No habrá nada automático sobre esta recuperación y aceleración del aprendizaje. Sólo reabrir las escuelas no basta para curar las heridas de la pandemia, mucho menos para solucionar los problemas que ocasionaron tales niveles de pobreza de aprendizajes incluso antes del COVID. Los encargados de formular políticas, escuelas, maestros y familias necesitarán mejores estrategias, impulsadas por financiamiento y apoyo adicionales, para recuperar y acelerar el aprendizaje, especialmente en el caso de aquellos que más han sufrido por los cierres de escuelas. En la mayoría de países, los que más han sufrido no son solamente las minorías marginadas o los más pobres; a pesar de los esfuerzos de muchos países para llegar a los estudiantes con algún tipo de aprendizaje remoto, la gran mayoría ha visto su proceso de aprendizaje seriamente afectado. El estancamiento del progreso global desde 2015 muestra que los sistemas educativos ya estaban fracasando en reducir la pobreza de aprendizajes.

Esto debe cambiar para que todos los niños tengan oportunidades; para el cambio se necesitarán avances tanto a nivel político como técnico, que garanticen enfoques efectivos para promover que los aprendizajes fundamentales lleguen a todos los niños y jóvenes. La Guía para la Recuperación y Aceleración de los Aprendizajes despliega un menú de opciones de políticas para lograrlo. Es fundamental que los gobiernos se aseguren de combatir la pobreza de aprendizajes y averigüen cuáles enfoques son los que mejor funcionan en sus países. 

Luchar contra esta crisis de aprendizajes es el reto de nuestra época si no queremos perder esta generación de niños y jóvenes. Invertir en su educación es una condición previa para evitar un futuro choque negativo en términos de productividad, ingresos y bienestar; es esencial para la estabilidad social, la paz y la seguridad; es crítico para crear sociedades más justas y garantizar igualdad de oportunidades para todos; y es fundamental para cambiar mentalidades respecto a la importancia del cambio climático. Este es un reto global y se necesita un esfuerzo colectivo para generar conciencia y apoyar los esfuerzos a nivel nacional.

Una coalición mundial podría apoyar estos esfuerzos nacionales, razón por la cual nuestras seis organizaciones están trabajando estrechamente en la agenda de los aprendizajes fundamentales. Esta coalición está haciendo avances en varios frentes. Primero, estamos hablando con una sola voz sobre la importancia de las habilidades fundamentales para los Objetivos de Desarrollo Sostenible. La pobreza de aprendizajes es uno de los indicadores clave de esto, ya que representa un conjunto más amplio de habilidades fundamentales que todos los niños necesitan para continuar con su educación y empleo y ejercer su ciudadanía. Al mismo tiempo, estamos trabajando conjuntamente en otros frentes –cerrando la brecha de datos de aprendizaje, generando evidencia de cómo promover los aprendizajes fundamentales entre todos los niños, y proporcionando apoyo financiero y técnico coordinado a los países que muestran un compromiso verdadero para reducir la pobreza de aprendizajes. Confiamos en que los países puedan cambiar el rumbo de la pobreza de aprendizajes, acelerando el aprendizaje y sentando las bases para tener sociedades más prósperas y equitativas.


Autores

Jaime Saavedra

Director de Desarrollo Humano para América Latina y el Caribe del Banco Mundial

Stefania Giannini

Assistant Director-General for Education, UNESCO

Robert Jenkins

Jefe de Educación y director asociado, División de Programas, Unicef

Alicia Herbert

Director, Education, Gender and Equality Directorate (EdGE), FCDO

LeAnna Marr

Acting Deputy Assistant Administrator, USAID

Benjamin Piper

Head of Education, The Bill & Melinda Gates Foundation

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