En el mundo entero hay 1.200 millones de jóvenes que tienen entre 15 y 24 años y, según las proyecciones, ese número ascenderá a 1.300 millones en el año 2030. En algunos países y regiones ese crecimiento será más rápido: más de un millón de jóvenes ingresarán por mes al mercado laboral en la India y en el África subsahariana.
Este dato impone una fuerte presión a las economías y a las sociedades para generar más y mejores trabajos para los jóvenes, así como para desarrollar habilidades más relevantes a fin de responder a la demanda laboral. Incluso antes de la crisis desatada por la COVID-19 en 2020, los jóvenes tenían de dos a cuatro veces más probabilidades de no conseguir trabajo que las personas de más edad y había más de 230 millones de jóvenes –principalmente, mujeres– sin empleo, educación o capacitación (“la generación ni-ni”).
Este Día Mundial de las Habilidades de la Juventud 2021 nos recuerda que garantizar oportunidades de desarrollo de habilidades de calidad para los jóvenes debe seguir siendo una prioridad para las políticas públicas a aplicar en todo el mundo. Demasiados países, sobre todo en contextos de bajos ingresos, continúan intentando, con denodados esfuerzos, brindar una educación básica de calidad. Incluso antes de la pandemia, el 53 por ciento de los niños de 10 años en los países en desarrollo se encontraban en condiciones de “pobreza de aprendizajes”, dado que no habían adquirido la capacidad de leer y comprender un texto simple. Al mismo tiempo, el mercado laboral del siglo XXI exige tener habilidades cada vez más sofisticadas, a medida que los empleos experimentan un proceso de automatización de las tareas repetitivas o rutinarias. Esto significa que los sistemas de educación y capacitación enfrentan el desafío de tener que desarrollar habilidades como la adaptabilidad, la perseverancia, la capacidad para resolver problemas y las habilidades digitales, además de la alfabetización y aritmética fundacionales y las aptitudes técnicas.
La COVID-19 ha profundizado esta crisis de aprendizaje y habilidades debido al cierre de escuelas y a la falta de una adecuada preparación, en la mayoría de los países, para garantizar la continuidad del aprendizaje fuera del aula. Como resultado, se calcula que esta generación de estudiantes, sobre todo los menos favorecidos, puede llegar a perder unos $16 billones en futuras ganancias de por vida. Los que tienen más probabilidades de verse afectados por esta crisis son los niños y los jóvenes de familias de bajos ingresos, las minorías étnicas no empoderadas, los refugiados, las poblaciones desplazadas y las niñas. Las mujeres jóvenes han asumido una porción desproporcionada de responsabilidades hogareñas y probablemente han tenido que enfrentar un mayor riesgo de violencia de género, casamientos precoces o embarazos adolescentes, situaciones que pueden afectar sus posibilidades de reanudar su escolaridad.
La crisis provocada por la COVID-19 puede ser un punto de inflexión en el desarrollo de habilidades de los jóvenes, gracias a la rápida expansión de las soluciones facilitadas por la tecnología. A la luz de estos inmensos desafíos, el año 2020 despertó la creatividad para responder a la necesidad del desarrollo de habilidades. Los proveedores de servicios educativos y capacitaciones apelaron a soluciones innovadoras y forjaron alianzas novedosas para sostener los procesos de aprendizaje de los jóvenes mientras las escuelas y los centros de formación permanecían cerradas por causa de la pandemia. Tenemos la oportunidad de reflexionar sobre las lecciones aprendidas a partir de esta experiencia y aprovechar el potencial de la tecnología educativa de una manera sistemática y sostenible. Cabe, entonces, destacar dos lecciones. La primera: para promover la equidad y la inclusión y evitar una mayor profundización de la brecha en términos de capital humano, las soluciones en materia de desarrollo de habilidades deben adecuarse a las necesidades de aprendizaje y habilidades de una población inmensamente heterogénea. La segunda: para cumplir el mandato y las aspiraciones del mercado laboral dirigido a los jóvenes, los sistemas de educación y capacitación deben caracterizarse por un mayor dinamismo y una mejor capacidad de respuesta ante un mundo laboral tan cambiante.
La semana pasada tuvimos la oportunidad de reflexionar sobre estos temas como parte del Foro Político de Alto Nivel organizado por la Asociación para el Desarrollo de la Educación en África (ADEA), en alianza con otros socios para el desarrollo. En este evento, los ministros de los países africanos hablaron acerca de los desafíos que en los últimos años enfrentaron los sistemas de Educación y Capacitación Técnica y Profesional (ECTP), incluidos el desajuste entre las habilidades de los graduados y las necesidades del mercado laboral, la fragilidad que la COVID-19 dejó tan claramente expuesta y las estrategias para dirigir los sistemas ECTP de manera que puedan satisfacer los actuales desafíos y las futuras necesidades.
Surgieron varias conclusiones del profundo debate que se suscitó sobre el rol que las tecnologías educativas (“EdTech”) pueden desempeñar para reimaginar el desarrollo de habilidades. La expansión de las tecnologías educativas, incentivadas por la Cuarta Revolución Industrial y aceleradas por la crisis de la COVID-19, está transformando la manera en que las personas se comprometen con el aprendizaje y lo convierten cada vez más en un pilar fundamental de un sistema nacional de ECTP bien desarrollado. A modo de ejemplo, OpenClassrooms, una plataforma de aprendizaje online disponible en el norte de África, muestra de qué manera las tecnologías educativas ofrecen nuevas formas de personalizar la experiencia de aprendizaje, permiten que los países en desarrollo integren los contenidos globales y mejoran el reconocimiento y transferibilidad de las habilidades entre los distintos mercados. Ningún enfoque sobre tecnologías educativas eficientes podrá prosperar sin alianzas entre el sector público y el sector privado y sin un ambiente propicio que incluya infraestructura digital y habilidades digitales tanto de docentes como de alumnos. El Banco está utilizando estas soluciones para apoyar la regionalización e integración de ECTP, como en el Proyecto de Habilidades Africanas para la Transformación e Integración Regional (EASTRIP) y en Nigeria. Actores del ecosistema diseñado para el desarrollo de habilidades, como son los instructores y directores de instituciones físicas, pueden percibir este rápido crecimiento de las tecnologías educativas como una amenaza. Por lo tanto, es fundamental comunicar el inmenso margen que existe para las complementariedades, sobre todo en este contexto de grandes necesidades de capacitar, volver a capacitar y mejorar las capacitaciones de la actual y la futura fuerza laboral.
La creación de mejores empleos y la inversión en educación y capacitación relevantes e inclusivas constituyen una prioridad para lograr una exitosa transición de la escuela al trabajo. Sin embargo, es igualmente fundamental pensar cómo crear más ciclos de retroalimentación dinámicos y en tiempo real entre los mercados de trabajo y los sistemas de desarrollo de habilidades a fin de mejorar las perspectivas laborales de la juventud. Para ello, resultan clave los mecanismos para proporcionar información sobre las ventajas que ofrece el mercado laboral en los diferentes campos de estudio y las alianzas estrechas entre los proveedores de capacitación y los empleadores. Fomentar todo esto es una prioridad para la reforma de la ECTP.
También debemos apoyar el acceso a mejores empleos para los jóvenes, sobre todo para los menos favorecidos, incluidas las mujeres jóvenes, los grupos minoritarios, las personas con discapacidades o las poblaciones desplazadas. Esto significa trabajar para eliminar las múltiples barreras que impiden que estos futuros trabajadores jóvenes adquieran las habilidades que necesitan y obtengan un medio de subsistencia más productivo y sostenible. Se trata de una agenda trascendental, hoy convertida en más imperiosa aún por causa de la pandemia, para la cual necesitamos trabajar juntos como comunidad internacional para repensar los sistemas de desarrollo de habilidades existentes de manera tal que apoyemos una recuperación inclusiva en todo el mundo.
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